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Cómo lucir, hablar, pensar

y actuar con liderazgo

 

 

 

 

DIANNA BOOHER

 

 

 

TALLER DEL ÉXITO

Proyecta una imagen triunfadora

Copyright © 2014 - Taller del Éxito - Dianna Booher

 

Título en inglés: Creating Personal Presence

Traducción: © Taller del Éxito Inc.

Créditos de las fotografías

Algunas de las fotografías utilizadas en los capítulos 4 y 5 fueron adquiridas bajo una licencia libre de derechos en www.dreamstime.com, según como aparecen a continuación: Las figuras 1, 2, 6, 7, 8, 11 y 22 son utilizadas por cortesía de Jennifer Booher.

Figura 3. ©Andreg Skribans

Figura 4. ©David Gilder

Figuras 5, 20, y 24. ©Yuri Arcurs

Figuras 9 y 25. © Andrés Rodríguez

Figuras 10 y 16. ©Elwynn

Figura 12. ©Andrzej Podsiad

Figura 13. ©Sophieso

Figura 14. ©Snezhok

Figura 15. ©Denis Pepin

Figura 17. ©Serdar Tibet

Figura 18. ©Olga Vasilkova

Figura 19. ©Kati1313

Figura 21. ©Geotrac

Figura 23. ©Olga Ekaterincheva

 

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida, por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de autor.

 

Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo personal, crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Diseño de carátula y diagramación: Diego Cruz

 

ISBN 10: 1-607382-47-4

ISBN 13: 978-1-60738-247-8

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Prólogo

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Hace aproximadamente quince años, en medio de un discurso ante cerca de 3.500 personas, invité a dos voluntarios a subir conmigo al escenario para demostrar los principios que ejercen influencia en el modo de proyectar nuestra imagen personal. Nunca antes había hecho ese experimento ante un grupo grande y honestamente estaba un tanto nerviosa. ¿Y si nadie se ofrecía como voluntario? ¿Qué ocurriría si los voluntarios eran demasiado tímidos como para poder ayudarlos? ¿Qué haría si resultaran tan buenos que no pudiera encontrar ningún consejo para mejorar su aspecto?

La primera voluntaria pasó al escenario, tomó el micrófono que le entregaron, se presentó y dio un breve resumen de un importante proyecto en el que estaba trabajando. Después de treinta segundos yo dije: "¡Alto!". Luego hablé a solas con ella durante un minuto dándole un par de consejos de entrenamiento. Ella regresó al escenario principal y repitió su presentación.

Tras la demostración del "antes" y "después", invité a que el público se acercara a los micrófonos que había en los pasillos del auditorio y mencionara las diferencias en el impacto del orador. Dijeron adjetivos que yo esperaba oír: "Más confiada". "Más atractiva". "Con más control". "Con más autoridad. Más creíble". Todos eran calificativos que yo presentía, así que fue satisfactorio escucharlos aunque no había usado ninguna de esas palabras al entrenarla. "¿Te dije que hicieras o fueras alguna de las cosas que han mencionado?". Le pregunté a la voluntaria. "No", respondió ella, obviamente complacida con su desempeño y con la retroalimentación que recibió.

Luego pregunté quién quería ser el segundo voluntario. Cuatro o cinco personas levantaron la mano y nuevamente elegí a alguien para que se acercara al escenario. Entré en pánico tan pronto comenzó a caminar por el pasillo hacia mí. Su modo de andar era vacilante y se veía muy rígido. “¡Ay no! Estoy en problemas”, pensé. Cuando tomó el micrófono, su voz sonaba como la de un niño de doce años. De nuevo, después de treinta segundos dije: "¡Alto!" Entonces hice la misma rutina basada en un minuto de consejos de entrenamiento.

Luego él pasó nuevamente a hacer el segundo intento y la multitud estalló en aplausos y silbidos. Fue como si se hubiera transformado en una estrella de rock haciendo su presentación.

"¡Montaje!" "¡Montaje!" "¡Es un montaje!".

