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JULIO ORTEGA

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Sor Juana Inés de la Cruz

Primero sueño

Y OTROS ESCRITOS

PRÓLOGO, BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS DE
ELENA DEL RÍO PARRA

Fondo de Cultura Económica

Primera edición, 2006
     Primera reimpresión, 2013
Primera edición electrónica, 2013

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Índice

PRÓLOGO

Esbozo biográfico

Obra y contexto

Perspectivas críticas

CRONOLOGÍA

TEMAS DE INVESTIGACIÓN

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

POESÍA

Primero sueño

Romances

Endechas

Redondillas

Décimas

Glosas

Sonetos

Liras

Ovillejos

PROSA

Autodefensa espiritual

Respuesta a Sor Filotea de la Cruz

Petición causídica

Documentos en el Libro de profesiones

DRAMATURGIA Y ESPECTÁCULO

Sainete primero. De Palacio

Sarao de cuatro naciones

Villancicos

Índice de primeros versos

Prólogo

ESBOZO BIOGRÁFICO

LA VIDA DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ ha despertado, ya desde el siglo XVII, tanto interés como su obra. Ello es debido a su posición destacada en la sociedad en que vivió, en una época en que pocas mujeres llamaban la atención en el mundo intelectual público.

Sor Juana nació el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel Nepantla, alquería situada a unas dos leguas de México, siendo su padre el vasco don Pedro Manuel de Asbaje y Vargas y su madre doña Isabel Ramírez de Santillana, hija de españoles establecidos en la Nueva España. El testamento de esta última revela que era “de estado soltera”; sor Juana no sabía que había nacido fuera del matrimonio, aunque parece que fue posteriormente legitimizada. Ello contribuye a la confusión sobre su año de nacimiento, que podría ser 1648. Sor Juana mostraba desde muy pequeña disposición a aprender, y a los tres años inicia su educación bajo la tutela de su abuelo materno en una hacienda de Panoayán. A los cuatro años ya sabía leer, y a los seis imaginaba vestirse de hombre y escapar a la Universidad de México para estudiar, ya que las mujeres tenían prohibido el acceso. A los diez años componía versos y escribió su primera obra poética, una loa eucarística que no se conserva.

Tras su llegada a la capital, se corre la voz sobre sus conocimientos, y es en la ciudad de México donde aprende latín aceleradamente con sólo veinte lecciones. Nombrada dama de honor de la virreina, la marquesa de Mancera, es sometida, con quince años, a examen por cuarenta literatos cortesanos y universitarios, saliendo airosa de la prueba. Su belleza también es festejada en la corte virreinal, distinguiéndose como una de las mayores celebridades.

En agosto de 1667 ingresa en el convento de San José, perteneciente a la orden de las Carmelitas descalzas. Aunque no se sabe con seguridad el motivo de esta decisión, se ha atribuido a un desengaño amoroso, o bien al descubrimiento de su origen ilegítimo. Por otro lado, el convento se presenta como espacio propicio para los estudios intelectuales, y la misma sor Juana reconoce la total aversión que tenía al matrimonio. Pero la disciplina de las Carmelitas descalzas provocó una enfermedad que le obligó a ingresar en el convento de San Jerónimo, donde toma definitivamente los votos en febrero de 1669, a los dieciocho años de edad, y donde permanecerá hasta su muerte.

El convento formaba parte de la alta sociedad mexicana, y los protectores y admiradores de sor Juana no dejaban de visitarla y de encargarle versos para diversos asuntos, aunque la monja prefería la lectura y el aprendizaje, además de ocuparse de la contabilidad. En su celda sor Juana guardaba una biblioteca de unos 4 000 volúmenes, que se complementaba con diversos objetos científicos que hablan de su afición a las ciencias naturales, astronomía, matemáticas y otras materias. Entre los protectores y asiduos visitantes de la celda de sor Juana cabe citar, además de los marqueses de Mancera, al arzobispo-virrey fray Payo Enríquez de Ribera y a don Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de Puebla. Mención aparte merecen los condes de Paredes, amigos entrañables de sor Juana, a los que dedica numerosos poemas laudatorios, convirtiéndose la virreina María Luisa en la “Lisi” de algunas composiciones amorosas.

