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PREVENIR LA EXCLUSIÓN SOCIAL

Mª CARMEN BELLVER MORENO

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Valencia, 2013

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PRÓLOGO

Pocos estudiantes de las ciencias sociales y humanas desconocen que hay una serie de ámbitos en la sociedad actual que requieren de respuestas novedosas. Este libro que me complazco en prologar se preocupa de tres de las más relevantes: la familia, el abuso de sustancias y la violencia escolar. Este es un esfuerzo que hemos de agradecer pues son pocos los textos donde se hallen reunidos estos problemas para su mejor comprensión y tratamiento.

La profesora Bellver, que desde hace ya muchos años se viene dedicando a investigar e impartir docencia en materias relacionadas con la inadaptación social —que ella prefiere denominar ‘exclusión social’—, ha entendido bien con qué frecuencia estas áreas resultan usualmente desatendidas en los currícula formativos de educadores, pedagogos y psicólogos, y elabora un libro que pretende complementar otros manuales y textos que dedican su atención a otros ámbitos como la delincuencia juvenil y adulta o el maltrato de menores.

Razones no le falta para ello. En primer lugar, la violencia escolar es un claro indicador de riesgo de exclusión; una escuela violenta refleja un problema grave en las familias de los alumnos, y los chicos violentos abundan entre los fracasados escolares. De igual modo, en segundo lugar, una familia dominada por pautas disfuncionales genera una base para los problemas escolares, pero también para otros muchos problemas de exclusión social como las drogas o la delincuencia, sin olvidar los efectos negativos de tales prácticas y relaciones en la salud mental de los implicados. Y en tercer lugar, el abuso de drogas es uno de los acompañantes habituales del proceso de exclusión, ya sea como añadido a los problemas anteriores, o como protagonista de este proceso, en cuyo caso actúa primero como factor desestabilizador del rendimiento escolar y la convivencia en la familia.

Es este un libro con una investigación detrás sólida, que se abre con un estudio importante sobre el proceso y concepto de la exclusión social y se cierra con una propuesta docente para que los alumnos afilen sus aptitudes prácticas en un proyecto de intervención en uno de los ámbitos aludidos. La elección de un marco conceptual ecológico, alejado de perspectivas reduccionistas centradas únicamente en el individuo excluido, le confiere una ambición amplia que sin duda es muy necesaria para abordar de forma conveniente cualquiera de los problemas planteados en los diferentes capítulos.

Estoy seguro de que los alumnos de estudios educativos y sociales y los profesionales en general encontrarán muchos puntos de interés en esta obra para darle la bienvenida como un instrumento útil y relevante para su formación y eventual aplicación a sus ámbitos de trabajo.

Vicente Garrido Genovés

Universidad de Valencia

INTRODUCCIÓN

El ámbito de la intervención socioeducativa se ha ido haciendo más complejo, demandando profesionales más ambivalentes. En la actualidad vivimos con la sensación inquietante de que los cambios se producen de manera mucho más rápida que muestra capacidad resolutiva para adaptarnos a ellos: en este contexto, el individuo tiene que aprender a desarrollar competencias que se ajusten o afronten la gran variabilidad de situaciones caracterizadas por su continua transformación. Los cambios sociales que se han producido en Europa y en el conjunto de las sociedades occidentales han sido muy profundos y han afectado intensamente al mercado de trabajo, la economía y estilos de vida de los ciudadanos. Estos cambios demandan en las organizaciones e instituciones una renovada configuración de la profesionalidad. Debe destacarse también la importancia emergente de la tarea orientadora y de asesoramiento en contextos educativos formales. En este sentido son ya numerosas las experiencias de trabajo colaborativo entre los profesionales de la educación (pedagogos y educadores sociales) con los profesionales docentes en los centros educativos. La necesaria vinculación de ambas tareas docente y educativa demanda actualmente la incorporación de los profesionales con formación pedagógica y educativa en contextos formales más allá de su actual vinculación.

