Intubado y en fase terminal, el Atletico arrastraba su imagen por esos campos de Dios. Agobiado por la deuda de una gestion negligente, lastrado por una directiva ilegitima y condenado a simple comparsa y chiste facil en la oficina, el Atletico se asomaba al borde del precipicio. Envuelto su enesimo proyecto de autodestruccion, el club recurrio a una bala de plata: Simeone. Un idolo como nuevo paraguas para los dos que todavia presiden un club de todos. En unos meses, el Cholo invirtio el curso de la historia, enterro el traje del Pupas y construyo una maquina de competir. Heredo un muerto y devolvio un campeon. El efecto Simeone, el cholismo, se compone de dos palabras: grupo y equipo. Y solo conjuga un verbo: ganar.