En 1686 concluye el virreinato de los condes de Paredes, que regresan a España. Cuatro años antes don Francisco Aguiar y Seijas había sido nombrado arzobispo en México, y no veía con buenos ojos la notoriedad de sor Juana, cuyas obras fueron publicadas en España, en 1689, gracias a la gestión de la condesa de Paredes, con el título de Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz. Aguiar y Seijas recomienda al confesor de sor Juana, Antonio Núñez de Miranda, la excomunión de la monja y, aunque ésta nunca se llevó a cabo, el padre Núñez de Miranda se negó a atenderla espiritualmente durante dos años. Tal vez esa actitud viniese dada por la Autodefensa espiritual que sor Juana habría redactado alrededor de 1681, en la que se quejaba de los comentarios que Núñez de Miranda hacía en público sobre su persona, y donde le conminaba a dejar de ser su confesor. En 1690 sor Juana escribe su afamada Carta atenagórica, a la que sigue la polémica Respuesta a sor Filotea de la Cruz, fuente de problemas para la monja, que se ve presionada por diversos sectores de la Iglesia novohispana.

Posteriormente, sor Juana decide someterse al rigor espiritual de su antiguo confesor, Antonio Núñez de Miranda. Con gran propósito de enmienda, aplica sobre sí disciplinas excesivas y duras penitencias que provocan la alarma de los que le rodean. Además, entrega al arzobispo de México todas sus posesiones mundanas, incluyendo su biblioteca y todos los objetos que contenía, para que con los beneficios de su venta se asistiese a los indios más necesitados. Es en este momento cuando sor Juana rubrica con su sangre tres breves documentos, recogidos en el Libro de profesiones del convento de San Jerónimo, en los que reconoce su entrega absoluta a la vida ascética y su disposición a morir en brazos de Dios.

El 17 de abril de 1694, sor Juana fallece a los cuarenta y siete años de edad mientras cuidaba de las hermanas de su convento durante una epidemia de peste.

OBRA Y CONTEXTO

La obra de sor Juana Inés de la Cruz se caracteriza por su variedad de géneros, formas y metros. La primera edición crítica de su obra completa, de donde procede buena parte de la presente, ve la luz por primera vez entre los años 1951 y 1957, cuando Alfonso Méndez Plancarte la publica en cuatro tomos (el último estuvo a cargo de Alberto G. Salceda). Siguiendo la clasificación establecida por el erudito, se puede distinguir:

a) Poesía lírica y personal.

Romances: sacros, filosóficos, epistolares,  amorosos, decasílabos.

Endechas: hexasílabas y heptasílabas.

Redondillas: amorosas, epigramáticas.

Décimas.

Glosas.

Sonetos: filosófico-morales, satíricos, histórico-mitológicos, burlescos, amorosos, panegíricos, sacros.

Liras.

Ovillejos.

Silvas.

b) Poesía para espectáculo público.

Villancicos (escritos con regularidad desde 1676 a 1691).

Otras letras sagradas para cantar.

c) Autos sacramentales: El divino Narciso. El mártir del Sacramento, San Hermenegildo. El cetro de José.

d) Loas escritas a diversos asuntos.

e) Comedias profanas: Los empeños de una casa (1683). Festejo de Amor es más laberinto (1689, siendo la jornada II de Juan de Guevara).

f) Obras en prosa: Neptuno alegórico. Crisis de un sermón o Carta atenagórica. Respuesta a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz. Ejercicios devotos. Ofrecimientos para el Santo Rosario. Docta explicación del misterio. Protesta. Petición causídica. Documentos en el Libro de profesiones del convento de San Jerónimo.

Dada la gran variedad de la obra de sor Juana, nos limitaremos a contextualizar aquí los textos incluidos en esta antología que han sido estudiados con mayor atención por la crítica contemporánea.

PRIMERO SUEÑO

El Primero sueño ha sido considerado la obra maestra de sor Juana Inés de la Cruz. Esta silva (versos heptasílabos y endecasílabos dispuestos aleatoriamente, con rima consonante) tiene claros antecedentes en las Soledades compuestas por Luis de Góngora alrededor de 1613, con las que comparte lenguaje, figuras retóricas y una reducida narratividad. La obra de Góngora, denostada por una parte de la intelectualidad peninsular del siglo XVII, cobra notoria importancia en el Nuevo Mundo, proliferando centones y obras en su defensa, tales como el Discurso apologético en defensa de Don Luis de Góngora (texto también conocido como “el Lunarejo”) del peruano Juan de Espinosa Medrano, la Invectiva apologética, de Hernando Domínguez Camargo, o el Compendio apologético en alabanza de la poesía, de Bernardo de Balbuena.