Este libro se ocupa de analizar distintos contextos de inadaptación social entendida como la incapacidad de adaptarse a una situación determinada de forma puntual o permanente, en cuya base podríamos encontrar el desajuste personal, el conflicto o fricción con el ambiente. Estos contextos complejos están demandando una intervención socieducativa más global. Para comenzar, el término adaptación y su contrario, son siempre relativos y complejos: la propia problemática del vocablo ha provocado una terminología abundante entre la cual el posible significado y personalización del término inadaptación es uno más, así por ejemplo: inadaptado, anormal, irregular, delincuente, excluido, difícil, caracterial, antisocial, problemático, desadaptado, etc. En todo caso, hay que entenderlo como un proceso en el que hay que entender al sujeto como agente activo, experiencial, que reacciona de una manera personal al contexto, no mecánica, y como sujeto en proyección constante, con toma de decisiones personales en torno a su capacidad de planificación. El concepto de inadaptación está siendo superado por el de exclusión social, término relativamente reciente, cuñado en los primeros años del siglo XXI, que plantea la intervención superando un diseño asistencial a uno más sociocomunitario de tal modo que pasamos de un modelo de carencia individual preponderante en el último tercio del siglo XX, a un modelo global incardinado en el entorno de las personas inadaptadas que concede mayor importancia a las actuaciones de carácter preventivo.

Se plantea así, el eje en el que se incardinan las propuestas de intervención socioeducativas propuestas en el libro. Los educadores (pedagogos, psicólogos y psicopedagogos) desarrollan sus competencias profesionales en el ámbito formal, ámbito que cada vez más demanda intervenciones socioeducativas que vayan más allá del ámbito curricular: con la familia, con profesores que sepan abordar problemas de consumo de drogas, violencia en la escuela, trabajo con menores en riesgo, etc... Por otra parte los educadores sociales abordan el desarrollo socioeducativo de personas y colectivos, e integrando de una forma sistemática la educación no formal. No obstante consideramos que es un perfil profesional que puede ser necesario también en el ámbito formal puesto que estamos atendiendo a una realidad cada vez más compleja tanto a nivel social como familiar. En algunas comunidades de nuestro país, como Extremadura, entienden el papel colaborativo de este profesional en el ámbito formal y de hecho han iniciado una andadura en este sentido muy prometedora.

En el libro nos ocupamos de los siguientes ámbitos: clarificación del concepto de desadaptación social y su relación con otros conceptos con más connotación social como es el de exclusión social, diseño y planificación de la intervención socioeducativa, la prevención del consumo de drogas en el ámbito escolar y familiar, la prevención de la violencia escolar en el ámbito educativo, familia y menores en riesgo e iniciación a la investigación presentando un estudio de investigación sobre violencia escolar en espacios públicos.

A la clarificación del concepto de desadaptación social va dirigido el primer capítulo. El segundo capítulo sugiere que el profesional de la educación social, incluya entre sus competencias además de la prevención, intervención, encarcelamiento e inserción social en torno al ámbito de la delincuencia como sector fundamental del ámbito no formal, otras líneas de trabajo en las que su formación puede potenciar la intervención desde el ámbito formal y/o no formal e informal. Este es el objetivo fundamental del presente libro, formar a los futuros educadores sociales en otras líneas de intervención socioeducativa relevantes en la sociedad actual.

El tercer capítulo va dirigido a la violencia en la escuela: en el ámbito educativo estamos asistiendo en las últimas décadas a una creciente preocupación con el tema de la violencia escolar, problema que afecta al desarrollo de la actividad docente y afecta a la relación entre profesores y alumnos con consecuencias negativas tanto para el agresor como las víctimas. La violencia escolar existe cuando una persona o grupo de personas del centro se ve o ven insultados, físicamente agredidos, socialmente excluidos o atemorizados por otros que realizan impunemente sobre las víctimas estos comportamientos y actitudes. Si estos comportamientos no son puntuales sino que se repiten, la víctima se ve envuelta en una situación de indefensión psicológica, física o social, por la disminución de su autoestima, su seguridad personal y de su capacidad de iniciativa provocada por la actuación de su o sus agresores, la ausencia o escasa ayuda del exterior, y la permanencia en el tiempo de esta situación social.