Tardé unos pocos segundos en entender lo que muchas personas entre el público estaban coreando. El cambio había sido tan milagroso que pensaban que ese voluntario era un actor entre el público y estaba interpretando su transformación. Cuando finalmente volví a recibir el micrófono, tanto él como yo aseguramos que esa era la primera vez que nos veíamos. Terminamos el experimento y les agradecí a los dos voluntarios dando así por terminada mi intervención.

Por su parte, los voluntarios esperaron a que todos los que me habían rodeado se dispersaran y otra vez me dieron las gracias. Ambos me dijeron que varias personas del público se les habían acercado después del programa para volver a preguntarles personalmente si de verdad no eran "actores", ya que los cambios que observaron durante la presentación habían sido sólo el resultado de tres aspectos físicos que les aconsejé que modificaran durante esos sesenta segundos de entrenamiento en el escenario.

La respuesta a esa demostración fue tan dramática que comencé a incluirla en cada charla que hacía respecto al tema de imagen personal y credibilidad. Pronto se convirtió en el punto más solicitado para mis conferencias. Las llamadas a nuestra oficina por lo general comenzaban con "estuve entre el público en una conferencia en la que Dianna invitó a unos voluntarios a pasar al escenario...".

Pero a pesar de las buenas reacciones a la conferencia, y aunque había escrito muchos libros respecto a otros aspectos de comunicación, rechazaba la idea de escribir un libro relacionado con ese tema porque consideraba que la "imagen personal” es algo que hay que ver y no algo sobre lo cual leer. Sin embargo, en los años transcurridos desde esa primera demostración en el escenario, constantemente han surgido preguntas de parte de los clientes a quienes entreno, que de tanto contestarlas me llevaron a cambiar de parecer y decidí escribir al respecto.

Después de todo, probablemente sea posible plasmar la esencia de la imagen personal en el papel. Éste es el resultado de ese esfuerzo y tú decides si lo logré o no.

Si tienes este libro en tus manos, probablemente concuerdas con mi definición de líder o de aspirante a líder. Los líderes no se limitan a sí mismos con títulos. Los encontrarás en todos los escenarios de la vida: directores ejecutivos y profesionales de ventas, supervisores de primer nivel y jefes de departamentos, voluntarios ofreciendo su esfuerzo a organizaciones sin ánimo de lucro, soldados sirviendo a su país, propietarios de casas organizando sus comunidades, padres entrenando equipos de niños. Cualquier persona que tenga una misión se convierte en un líder cuando persuade a otros para alcanzar una meta importante.

El propósito de este libro es concretar el concepto de imagen personal y por consiguiente, hacerlo "realizable". Por supuesto, nunca podrás medir su impacto de la misma manera como mides, por así decirlo, el ritmo cardiaco de alguien o su velocidad al correr.

Pero considera por un momento cómo medimos la habilidad de un cantante. Se me ocurre el conocido programa de televisión American Idol. ¿Quién es el mejor cantante o intérprete de la temporada? Es claro que, en cierto grado, esas evaluaciones están basadas en opiniones subjetivas de los jurados y los espectadores. Pero en algún punto hay evaluaciones concretas involucradas. Los concursantes deben demostrar cierto nivel de competencia, de lo contrario son descalificados del programa, muchos incluso antes del inicio real de la temporada. ¿Saben o no saben cantar en el tono? ¿Han definido un registro vocal, uno que, según los jurados, sea adecuado o inadecuado para la competencia? ¿Tienen o no la capacidad de mantener un ritmo? Luego, después de lo elemental de las habilidades musicales, la subjetividad entra en escena.

Eso también es cierto en cuanto a la imagen personal que proyectamos. He buscado capturar esos conceptos esenciales respecto al tema, después de los cuales, lo que ves y escuchas depende de la percepción que los demás tengan acerca de tu imagen. Así mismo profundizaré en el campo de lo subjetivo, aquello que afecta las percepciones personales de los demás respecto a tu aspecto personal y credibilidad.

Este libro se divide en cuatro partes:

La primera parte, "Cómo te ves", contiene cinco capítulos relacionados con los aspectos físicos de tu imagen personal: tu apariencia, lenguaje corporal, vestuario, forma de caminar y tus entornos.

La segunda parte, "Cómo hablas", se compone de cinco capítulos respecto a tu calidad de voz, elección de palabras y habilidad para mantener conversaciones entretenidas y significativas.