Si la silva de Góngora mostraba a un peregrino de amor vagar por la naturaleza, la de sor Juana presenta el viaje del alma intelectiva durante la noche, que poco a poco intenta aprehender el cosmos, haciendo abstracciones desde las cosas individuales a los universales antes de la llegada del día. Cuando finalmente el sol hace su aparición, el cuerpo despierta y la realidad recobra sus colores. Este proceso de dormir, soñar y despertar se divide a su vez en diversos procesos vitales como la digestión, y describe el intento del Alma por abarcar la totalidad del conocimiento científico como vía para conocer a Dios.

La misma sor Juana se mostró, si hemos de creer lo declarado en su Respuesta, orgullosa de esta silva, que representa un compendio del saber filosófico y científico de su época, desde Platón y Aristóteles hasta Atanasius Kircher, pasando por las fuentes patrísticas, el hermetismo florentino y la emblemática.

AUTODEFENSA ESPIRITUAL

La Carta de la Madre Juana Inés de la Cruz escrita a su confesor, el Reverendo Padre Maestro Antonio Núñez de Miranda de la Compañía de Jesús, autodefensa espiritual también conocida como “Carta de Monterrey”, fue descubierta por el padre Aureliano Tapia Méndez. Escrita en torno a 1681, supone la definición de sor Juana como mujer independiente con derechos propios. Responde a rumores según los cuales su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, criticaba el afán de sor Juana de componer versos profanos y cultivar la notoriedad. Entre otros muchos argumentos, sor Juana le reprocha el no haberle amonestado en privado, y reclama su derecho al estudio, libre de tutelas, y al sincretismo cultural entre los filósofos gentiles (pertenecientes a la cultura grecolatina) y las fuentes cristianas presente en sus escritos.

RESPUESTA A SOR FILOTEA DE LA CRUZ

Entre 1664 y 1680, es decir, cuando sor Juana rondaba los catorce años, fueron publicados los sermones más conocidos del portugués Antonio Vieyra, famoso misionero jesuita, maestro en la oratoria sagrada y confesor de la reina Cristina de Suecia. Uno de ellos, el Sermón del mandato, llamó la atención de sor Juana por atreverse el padre Vieyra a refutar a san Agustín, santo Tomás y san Juan Crisóstomo acerca de cuáles habían sido las mayores pruebas de amor o “finezas” de Dios a la humanidad. Vieyra insistía, además, en que Jesucristo nunca pidió nada a cambio de su amor, y que en esto consistía la mayor prueba. Sor Juana, por su parte, en su Crisis sobre un sermón (también conocida como Carta atenagórica), escrito que refuta el de Vieyra en todas sus proposiciones, insistía en que la mayor prueba de Jesús había sido el no entregarle su amor incondicional al hombre para que éste no quedase con una deuda impagable.

En 1690, el obispo de Puebla, don Manuel Fernández de Santa Cruz, publica el texto de sor Juana en un pliego suelto con el título de Carta atenagórica, a la que suma un escrito firmado bajo el seudónimo de sor Filotea de la Cruz donde le indica que no debe adentrarse en discusiones teológicas, además de reprobarle su excesiva dedicación a las letras profanas. Como contrapartida, sor Juana escribe la Respuesta de sor Juana Inés de la Cruz a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz, donde se defiende de las acusaciones vertidas contra ella, a la vez que reconoce la superioridad de las letras divinas sobre las profanas, defendiendo al mismo tiempo su derecho a la vida intelectual y al cultivo humanístico de la literatura secular.

La Respuesta ha sido vista como la obra maestra en prosa de sor Juana, ya que representa su autobiografía intelectual, emocional y religiosa. En el texto, la monja desvela episodios de su niñez que revelan su vocación intelectual, y otros de juventud donde explica cómo tuvo que luchar contra obstáculos sociales, enemigos malintencionados y amigos que, por querer ayudarle, le perjudicaban. A la acusación de dedicarse en exceso a versos profanos se defiende alegando que también los hay en la Biblia, y para reforzar su punto de vista de mujer intelectual acude al linaje femenino de eruditas, tanto religiosas como laicas. Describe, además, su incansable proceso de observación de la realidad, que no cesa ni en la cocina ni mientras duerme, tal es su curiosidad por lo que le rodea.