El capítulo cuatro está relacionado con el fenómeno de la drogadicción que en la actualidad se considera como un problema pluridimensional en el que intervienen tres elementos fundamentales: sustancia, individuo y contexto. El consumo de drogas es un problema que no afecta tan solo a nuestro país, sino que se ha convertido en un problema de primer orden a nivel mundial: la edad de inicio de consumo entre nuestros jóvenes disminuye cada vez más, el consumo se inicia normalmente con las drogas legales pero luego comienza una experimentación con drogas de diseño, anfetaminas y otras drogas ilegales. Conociendo que la edad crítica se sitúa entre los 12 o 13 años, y cada vez se va rebajando, la educación debería fomentar la capacitación de los sujetos para tomar decisiones, antes de que estos comenzaran a experimentar con las drogas.

El capítulo quinto desarrolla el trabajo del educador social en el ámbito familiar y con menores en riesgo. La evolución histórica de la sociedad ha ido separando y especializando diversos ámbitos del desarrollo educativo de las personas que en un primer momento se daban unidos: nos referimos a la separación entre la escolarización, encargada casi exclusivamente a la educación formal (la escuela) y otras prácticas educativas más informales que quedarían a cargo de la familia y de los medios no formales o informales de la sociedad (medios de comunicación, agencias formativas no escolares, etc...). La familia, como agencia socializadora de primer orden, en pleno siglo XXI está demandando una formación en relación a tareas educativas y formativas de sus hijos, para tratar situaciones como conflictos familiares, falta de límites en los hijos, conductas disruptivas, y en algunos casos situaciones más graves de violencia familiar. Es aquí donde el educador social debe desarrollar sus competencias en el ámbito formal y no formal. Junto a esto seguir desarrollando su labor con menores en riesgo que puedan encontrarse en situaciones de riesgo y/o de desamparo.

En el último capítulo se incluye una propuesta de investigación en violencia escolar en espacios públicos, como muestra de un estudio realizado que incluye un estudio cualitativo y cuantitativo, cuyo análisis puede ser un aliciente para los estudiantes de educación social hacia la investigación socieducativa.

Este libro va dirigido como material formativo complementario de los alumnos de grado de educación social, como profesional que debe potenciar su desarrollo profesional en el ámbito formal y además está atento a las problemáticas sociales que aparecen en el ámbito no formal. Es un libro teórico-práctico pensado además para ser utilizado como material de referencia para los distintos perfiles de profesionales del ámbito social y educativo: educadores sociales, orientadores, psicopedagogos/as, puesto que desarrolla distintos ámbitos educativos con una problemática socioeducativa que la misma escuela está demandando intervención.

En conclusión, con el presente libro se pretende complementar la formación de los educadores en ámbitos en los que la realidad educativa española está demandando profesionales capacitados para atajar estas problemáticas socioeducativas.

Capítulo 1

DE LA DESADAPTACIÓN SOCIAL A LA EXCLUSIÓN SOCIAL

Los conceptos de adaptación y desadaptación social, son términos que han tenido un peso importante en el último tercio del siglo XX como explicativos del desajuste social que puede producirse en la interacción entre el sujeto y el medio, y que puede dar lugar a situaciones de marginación, pobreza, vulnerabilidad y desadaptación social, conceptos superados actualmente, en el ámbito socioeducativo por el de exclusión social. El concepto de exclusión social, término relativamente reciente, acuñado en los primeros años del siglo XXI, amplía la concepción del concepto de desadaptación social, al plantear una intervención especializada desde el ámbito de la educación social otorgando mayor importancia al elemento comunitario y entenderlo como un proceso dinámico de separación del sujeto o del grupo de las oportunidades laborales, económicas, políticas y culturales que le corresponden como ciudadano (Pérez, 2012).