La tercera parte, "Cómo piensas", habla de cómo procesas tus pensamientos e información y tu forma de expresarlos: tu habilidad para diferenciar lo importante de lo trivial, resumir brevemente y responder a preguntas bajo presión. Esta sección también trata sobre la diferencia entre pensamiento estratégico y pensamiento táctico. Al final encontrarás un capítulo sobre la mejor forma de controlar reacciones y expresar emociones adecuadamente.

La cuarta parte, "Cómo actúas", se refiere a la actitud y los rasgos del carácter que surgen con tu estilo de comunicación, cualidades, hábitos y comportamientos que pueden respaldar o desmejorar una imagen impactante y una credibilidad consecuente con ella.

Como lo mencioné anteriormente, la meta es ayudarte a mejorar tu presencia, así que he procurado ser lo más específica posible con los consejos, técnicas y anécdotas, a fin de lograr que los principios sean entendibles y prácticos. Pero, por favor ten presente que, si bien las anécdotas son verídicas, en cada caso he cambiado los nombres a fin de proteger las identidades.

Si estás leyendo este libro, es muy probable que ya entiendas el poder que tiene el aspecto personal para:

 

Pero tu organización también se verá beneficiada. Entre más fuerte sea tu imagen como su vocero empresarial, mejores oportunidades tendrás para representarlos con excelencia, abogar por su causa, vender sus productos o servicios, generar buena voluntad, demostrar integridad y ganar confianza en sus objetivos.

Al terminar esta parte, quiero agradecerle a mi equipo editorial por todos sus esfuerzos apoyando este libro desde la idea inicial hasta llegar a tu biblioteca. En especial, mi agradecimiento va hacia Steve Piersanti, Editor en Jefe, quien "entendió" desde un comienzo y vio que este proyecto podía ser muy diferente a los millones más que tratan el tema de comunicación, habilidades de presentación e interpersonales. Gracias también a David Marshall, Kristen Frantz, Marina Cook, Michael Crowley, Zoe Mackey, Katie Sheehan, Cynthia Shannon, Johanna Vondeling, Maria Aguilo, Catherine Lengronne, Dianne Platner, Rick Wilson, Bonnie Kaufman, Jeevan Sivasubramanian, y Neal Maillet.

Además, una vez más, gracias a nuestro equipo de consultores Booher, quienes generan opiniones entusiasmadas en el mercado. Ellos constantemente aceptan retos de nuevos clientes, desarrollan estrategias y producen resultados que nos ayudan a afinar las mejores prácticas en las muchas facetas que tiene la comunicación personal y organizacional.

Un agradecimiento especial también a Kari Gates y Polly Fuhrman por su asistencia en la investigación y la preparación del manuscrito.

Finalmente, mi gratitud es para con ustedes, los literalmente miles de clientes que nos han dado la oportunidad de trabajar con las estrategias de este libro, escuchar sus opiniones, ver los resultados y sentir la satisfacción de su éxito. ¡De corazón, muchas gracias!

—Dianna Booher

 

¿Por qué debes interesarte?

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Lydia (no es su nombre real) daba una versión diferente de la historia que yo había escuchado por parte de su socio mayoritario en su firma de abogados en Washington D.C. Ella decía: "Me siento como si estuviera empujando el famoso techo de cristal", dijo. "Sencillamente no me asignan las tareas importantes. Dedico tiempo a mi trabajo y en mis evaluaciones de desempeño, mi director me ha dado las mejores calificaciones en cuanto a actitud y competencia legal y toda esa clase de cosas. Pero no estoy teniendo las oportunidades para entrar en contacto y cerrar tratos con los clientes que generan buenos negocios. Es cierto, estoy en el 'equipo', pero nunca soy la abogada principal. Eso es lo que debes hacer para convertirte en socio, lograr buenos contratos. Y estaré fuera si no logro ser socia en uno o dos años".

Hizo una pausa pensativa antes de concluir, "la mayoría de los socios de la firma son hombres. Ya sea algo intencional o no, en serio creo que hay una parcialidad que me está impidiendo estar frente a los clientes. Seguramente es algo que tiene que ver con el género". No era un asunto de género.