PETICIÓN CAUSÍDICA

Probablemente la última obra literaria de sor Juana, en ella se sirve del estilo forense donde la conciencia es la fiscal del crimen. En la segunda parte de la petición se sigue la fórmula de toma de hábito donde, como hacían las novicias que habían de ingresar en el convento, la autora declara que actúa libre de coacciones, acogiéndose a san Jerónimo como provisor, esto es, mediador en la licencia que otorgaba el arzobispo a la novicia. Después de tomar los hábitos la monja había de pasar un año de probación; sor Juana murió aproximadamente un año después de firmar este documento.

SAINETE PRIMERO. DE PALACIO
Y SARAO DE CUATRO NACIONES

Las piezas teatrales del siglo XVII se dividían en tres “jornadas”, correspondientes a la presentación, nudo y desenlace de la acción principal. Pero la representación teatral era mucho más amplia, intercalando textos breves que resultaban en espectáculos que solían durar más de tres horas. Las piezas aquí incluidas fueron escritas por sor Juana como complementarias a su comedia Los empeños de una casa, cuya estructura era la siguiente: loa, letra, jornada primera, letra, sainete primero De Palacio, jornada segunda, letra, sainete segundo, jornada tercera y Sarao de cuatro naciones.

En el sainete primero, los entes de Palacio, personificados, salen a escena para disputarse un premio consistente en el desprecio de las damas de la corte. La irónica pieza se encuadra en el repetido tópico del “galanteo de Palacio”, que describía los entresijos del amor en el complejo espacio cortesano áureo. El Sarao de cuatro naciones es el colofón a Los empeños de una casa y se ha considerado clave en el pensamiento de la autora, quien da voz a negros y mexicanos, incluyendo instrumentos y danzas provenientes de la cultura precolombina.

VILLANCICOS

Una parte importante de la vida en la corte de la Nueva España consistía en la celebración pública de bodas, entierros, entradas triunfales, certámenes poéticos y diversos ceremoniales religiosos. Así, proliferaban las exequias, arcos, túmulos y piras públicas, características por su espectacularidad y monumental tamaño, así como por su carácter efímero. Varias series de villancicos fueron encargados a sor Juana para ser cantados en catedrales mexicanas con motivo de diversas fiestas. La monja aprovecha el contexto público de su representación para poner de relieve la situación de las clases más desfavorecidas de la sociedad como indios, negros y mujeres. Es típico de sus composiciones el incluir personajes femeninos religiosos que sirven de modelo de sabiduría y virtud, tales como santa Catalina de Alejandría y María de Nazaret, figuras reconocidas y admiradas por la Iglesia.

PERSPECTIVAS CRÍTICAS

Las primeras ediciones de las obras de sor Juana Inés de la Cruz se publicaron en España, a finales del siglo XVII, con las que la monja cobra fama como autora de la mejor poesía colonial. También era admirada en la propia corte virreinal, como declaran los elogios de Carlos de Sigüenza y Góngora en su Teatro de virtudes políticas (1680). Las reediciones españolas se suceden a lo largo del siglo XVIII, para decaer en el XIX. El crítico español Marcelino Menéndez Pelayo marca el inicio de la revalorización de la obra de sor Juana (y, en general, de la literatura colonial), que se verá impulsada por la atención que los estudiosos de la década de los veinte prestan a las formas poéticas del Barroco a ambos lados del Atlántico. Alfonso Reyes sitúa a sor Juana entre los grandes poetas del Siglo de Oro y, a partir de su juicio crítico, proliferan los estudios sobre su vida y diversos aspectos de su obra. En 1969, José Lezama Lima identifica el punto álgido de la estética áurea con el Barroco americano, encumbrando la figura de sor Juana a la cima de este movimiento artístico.