1. LA DESADAPTACIÓN SOCIAL COMO PROCESO

1.1. La desadaptación social: concepto y características

Definir el concepto de desadaptación social no es una tarea fácil. En una primera aproximación al concepto, en positivo, y aplicado al ámbito socioeducativo, la adaptación hace referencia a un proceso dinámico relacional entre la persona y el medio. La cuestión inicial que nos permite hablar de adaptación hace referencia al proceso de socialización, es decir la adaptación del sujeto al entorno en el que vive y se desarrolla a través de la adopción de normas, creencias, valores, formas de comportamiento, et... propios de la sociedad en la que vive.

Otro factor a tener en cuenta en relación al término de adaptación son las propias peculiaridades del grupo de pertenencia del sujeto. Así las opiniones, creencias, actitudes, normas y valores del grupo de pertenencia no siempre coinciden con las del grupo normativo. Pongamos por caso la situación de un niño de minoría étnica (gitano), si de lo que se trata es de que se adapte a su medio familiar y grupal —con las muchas matizaciones que tal adaptación implica—, ¿cómo le va a ser posible adaptarse a las normas, valores, creencias, etc... emanadas de las distintas instituciones que conforman el medio grupal general si éstas son contradictorias con su medio de pertenencia? ¿por otra parte, lo que se pretende no es condenar al sujeto a una situación ancestral de inadaptación en nombre de esta supuesta adaptación?

La adaptación es un término relativo para el ser humano en términos sociales. El relativismo procede del distinto énfasis que queramos poner en los distintos elementos que intervienen: el sujeto, y el entorno, así como en las distintas perspectivas interpretativas que estemos dispuestos a abordar, perspectivas históricas, sociológicas, judiciales, psicológicas, que nos van a remitir a distintas apreciaciones sobre las particularidades de la adaptación.

Otro factor de relativismo procede de la propia semántica del concepto que implica necesariamente una comparación respecto a alguien a algo o alguien. De alguna manera implica una relación de “opuesto, o contrario en relación a”; lógicamente pues, esa misma oposición ya implica un relativismo puesto que siempre tendremos que hacer referencia a una norma, una situación, un grupo, unas condiciones, etc... que son las que nos proporcionarán los datos para el análisis y el significado del término. Además, y tal como hemos comentado anteriormente, la propia problemática del vocablo ha provocado una terminología abundante entre la cual el posible significado y personalización del término inadaptación es uno más, así por ejemplo: inadaptado, anormal, irregular, delincuente, excluido, difícil, caracterial, antisocial, problemático, desadaptado, etc...

Además existe una relación entre los términos de desadaptación e inadaptación. Amorós y Ayerbe (2000) definen la adaptación como un proceso vital e histórico de personas y grupos en los que se dan o se han construido unas relaciones aceptables o bastante aceptables en los diversos contextos (familiares, escolares, laborales, comunitarios, sociales) en los que desarrollan sus vidas. Frente a esto la desadaptación se refieren a una manera no constructiva, no adecuada a las necesidades de los sujetos en los entornos en los que viven, pero es posible la readaptación, la reeducación. Inadaptación sería un eslabón más en esta cadena de desadaptación, y sugiere que un sujeto que llegado al extremo que podría derivar en marginación o exclusión social. Los autores analizados (Ayerbe y Amorós 2000; Valverde (2002); Garrido Genovés (2005) y Orte y March (2001), consideran pertinente utilizar de forma indiscriminada los términos de desadaptación social e inadaptación social, puesto que se consideran dos momentos de una misma realidad.