Una semana antes, el socio mayoritario de la firma de abogados me había llamado para darme su opinión respecto a Lydia y para explicarme qué esperaba lograr con mi sesión de entrenamiento con ella. El resultado de su llamada fue este: "Lydia es muy competente como abogada y está muy dispuesta a dedicar el tiempo. Pero hasta la fecha hemos vacilado ponerla delante de los clientes o en la Corte. No puedo señalar con exactitud qué es, pero le hace falta presencia y pulimiento. Eso es lo que espero que puedas lograr con ella".

Luego me describió varios síntomas, incluyendo un comentario en especial que todavía recuerdo: "Incluso su forma de presentarse cuando se reúne con todo el equipo por primera vez con clientes potenciales, aminora sus conocimientos y nuestra experiencia como firma. Yo mismo he tratado de darle algunos consejos, pero no recibe bien la retroalimentación".

Cuando vino, aunque venía vestida con traje de calle, típico para su profesión, Lydia parecía estar una década pasada de moda. Además de un frío apretón de manos, su nivel de energía no parecía más arriba de 30 vatios. Su voz también carecía de intensidad. Un surco permanente parecía estar grabado en su frente. Cuando la presenté a otros miembros de mi equipo, no le fue fácil hablar con ellos al reunirse para tomar el café de la mañana. En el momento de preguntarle acerca de sus interacciones con clientes y otros ejecutivos de la firma, vacilaba y no tenía un enfoque estratégico acerca de las metas de la organización. Su respuesta a la mayoría de mis sugerencias eran "sí, pero...", seguidas de una justificación.

Tras los primeros minutos de nuestra sesión de entrenamiento, llegué a la misma conclusión que su jefe: Lydia carecía de imagen y desafortunadamente para su futuro en la firma, no recibía bien la retroalimentación. Lo típico cuando un cliente sale de una sesión de entrenamiento, es que comenta cómo planea poner en práctica las nuevas habilidades e ideas y promete volver a llamar para hablar de los resultados.

Nunca volví a saber de Lydia.

Por otro lado, John, Director Ejecutivo de un gran contratista de defensa aeroespacial, sí se benefició mucho con la realimentación. Al final de una de nuestras sesiones de entrenamiento, John me dijo: "Bien, ahora dime cómo debo vestirme. Soy ingeniero y por lo general no le doy atención a esa clase de cosas. Soy divorciado, así que ya no tengo una esposa que me dé su opinión, pero sé que es importante. Además Kathryn, nuestra Vicepresidente de Comunicaciones, me dijo que debía escuchar tu opinión respecto a la forma de vestir para mi primera reunión con todo el equipo y mi discurso para la conferencia en Alemania. ¿Colores? ¿Abotonarme la chaqueta o dejarla abierta?".

Practicamos la introducción de su discurso de dos horas ante todo el equipo de trabajo, el cual sería una anécdota personal, ya que su meta era marcar la pauta para la nueva dirección de la compañía e inspirar confianza en su capacidad para trazar ese nuevo rumbo.

Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser de gran impacto.

Las cosas "pequeñas" pueden hacer una gran diferencia para obtener un empleo, lograr un ascenso, ganar un contrato o guiar a una organización hacia el cambio, como en el caso de John, el nuevo Director Ejecutivo, quien entendió cómo liderar con éxito su organización hasta recuperar su posición como líder de la industria. Él se ganó los corazones y las mentes de su empresa con el primer discurso que le dio a sus empleados acerca del "estado de la compañía", después de haber asumido el cargo.

Durante los seis meses siguientes, cada vez que yo entraba y salía de sus instalaciones, otros ejecutivos, decían que John se había convertido en una celebridad después de su discurso inaugural. Había desarrollado su imagen personal y ésta había tenido un gran impacto sobre él y su organización.

Puede ser difícil definir la imagen o aspecto personal, pero todos la identificamos cuando la vemos. Alguien con buena imagen entra al salón y los demás se hacen a un lado, otros voltean a mirar y las conversaciones se abren para incluirlo. Al hablar, los demás lo aplauden o vitorean. Cuando los individuos con buena imagen hacen preguntas, la gente responde. Cuando ellos lideran, los demás los siguen. Cuando se van, todo es silencio.