El primer biógrafo de sor Juana Inés de la Cruz es el padre Diego Calleja, editor de la “aprobación” incluida en su Fama y obras póstumas. Otras contribuciones documentales ven la luz gracias a la investigación de Dorothy Schons (quien localiza parte de la genealogía de sor Juana), y Enrique A. Cervantes (quien publica su testamento); Alberto G. Salceda, por su parte, encuentra el acta bautismal de sor Juana, y las investigaciones de Lota M. Spell completan la breve documentación original relativa a la vida de la monja encontrada hasta la década de los cuarenta.

A pesar de los escasos documentos biográficos conocidos, la producción literaria de sor Juana Inés de la Cruz ha sido constantemente relacionada con su vida. Así, Ludwig Pfandl (1946) intenta adentrarse en su obra desde una perspectiva freudiana, interpretando numerosos símbolos poéticos como datos biográficos. Críticos como Karl Vossler (1934) sientan las bases de estudios menos especulativos, basados en la lectura filológica de los textos de la monja, como los elaborados por Darío Puccini. El trabajo de Octavio Paz (1982), reiteradamente citado por la crítica posterior, aúna biografía y obra y ha suscitado polémicas por algunas de sus afirmaciones. Un estudio clásico es el de Marie-Cécile Bénassy-Berling (1983), quien contextualiza el marco cultural y social en el que vivió sor Juana.

Sin duda la obra más estudiada es el Primero sueño, cuyo gongorismo original fue establecido minuciosamente por Rosa Perelmúter Pérez (1982). La valoración de esta silva ha divagado entre la imitación servil de un lenguaje poético ya superado por entonces (recordemos que la silva de Góngora data aproximadamente de 1613 y la de sor Juana de finales de siglo), y la absoluta originalidad creativa. Entre los estudiosos de las fuentes clásicas y el género de la composición cabe mencionar nuevamente a Karl Vossler, así como los numerosos trabajos de Robert Ricard, Francisco Rico (1970), Elías Trabulse (1979) y Georgina Sabat de Rivers (1977). Se ha establecido un debate complejo en torno a la estructura de la silva, proponiéndose, respectivamente, doce fragmentos (Alfonso Méndez Plancarte), diez (Elizabeth Lowe), siete (Elías L. Rivers), cinco (Ludwig Pfandl, José Gaos y Ramón Xirau), tres (Emilio Carilla y Robert Ricard), dos (Gerard Flynn) e indivisible (Karl Vossler y José Rojas Garcidueñas). En cuanto al “espíritu” del poema, parte de la crítica acentúa su desengaño, parte lo analiza como triunfante, y parte lo percibe como intelectual y emocionalmente indiferente.

En lo referente a su recepción, el Primero sueño se ha relacionado con la poesía de Hölderlin (Ezequiel Chávez, 1931); con el Romanticismo alemán y el Surrealismo (Emilio Carilla, 1952); con José Gorostiza y Octavio Paz (Ramón Xirau, 1962); con Stéphane Mallarmé, Vicente Huidobro y José Gorostiza (Octavio Paz, 1982); y con Jorge Guillén (Elías L. Rivers, 1965). El tema del vuelo intelectual está presente tanto en la poesía tradicional como en la contemporánea, enlazándolas con la tradición clásica.

El resto de la obra de sor Juana ha sido analizada principalmente en estudios de conjunto. Los primeros trabajos sobre los villancicos fueron abordados en los años cincuenta por Alicia Sarre y Alfonso Méndez Plancarte, a partir de cuando proliferaron análisis desde diferentes puntos de vista, llamando la atención no sólo por su extensión, sino por su contenido más allá de una estereotipada celebración religiosa. Los sonetos vieron sus primeros análisis de la pluma de Carlos Blanco Aguinaga (1962) y Emil Volek (1979), mientras que la métrica fue estudiada por Samuel Clarke (1951) y Tomás Navarro Tomás (1973). Esta crítica basada en conjuntos genéricos ha dado paso, sólo últimamente, a trabajos sobre poemas concretos y al establecimiento de nexos con otros poetas contemporáneos de sor Juana, bien en la Nueva España, bien en la Península.

