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RRetratos HHumanos

Un viaje al corazón de la empresa







Ana López Seisdedos, Enrique Rodríguez-Balsa,
Carlos Cid Babarro, Rosa Allegue Murcia,
Juan José Valle-Inclán Bustamante, Julio Rodríguez Díaz, Tomás Otero Pino, Manuel Pozo Gómez,
Juan Antonio Esteban Bernardo, Lorenzo Rivarés Sánchez, Luis Expósito Rodríguez

«Procure no ser un hombre de éxito,
sino un hombre de valores».

Albert Einstein

Prólogo

La cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección. Pero a veces eso es muy complicado dentro de una empresa. Sus estructuras tienden a parecerse más a una columna de hormigón que a un junco flexible y resistente.

Y contra esas estructuras se estrella el verdadero tesoro de cualquier empresa: su talento humano. Más que la tecnología o cualquier avance, son las personas, con sus emociones y su capacidad de superarse, las que realmente van a marcar la diferencia.

Dirigir a las personas no es fácil. De la misma manera que un director de actores puede sacar lo mejor o lo peor de un actor –el papel de su vida o el desastre que hunda su carrera–, un director de Recursos Humanos debe parecerse más a un director de Talento que a un contador de números.

Y eso intenta la protagonista de estos once relatos, la directora de recursos humanos –perdón, de Talento– de Green Technology. En estas páginas van a descubrir ustedes muchos de los secretos de uno de los departamentos más desconocidos, y con peor fama, la verdad, de una empresa. Van a ver la otra cara de los hombres y mujeres a los que normalmente les toca comunicar las malas noticias. Van a leer –y se van a enganchar, se lo aseguro– cómo Irene Díaz de Otazu sigue intentando cambiar las cosas en situaciones que les van a sonar de tan vividas: malas relaciones con jefes y compañeros, despidos, ascensos… Todo, a través de una mirada desde el otro lado del muro, la de Irene, el eje humano a través del cual discurren, transcurren, se enfrentan y sufren los personajes de estas historias, tan bien descritos que ustedes los van a reconocer y les van a poner las caras de cualquiera de sus compañeros de trabajo.

Diez directores de Recursos Humanos y su coordinador literario se han arremangado por segunda vez y –dedos en el teclado– se atreven a ficcionar situaciones que todos hemos vivido en el mundo de la empresa y que tienen que ver con la condición humana: con los fracasos, los triunfos, las frustraciones, las alegrías… Las viviremos a través de la mirada de la directora de Recursos Humanos, la de esa mujer que nos permite humanizar a los que desempeñan el mismo cargo que ella.

¿Tiene corazón un director de Recursos Humanos? Van a verlo. Sí. Y también les digo que sabe escribir. Y muy bien.

Carme Chaparro Martínez
Periodista y escritora


***

Introducción

Los lectores de RRelatos HHumanos (LID 2016) recordarán que en el último relato del libro, Irene Díaz de Otazu, la directora de Recursos Humanos de Green Technology, sufrió un atropello. Vivía momentos complicados. Estaba desencantada en la empresa por la aparición de una nueva Dirección, encabezada por Esteban Orozco y Luis Rivera, y buscaba el equilibrio entre su vida, su familia, su trabajo y sus ideas. No lo tenía fácil y, aunque era y es un personaje de ficción, como también lo son su empresa y su departamento, a los autores se nos hizo tan real, nos identificamos tanto con ella, que pensábamos que en cualquier momento nos la podríamos encontrar en los pasillos o en los despachos de cualquiera de nuestras empresas. Y es que sin duda había un poco, o quizás mucho, de cada uno de nosotros en Irene.

Conocer a Irene fue un placer y, cuando terminamos el libro allá por noviembre de 2016, estábamos seguros de que nuestra relación con ella no se podía terminar entonces, o al menos no de aquella manera, dejándola abandonada en el suelo, en la oscuridad de un garaje. Sabíamos que Irene Díaz de Otazu tenía miedo, y que sentía la necesidad de tener a alguien con quien hablar, un cómplice, una amiga.