Las personas que tienen muy buen aspecto personal se ven seguras y cómodas, hablan con claridad y persuasivamente, piensan claramente aún bajo presión. Actúan intencionalmente, piensan en sus emociones, actitudes y situaciones, y luego se adaptan. Asumen sus responsabilidades y los resultados que obtienen. Son individuos genuinos. Muestran su verdadero carácter con autenticidad. Lo que dicen y hacen concuerda con lo que son.

La Madre Teresa era muy bienvenida y se sentía igual de cómoda en las salas de juntas más importantes del mundo, como si fuera la más elocuente directora ejecutiva, la estrella de cine mejor vestida o la celebridad deportiva más adinerada. Con sólo cinco pies de altura, vestida con su hábito tradicional y pocas posesiones propias, la Madre Teresa por lo menos tenía un secreto que muchos imitadores no conocen. Y desafortunadamente se requiere tiempo para que dicho secreto emerja o brille por su ausencia: carácter.

Durante 45 años, armada únicamente con su integridad, su idioma y su habilidad para hacer que directores ejecutivos sintieran las dificultades de los pobres, la Madre Teresa los persuadía a financiar sus metas: orfanatos, residencias para enfermos terminales, leprarios, hospitales y cocinas de beneficencia. Al momento de su muerte, 123 países en 6 continentes habían sentido su presencia.

Tu imagen personal te ayuda a lograr una cita, conseguir pareja o hacer una venta, a liderar una reunión, un movimiento, una revolución o una nación. Es algo que aparece en todos los segmentos de la sociedad y en todos los niveles de una organización.

La imagen o apariencia personal se puede usar con propósitos nobles o para metas egoístas. Cuando los políticos, atletas, estrellas de cine o gerentes caen en desgracia o comportamientos manipuladores, boicoteamos sus hechos, hablamos mal de su liderazgo y decimos que no tienen clase.

Donde sea que te encuentres y a donde quiera que desees llegar, tu imagen te ayudará a llegar.

Sigo convencida cada vez que pienso que la Madre Teresa estudió a Aristóteles. En el siglo IV él identificó tres aspectos esenciales de la comunicación persuasiva, otro gran componente de la imagen personal:

 

Los tiempos no han cambiado demasiado. Ser un comunicador experto, lo cual es parte importante de la imagen, todavía genera estatus social e influencia. De hecho, la comunicación hace que el liderazgo sea posible en la política, en la comunidad, en el sitio de trabajo, en la familia. Recuerda con qué frecuencia los expertos, al igual que los votantes, hacen notar la capacidad de discurso y habilidades sociales de un candidato, o su carencia de ellas. No sólo esperamos que nuestros presidentes y celebridades hablen bien, sino que esa también se ha convertido en la norma esperada para directores ejecutivos, analistas de sistemas, profesionales de ventas y madres que entrenan equipos de fútbol.

Como lo mencioné en el prólogo, nunca podrás medir la influencia de tu imagen personal de la misma manera como mides, por así decirlo, tu ritmo cardiaco o tu velocidad al correr. Medir el impacto de la imagen personal es más parecido a medir la salud. Por lo general, los médicos pueden revisar los reflejos, hacer un electrocardiograma o una prueba de estrés, revisar los niveles de colesterol, analizar los componentes de la orina y la sangre, solicitar un examen de visión y oído, para luego certificar que alguien no tiene ninguna enfermedad y que está en buena forma física o no. Más allá de lo elemental de la salud física, la subjetividad entra en escena. Las personas compiten entre sí y contra sus propios estándares para vivir saludablemente según los niveles de energía que quieren y los estilos de vida que desean llevar.

Pero en cierto punto hay conceptos de fondo esenciales así como subjetividad.

Eso también es cierto en cuanto a la imagen. Este libro busca capturar esos conceptos esenciales respecto al tema. Pero más allá de estos, lo que ves y escuchas depende de la percepción que los demás tengan acerca de tu imagen. El libro también profundizará en el campo de lo subjetivo, aquello que afecta las percepciones personales de los demás respecto a tu aspecto y credibilidad.

