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Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2014 Amanda McCabe

© 2015 Harlequin Ibérica, S.A.

Traicionada por sus besos, n.º 574 - abril 2015

Título original: Betrayed by His Kiss

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Harlequin Internacional y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-687-6312-5

Editor responsable: Luis Pugni

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Portadilla

Créditos

Índice

Prólogo

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Cinco

Seis

Siete

Ocho

Nueve

Diez

Once

Doce

Trece

Catorce

Quince

Dieciséis

Diecisiete

Dieciocho

Diecinueve

Epílogo

Nota de la autora

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Prólogo

 

 

Toscana, 1474

 

En la iglesia reinaban el frío y el silencio. Las velas encendidas del altar iluminaban la imagen dorada de la virgen María y de los santos y ángeles que la rodeaban, pero todo lo demás era oscuridad. Orlando Landucci estaba allí solo.

A excepción de la mujer que yacía en el féretro situado a los pies del altar. Su hermana se había ido para siempre.

Se arrodilló al lado del ataúd y juntó las manos, pero no pudo rezar. Ni siquiera en aquel santo lugar conseguía liberarse de la furia que ardía dentro de él.

El rostro de Maria Lorenza, tan hermoso y delicado en vida, estaba ahora inmóvil y pálido. El cabello rubio oculto bajo la sábana blanca y sus ojos castaños, cerrados para siempre. Entre sus dedos fríos, habían colocado un rosario. Quizá ahora estuviese en paz, por fin. Había sufrido tanto y durante tanto tiempo… Pero, ¿cómo podría estar en paz si su asesino seguía libre?

Matteo Strozzi no le había puesto el veneno en los labios, pero sin duda había sido él el que la había llevado a beberlo. El recuerdo de la traición de aquel hombre permanecía después de tantos meses. El muy desalmado.

Su hermana no había querido aceptar su ayuda, pero ahora ya no podía impedirle que hiciera algo. Se lo debía por todo el amor fraternal que le había dado siempre.

Mientras le colocaba sobre las manos un pequeño ramo de flores silvestres, trató de recordar a Maria Lorenza como había sido en otro tiempo. Recordó sus juegos de niños; trepando a los árboles, persiguiéndose por los campos de cebada, riéndose sin parar. Ella le decía cosas al oído para hacerle reír en misa, cuando se suponía que debían estar más serios. Pero recordó también sus lágrimas y el miedo que le había enturbiado la mirada al descubrir la traición de Matteo Strozzi. No le había quedado nadie a quien acudir salvo Orlando.

Maria Lorenza siempre había estado a su lado. Su dulce hermana no merecía el tormento que la había conducido hasta allí.

Un llanto de bebé rompió de pronto el silencio que reinaba en la iglesia. Orlando se puso en pie y se dio la vuelta. En la puerta estaba una de las monjas con la hija recién nacida de Maria en brazos, una nueva vida que florecía al tiempo que se apagaba la de su madre. Su sobrina solo lo tenía a él, había perdido a su madre de la manera más trágica. Maria no se había sentido capaz de cuidar de la pequeña, la había invadido el temor de que la vergüenza de tener una hija ilegítima acabara con las dos y había decidido dejarlos a todos. No había podido soportar la humillación por más tiempo.

Matteo Strozzi era el responsable de todo aquello e iba a pagar por ello. Orlando iba a asegurarse de que así fuera.