Los dos años que han transcurrido desde que publicamos ese primer libro han estado cargados de incertidumbre, de circunstancias personales y, también, por qué no decirlo, de muchísimo trabajo, de un trabajo intenso que ha hecho que nos apartásemos de cosas apetecibles como, por ejemplo, dedicarle más tiempo a Irene. ¡Y es que hay que ver la de cosas que pasan en dos años! Como directores de Recursos Humanos que somos casi todos los autores (en realidad todos menos yo) hemos mantenido el lema con el que comenzamos este proyecto: que lo humano está antes que el recurso y que las personas son el valor más importante que tiene la empresa. Pensando así era inevitable retomar nuestra relación con Irene para convertirnos en el confidente que ella necesitaba y rescatarla de aquel garaje infame en el que yacía tras su atropello.

RRelatos HHumanos era un libro de muchos personajes. A través de los ojos de la directora de Recursos Humanos de Green Technology quisimos reflejar la vida de su departamento –un departamento cualquiera de Recursos Humanos de cualquier gran empresa– y el flujo de sentimientos, responsabilidad, culpa, amor y duda que lo recorren. En esta ocasión hemos querido ampliar el alcance del proyecto y merodear por la existencia de personajes que rodeaban a Irene Díaz de Otazu y de otros que inevitablemente aparecerán en su nueva vida.

El lector se situará rápidamente en escena: Luis Rivera aparece destilando brusquedad hacia sus empleados y le comunica a Teresa Oliva, una de las grandes amigas de Irene, que esta se encuentra en el hospital tras sufrir un accidente. Pero Ana L. Seisdedos transforma la brusquedad en sensibilidad manejando una sutil trama plagada de sustancias volátiles (así se titula su capítulo) para dejarnos en el hospital a los pies de la cama de una Irene en estado de coma.

Igual inteligencia exhibe poco después Juan Antonio Esteban en El olor de la vainilla, un capítulo cargado de sensualidad en el que el tacto, los olores y la vista configuran un universo en el que el lector puede constatar que la nueva Irene es más humana que antes de su accidente.

Genial y metafísico podemos considerar el tránsito que Enrique R. Balsa propone para Irene antes de que esta recupere la consciencia. Su recreación mística de la Divina Comedia de Dante Alighieri en el capítulo La humana comedia –un universo metafórico en el que el autor sitúa al director de Recursos Humanos frente a sus pecados y sus virtudes– contrasta claramente con el capítulo de Carlos Cid, Segunda vida, con el que enlaza mediante un breve diálogo. Segunda vida es un relato puramente terrenal en el que se ponen al descubierto los miedos de la convaleciente Irene a través de su relación con distintos personajes, como su madre, doña Carmen, que altera la vida del hospital con su verborrea imparable; Nacho, un joven que la acompañará en su rehabilitación física y espiritual, y el inspector de Policía Camilo Méndez de Méndez, que se convertirá en un personaje de referencia en toda la historia.

En RRetratos HHumanos los personajes aparecen y desaparecen de escena igual que en la vida. Entre ellos se forman relaciones estables que se van difuminando como las sustancias volátiles de las que hablábamos antes, y relaciones inestables que se retoman y se consolidan con firmeza con el paso del tiempo. El capítulo Cien días sin un beso de Rosa Allegue es un buen ejemplo de la volatilidad de las relaciones personales, con situaciones cotidianas narradas desde un punto de vista muy femenino que sorprenderán al lector.

Otro de los personajes clave de este libro es el difunto Diego Escalante, que aparece en el capítulo La humana comedia como el poeta Virgilio acompañando a Irene Díaz de Otazu en su descenso al Infierno. Él nos ayuda a enlazar capítulos y personajes. Según avance en la lectura del libro, el lector se encontrará con personajes que conocieron a Diego Escalante y que arrastran pesadamente sus vivencias del pasado, como Aitziber Oyarra, de la que no sabíamos nada tras la muerte de Diego, y que regresa en La soledad de Aitziber, un capítulo intimista y personal escrito por Julio Rodríguez; o Laura Mendíriz, que aparece en el capítulo Muertes fuera de lugar de Juan José Valle-Inclán, marcado por la muerte de Diego y que comienza un viaje en tren a Barcelona que termina convirtiéndose en un viaje por su propia vida. Ambos autores, Julio y Juanjo, concluyen sus relatos con un final abierto en el que sitúan a sus protagonistas ante una tesitura con la que es muy difícil que el lector no se sienta identificado.