La vida íntima de sor Juana ha suscitado también el interés de la cinematografía. El primer largometraje sobre la monja, titulado Tránsito a los jardines de Venus (1935) y dirigido por Ramón Peón, hace hincapié en sus presuntos devaneos amorosos antes de su ingreso en el convento de las Carmelitas. En 1939 Raphael J. Sevilla dirige la película titulada El secreto de la monja: de nuevo se relatan supuestos amoríos ilícitos, esta vez entre sor Juana y Hernando Álvarez y Santaella, marqués de Pontevedra, que se ven interrumpidos por la noticia de que la mujer de Santaella no está muerta. Sor Juana, abandonada, deshonrada y despechada, no tiene más remedio que recluirse en el convento. Constelaciones, dirigida por Alfredo Joskowicz en 1978, prescinde de la sentimentalidad y opta por presentar las voces de sor Juana, Carlos de Sigüenza y Góngora y un personaje entre inquisidor y pícaro; se desarrolla un debate acerca de la oscura realidad y el desengaño que llevan a la monja a abandonar el cultivo de las letras y las ciencias. Yo, la peor de todas (1990) dirigida por María Luisa Bemberg y basada en la obra de Octavio Paz, adopta la postura más explícita sobre la homosexualidad de sor Juana Inés de la Cruz, dando por sentado que lo que se trasluce en los poemas amorosos no es sino una relación verdadera e indiscutible. Finalmente, el último intento de recrear Las pasiones de Sor Juana se traduce en la película de título homónimo dirigida por Antonio García Molina. Esta coproducción mexicanoespañola de 2004, con guión de Olivia de Montelongo, aborda la vida de sor Juana desde el presente, cuando una estudiante española, encarnada en la ex miss España Sofía Mazagatos, viaja a México para terminar su tesis doctoral. Inmersa en sus estudios, se transfigura en el espíritu de la monja, presenciando maravillosos inventos y grandes injusticias.

ELENA DEL RÍO PARRA

Cronología

1650 El jesuita portugués Antonio Vieyra predica el “Sermón del mandato”.
1651 El 12 de noviembre nace Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana en San Miguel Nepantla.
1654 Juana aprende a leer, enseñada por la “amiga” de Amecameca.
1658 Juana compone una loa al Santísimo Sacramento.
1660 Juana va a vivir con su abuelo a la ciudad de México.
1662 Juana entra en la corte virreinal de los marqueses de Mancera.
1667 Sor Juana profesa en el convento de las Carmelitas descalzas de San José el 14 de agosto, donde permanecerá hasta el 18 de noviembre.
1669 Sor Juana toma los hábitos de la orden de San Jerónimo el 21 de febrero, donde permanecerá hasta su muerte. Hace testamento y recibe de su madre una esclava llamada Juana de San José.
1676 Se publican en la ciudad de México los Villancicos a la Purísima Concepción.
1677 Se publican en la ciudad de México los Villancicos a San Pedro y los Villancicos a San Pedro Nolasco.
1680 Escribe el Neptuno alegórico en honor del virrey Tomás de la Cerda, marqués de la Laguna. Probablemente en este mismo año compone “Hombres necios que acusáis”.
1681 Fecha probable de la Autodefensa espiritual, también conocida como “Carta de Monterrey”.
1683 Sor Juana concluye la comedia Los empeños de una casa.
1684 Vende a la esclava Juana de san José a su hermana Josefa María. Comienza a escribir los Ejercicios de la Encarnación, cuya fecha exacta de redacción se desconoce.
1685 Se publican en la ciudad de México los Villancicos a la Asunción, que se reeditarán al año siguiente.
1688 Muere Isabel Ramírez, madre de sor Juana.
1689 Representación palaciega de Amor es más laberinto. Publicación en Madrid de Inundación castálida dedicada a la ex virreina María Luisa de Paredes.
1690 Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de Puebla, publica la Carta atenagórica. Aparece en México el auto sacramental titulado El divino Narciso. Ruptura de la relación entre sor Juana y su confesor, Antonio Núñez de Miranda. Edición de los Poemas de la única poetisa americana, musa dézima en Madrid (imprenta de Juan García Infanzón). Se publican en Puebla los Villancicos a San José y en la ciudad de México los Villancicos a la Asunción.
1691 Tres meses después de la publicación de la Carta atenagórica sor Juana escribe la Respuesta a sor Filotea, texto que será publicado póstumamente. Se imprimen los Villancicos de Santa Catarina en la ciudad de Puebla. Aparecen reeditados en Barcelona los Poemas de la única poetisa americana y musa décima soror Juana Inés de La Cruz.
1692 Se imprime en Sevilla el segundo tomo de las obras de sor Juana, que incluye el Primero sueño, El cetro de José, El mártir del Sacramento, San Hermenegildo, El divino Narciso, Los empeños de una casa, Amor es más laberinto y la Crisis sobre un sermón conocida como Carta atenagórica.
1692-1694 Sor Juana se confiesa con el padre Pedro de Arellano y Sosa, hijo espiritual de Antonio Núñez de Miranda. En 1692 se publica en Sevilla el Segundo tomo de las obras de sor Juana Inés de la Cruz, seguido de otra edición barcelonesa al año siguiente.
1693 Según su biógrafo Diego Calleja, sor Juana esboza la Petición que en forma causídica presenta al Tribunal Divino y dona su biblioteca y su colección de instrumentos científicos y matemáticos.
1694 Sor Juana firma con su sangre la profesión de fe recogida en el Libro de profesiones de su convento. Retoma la guía espiritual del padre Núñez de Miranda. Escribe la Docta explicación del Misterio.
1695 Sor Juana fallece el 17 de abril, dos meses después de morir su confesor, Antonio Núñez de Miranda.
1700 Ve la luz en Madrid la primera edición del tercer tomo de sus obras, con el título de Fama y Obras Posthumas del Fénix de México y la aprobación del jesuita Diego Calleja. El volumen incluye por primera vez la Respuesta a sor Filotea de la Cruz y ve sendas reediciones al año siguiente en Lisboa y Barcelona.
1713 Juan de Miranda pinta el retrato de sor Juana para el convento de San Jerónimo.
1751 Miguel Cabrera pinta el retrato de sor Juana.
1861 Se clausura el convento de San Jerónimo donde sor Juana pasó la mayor parte de su vida.