Como puede apreciarse, se puede ser inadaptado por muy diversas causas y situaciones tanto morfológicas, fisiológicas o comportamentales, como por problemas de socialización inadecuada o bien por las propias reacciones del sistema social, entre otras. El conflicto está en la relación inadecuada que se establece entre ambos, sujeto-entorno, si bien la autora, a pesar de utilizar la semántica interactiva, no la utiliza como respuesta sino como dos modos de análisis que recaen en el sujeto. Es el sujeto el que presenta —por su disposición interna— una anomalía, aunque ésta no se deba únicamente a esta disposición interna (Díaz, 1990). Es decir, el análisis debería realizarse desde el propio sujeto porque es él quien presenta la perturbación, los elementos ambientales aparecen aquí de forma secundaria al conflicto que presenta el sujeto.

De lo explicitado hasta aquí, el concepto de inadaptación social plantea las siguientes connotaciones respecto al mismo: a) el concepto de desadaptación social está impregnado de relativismo y subjetivismo, que procede precisamente de las connotaciones sociales y valorativas que cualifican el comportamiento de la persona antisocial; b) el análisis del comportamiento del inadaptado necesita una valoración contextual y situacional del comportamiento considerado como inadaptado; c) en relación a la valoración individual o grupal de la desadaptación, es importante considerar las propias expectativas, los estándares de conducta, los criterios sobre los que se realiza el análisis de la desadaptación; d) en relación al comportamiento del desadaptado, también es importante valorar las circunstancias históricas, políticas, sociales, educativas, económicas que determinan tanto el análisis de la desadaptación como el comportamiento del inadaptado y e) es importante realizar el análisis de la respuesta del sujeto inadaptado desde una perspectiva interactiva: se trata de analizar el comportamiento inadaptado desde la propia dinámica relacional de la que surge el conflicto.

Con todo esto no queda agotado el análisis de la desadaptación social: es necesario abordar el concepto de desadaptación social como algo dinámico y complejo entre sujeto y medio.

1.2. Las relaciones entre el sujeto y el medio como marco de la adaptación, y desadaptación

Como ya se ha comentado anteriormente, los conceptos de adaptación y desadaptación son complejos y su significado depende de muchas variables. Para ir introduciéndonos en el concepto es necesario efectuar una serie de reflexiones acerca de la relación que se establece entre sujeto y medio.

1.2.1. Las relaciones sujeto y medio en el proceso de adaptación

La adaptación como todo proceso dinámico, es un fenómeno que implica que un individuo se relacione con el medio en el que se desarrolla, nos encontramos entonces con dos elementos que se relacionan: la persona y el entorno. Si ningún ser vivo puede mantenerse en dicho estado sin un intercambio con el contexto en el cual se desarrolla, la persona no puede tampoco sobrevivir y menos desarrollarse adecuadamente sin un intercambio aceptable con su entorno. Es cierto que los progresos de la técnica han convertido al ser humano relativamente independiente de este medio natural, habiéndolo incluso modificado en parte. La adaptación para el ser humano es esencialmente “la adaptación a un medio humano”. Es por todo esto que hemos de adoptar un modelo interactivo para comprender y explicar los fenómenos de adaptación e inadaptación, teniendo en cuenta cada uno de los elementos que conforman el fenómeno global (el sujeto y el entorno) así como las relaciones que se establecen entre el sujeto y el entorno.

TABLA Nº 1

SUJETO

INTERACCIÓN

MEDIO

– Polo que experimenta

– Sujeto de intenciones y significados

– Sujeto de proyectos

– Interacción histórica, peculiar, idiosincrásica

– Interacción conflictiva, con problemas, con sufrimiento múltiple

– Complejo y con muchas dimensiones

– Medio generalmente carencial y con situaciones de peligro

CONSECUENCIAS PARA LA INTERVENCIÓN

– Acción multidimensional e idiosincrática, tanto en el sujeto como en el medio

– Intervención sobre aspectos cognitivos, afectivos, relaciones del sujeto

– Intervención sobre aspectos familiares, escolares, de inserción social y laboral

Fuente: Ayerbe y Amorós (2000) Intervención educativa en inadaptación social. Ed. Síntesis.

