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Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 1999 Gina Wilkins

© 2019 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Un soltero irresistible, n.º 273 - enero 2019

Título original: It Takes a Hero

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Dreamstime.com

 

I.S.B.N.: 978-84-1307-708-6

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Prólogo

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Cinco

Seis

Siete

Ocho

Nueve

Diez

Once

Doce

Epílogo

Si te ha gustado este libro…

Prólogo

 

 

 

 

 

Perry Goodman se hallaba entre bastidores, en el escefnario del lujoso Waldorf Astoria, deseando encontrarse en otro sitio. En cualquier otro sitio. Tiró del cuello de su esmoquin para aliviar la sensación de ahogo. En su trabajo como estratega político solía vestir esmoquin a menudo, y no le molestaba tener que hacerlo. Pero esa noche en concreto habría preferido llevar su vieja camiseta de los Denver Broncos y unos vaqueros.

Normalmente disfrutaba trabajando en salas abarrotadas de gente, siendo el centro de atención mientras hablaba de los candidatos políticos a los que representaba y de sus programas. Por eso había elegido una profesión que debía ejercerse tras la escena política; porque le gustaba relacionarse con la gente y porque se preocupaba de verdad por los asuntos prioritarios de su partido político. Pero esa tarde en particular habría preferido estar sentado en su sofá frente al televisor. Solo.

Miró por el borde del telón al pobre infeliz que se hallaba al final de una pasarela parecida a las que se utilizaban en los desfiles de moda y en los concursos de belleza.

El fastuoso salón estaba abarrotado de gente, la mayoría mujeres, y todas las miradas estaban posadas en el hombre que se ofrecía en aquellos momentos en la subasta caritativa de solteros promocionada por Heart Books. La última oferta por él había sido de cinco mil dólares.

La entrada valía dos mil quinientos dólares por persona, lo que sumado al dinero que se obtuviera en la subasta supondría una bonita suma para los grupos de alfabetización en beneficio de los cuales se celebraba esta. Recordar ese importante detalle dio ánimos a Perry para alzar la barbilla y decirse que podía superar aquello, y que podía hacerlo con estilo. Él nunca habría decidido por su cuenta desfilar por aquella pasarela ofreciéndose a la mejor postora para pasar con ella un fin de semana, pero, a fin de cuentas, era por una buena causa.

Además, los malditos Broncos habían perdido un partido en el que Perry había hecho una apuesta con un viejo amigo que, casualmente, trabajaba en el departamento de publicidad de Heart Books. Y Perry jamás se había echado atrás en una apuesta.

Se dijo que incluso podía pasarlo bien durante el fin de semana con su compradora, cosa que supondría un agradable cambio respecto a las insulsas tardes que había pasado desde que se rompió su compromiso, un año atrás. Aunque, probablemente, la mujer que se lo llevara sería una ávida aficionada a las novelas románticas, esperaba que no fuera demasiado fantasiosa.

Él nunca había leído una novela romántica, y no sentía el más mínimo interés por hacerlo, pues las consideraba cosa de mujeres. Pero también sabía cuándo guardarse sus opiniones para sí mismo.

En beneficio de la subasta, y por su propia reputación, simularía estar interesado en aquella literatura y en sus aficionadas… al menos, en una aficionada en particular. En la que lo «comprara» para el fin de semana.