Temas de investigación

 1. Críticos como Abreu Gómez y López Cámara señalan las raíces cartesianas de la filosofía de Sor Juana, mientras que Carilla y Flynn las niegan. Compare las propuestas de R. Descartes con las aplicadas por la autora en algunos de sus textos.

 2. La obra de sor Juana se ha considerado en ocasiones como la cumbre del Barroco novohispano. Determine qué temas y recursos poéticos y lingüísticos hacen de sor Juana un ejemplo de este movimiento artístico.

 3. Elabore una estructura para el Primero sueño y explique los criterios en que se basa su propuesta.

 4. Identifique y clasifique los diferentes tipos de amor reflejados en los textos poéticos de sor Juana (platónico, neoplatónico, hereos, divino, etc.).

 5. Alegoría y dramaturgia están íntimamente ligadas en la escena de finales del siglo XVII, como demuestra el hecho de que sor Juana se sirva de figuras alegóricas tanto en el sainete De Palacio como en el Sarao de cuatro naciones. Sin embargo, la función de la alegoría no siempre es la misma en estos textos. Discuta por qué está de acuerdo/disiente de esta afirmación.

 6. El valor de los villancicos de la autora rebasa la celebración religiosa, tanto por su contenido ideológico como por su jocosidad festiva: determine cómo sor Juana es capaz de cumplir los requisitos horacianos de “enseñar deleitando” en estas piezas pensadas para su representación pública.

 7. Señale de qué manera el individualismo de la autora se pone de manifiesto en sus textos en prosa, cuáles son sus principales reclamaciones al destinatario de estas obras y en qué recursos se revela la persuasión como figura retórica característica de la oratoria.

 8. Aísle las diferentes actitudes en el Primero sueño (desengañado, triunfante, aliviado, indiferente). ¿Hay alguna que predomine, o el tono es uniforme a lo largo de toda la composición, incluido el final?

 9. Analice de qué manera el sainete De Palacio se atiene a las convenciones de este género breve, y en qué consiste la innovación dramática propuesta por sor Juana, en comparación con otras piezas de dramaturgos como Calderón de la Barca.

10. Los enlaces entre la obra de sor Juana y la creación más reciente inspirada por ella están todavía por establecer. Tanto en la “Bibliografía básica” como en la última parte de “Perspectivas críticas” encontrará una serie de textos y películas propicios para seguir elaborando la historia de la recepción crítica sorjuaniana.