En el trabajo, la etiqueta limitante suele aparecer con la opinión de un supervisor en una evaluación de desempeño o alrededor de una mesa de juntas, al decir que la persona en cuestión carece de "pulimiento".

A menudo, al interior de alguna organización, nos enteramos de grupos enteros de nacientes superestrellas, seleccionadas y puestas aparte para recibir entrenamiento especial o tener mentores; se trata de individuos de los cuales se dicen cosas como: "Ellos son los de mayor potencial. Los hemos identificado con antelación para proyectos importantes y tareas muy visibles ante el equipo ejecutivo. Necesitamos que los ayuden a dar los toques finales".

Aunque son técnicamente competentes, alguien en la alta gerencia considera que necesitan más imagen para el siguiente salto en su carrera. Siempre surgen ciertos elementos en común, rasgos típicos y actitudes entre los candidatos, así como observaciones similares de parte de los ejecutivos que los envían al entrenamiento:

 

Cualquiera sea el comentario, por algún motivo la superestrella se ha estrellado con un muro y no tiene idea de qué es o cómo "arreglarlo". Pero la mayoría de personas es consciente de las ventajas que les genera una mejor imagen. Entienden que la influencia exige presencia personal.

Se les ha dado esta clasificación especial de "gran potencial" junto con la ayuda, no porque ese grupo de personas esté en los lugares bajos de la escala de imagen personal. Todo lo opuesto. Son elegidos para "ser pulidos" debido a que ya están en los primeros lugares de esa escala de buena imagen y han evidenciado muchas destrezas, potencial, compromiso e interés en mejorar su influencia e impactar su organización a mayor escala.

La imagen no es un aspecto del cual se tiene todo o nada. Considérala como una continuidad o un canal como el que ves en el siguiente diagrama, con tus atributos físicos, talentos naturales, habilidades de comunicación y rasgos del carácter ubicados en alguna parte del camino entre un extremo y otro, los cuales producen "baja imagen/bajo impacto" y " alta imagen/alto impacto". A diario todos podemos acercarnos un poco más al extremo superior a medida que nos hacemos más conscientes e intencionados.

Booher Consultants encuestó a más de doscientos profesionales de diferentes industrias para saber por qué deseaban mejorar su aspecto personal y el 48% de los encuestados respondió que sus razones eran "mejorar la credibilidad en la organización" o "vender mis ideas y proyectos". Nuestros consultores han escuchado las mismas razones durante los últimos 30 años al entrenar a clientes individuales.

En nuestra encuesta hicimos esta pregunta: "En general, ¿cómo afecta la imagen personal de alguien en la credibilidad que le tengas?". "Mucho" fue la respuesta del 74,5% de los encuestados.

Entonces, ¿cómo te aseguras de desarrollar esa mística imagen personal?

Entiende que después de todo no hay ningún misterio. Este libro toma el bastón donde lo dejó Aristóteles: ser un comunicador persuasivo conduce a tener credibilidad e influencia. Y esas habilidades y atributos los puedes desarrollar. Si desarrollas tu imagen personal hasta su máximo impacto, es posible lograr el mismo efecto que tienen los directores ejecutivos, las celebridades, los líderes cívicos y cualquier persona de influencia.

Los siguientes capítulos nos darán consejos y técnicas prácticas que te ayudarán a conectarte con los demás y comunicarte con credibilidad, poder y significado. Has oído decir que alguien tiene la "imagen de ánimo" para hacer alguna cosa. Así mismo, este libro cubre los aspectos de imagen mental, física y emocional. Para decirlo en términos sencillos, tu imagen involucra cómo:

 

A medida que mejores tu imagen personal, fortalecerás tu credibilidad y extenderás tu influencia. Con ese impacto más fuerte, mejorarás las posibilidades de lograr tus metas personales y profesionales, así como la misión y metas de tu organización.

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Específicamente aprenderás a:

 

Posicionarte como líder de pensamiento con una perspectiva estratégica.

No importa en qué punto nos encontremos en la escala de la imagen personal, todos podemos mejorar. La imagen personal consiste en desarrollar tus habilidades de comunicación, pensamiento y carácter para influir para bien a los demás y ayudarte a alcanzar tus metas.

 

 

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PRIMERA PARTE:
CÓMO LUCES

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