Pero la vida de Irene es una especie de lucha contra el bien y el mal. Bueno, la de Irene y la de muchos de nosotros. ¿O no es así? Esta lucha comienza a plantearse con crudeza en la segunda parte del libro. El bien –a estas alturas ya es evidente– está encarnado por Irene. El mal, sin embargo, tiene muchas caras. Como el acoso. Tomás Otero nos pone a todos frente al espejo en el capítulo Tormenta de silencios, donde el acoso toma forma humana y se pasea por la empresa con libertad provocando situaciones que nos resultarán familiares. Hasta que las cosas comienzan a cambiar cuando el Acoso e Irene, que regresa de su particular viaje por el inframundo, se encuentran en un vestíbulo cara a cara.

Y nuestra protagonista continúa su tránsito por las líneas del libro hasta Los cursos de Brasil, el capítulo que he escrito yo, Manuel Pozo, en el que se plantea abiertamente la batalla desatada entre las fuerzas del bien y del mal. El control del poder en Recursos Humanos, la concesión de cursos de formación y un ERE serán algunos de los elementos que nos lleven hasta Félix Corcuera, antiguo ayudante de Irene y uno de los personajes que demuestran más dignidad a lo largo de este libro, aunque hay tanto daño entre Irene y Félix que las heridas tardarán en curarse.

Cuando se habla de batallas se habla de ejércitos. Luis Rivera, el director de Transformación, tiene claro que los ejércitos se mantienen avivando el odio y la frustración, y que las guerras se ganan sembrando el desprestigio del contrario y forjando líderes que dirijan a las masas. El lector se verá inmerso en un capítulo que se centra en la lucha por el poder dentro de la empresa. Es un relato crudo, descarnado, intenso, titulado El veneno siempre mata. Está escrito por Lorenzo Rivarés y su autor lo inicia diciendo que en la gestión de personas se sabe enseñar qué hacer, se intenta entender cómo hacer, pero no se tiene ni idea de por qué hacer.

Dice Lorenzo Rivarés que su capítulo trata de la relación entre los valores y los comportamientos, algo de lo que todo el mundo habla desde la seguridad que da la ignorancia. En realidad todo el libro trata de los valores porque… ¿acaso no puede hablar un director de Recursos Humanos de valores? Y si no, ciñámonos a la cita de Albert Einstein que abre este libro: «Procure no ser un hombre de éxito, sino un hombre de valores». Luis Expósito, en el último capítulo del libro, El puñal de doble filo, nos lleva de la mano a un mundo de conspiraciones, deslealtades, secretos, traiciones y relaciones amorosas en los que cada individuo ofrece lo mejor y lo peor de sí mismo. Y, como no podía ser de otra manera, en esta parte final del libro Irene Díaz de Otazu brilla con luz propia como un astro aislado.

Nosotros, los autores de RRetratos HHumanos, queríamos alejarnos de un final pesimista, de un libro triste, y ahondar en la personalidad de los personajes que nuestra Irene se ha ido encontrando durante estos últimos años mientras estaba al frente del departamento de Recursos Humanos. Al alejarnos del entorno de la empresa y darle mayor importancia al aspecto más personal de los protagonistas se corría el peligro de desvirtuar el proyecto. Creo que hemos evitado las dos cosas, un libro pesimista y perder el rumbo, y hemos sabido desenvolvernos por las rutas de la ficción y caminar por una senda firme sin caer ni en el dramatismo ni en la autocomplacencia, comprendiendo que escribir sobre lo humano es manejar un peligroso puñal de doble filo similar al que aparece en la escena final de nuestro libro.

Manuel Pozo Gómez
Coordinador del libro