1.2.2. El sujeto activo e intencional

Partimos de un modelo interactivo que da importancia al sujeto, al medio y sobre todo la interacción entre el sujeto y su entorno. Este modelo parte de una concepción del sujeto con las siguientes características: a) sujeto experiencial: las personas reaccionamos de una manera personal y concreta al contexto que nos rodea, no de forma mecánica: no existe experiencia sin un sujeto que experimente y que viva el contacto con el medio ambiente a su propia manera de ser humano; b) sujeto como agente intencional activo: que construye significados en un contexto interactivo. En este aspecto se refuerzan los aspectos cognitivos del sujeto y afectivos del sujeto: el sujeto percibe, interpreta, piensa, selecciona, siente, reacciona, entre otros; los cuales están mediatizados claramente por la historia, la cultura, entorno familiar y afectivo, etc. Es de suponer que la capacidad de distanciarse del entorno inmediato y efectuar un “análisis objetivo y de consecuencias” sea más fácil para aquellas personas con nivel cultural alto y una cierta capacidad para ello. Y por lo tanto, mayores dificultades para aquellas personas cuya existencia haya transcurrido con menos oportunidades y se haya jalonado de serios fracasos familiares, escolares, sociales y laborales y c) es un sujeto de proyectos: esta característica hace referencia tanto a los procesos (planificación) como a los productos, esto es a los proyectos entendidos como construcciones que atestiguan el modo en que la persona se inserta en el entorno. Esto tiene varias consecuencias (Ayerbe y Amorós, 2000):

• No se pueden admitir como fundamentación válida de un proyecto de intervención educativa las interpretaciones de las personas en las que el mismo niño, joven o adulto esté ausente como sujeto de experiencia, significación, cognición o proyección. Ello significaría que “el niño puede ser manipulado por los técnicos para su readaptación, cada vez más ansiosa de encontrar los procedimientos más eficaces para la reparación de esta máquina estropeada o mal montada”.

• La persona no puede ser asimilada a un objeto: el supuesto básico de toda intervención es la posibilidad de que los sujetos y grupos, mediante la ayuda social y educativa, puedan resistir y transcender muchas circunstancias, puedan desarrollar proyectos, etc...

A) La inadaptación y el medio social desfavorecido

Consideramos que un sujeto o grupo, teóricamente, puede llegar a ser considerado como adaptado o inadaptado cualquiera que sea su clase social de pertenencia, su nivel cultural, su origen étnico, etc. Pero es un hecho constatado que los sujetos o grupos catalogados como inadaptados y en quienes se posa preferentemente la mirada social tienen su origen en las clases sociales más desfavorecidas, de niveles culturales “bajos”, de orígenes étnicos “diferentes” y con poco status en el lugar donde habitan.

Existe una relación entre inadaptación y ausencia o degradación de medios materiales (deficientes condiciones de vida: salarios, viviendas, etc. y/o elementos inmateriales (cultura, recursos simbólicos, relacionales, etc…) Y cuando ese ambiente está compuesto por una considerable cantidad de elementos carenciales, el sujeto o grupo ve limitadas sus posibilidades, de tal manera que un proyecto en desarrollo es más fácil que se convierta en un proyecto frustrado (Valverde, 2002). Pero tal influencia no significa adherirse a un determinismo social en que esté totalmente ausente el sujeto.

El entorno carencial comprende todas y cada una de las situaciones por las que atraviesa el individuo a lo largo de su proceso vital: el entorno físico (barrio, hábitat, etc…) familiar, escolar, laboral, pautas socializadoras del grupo al que pertenece, la distancia entre el grupo de pertenencia y los grupos de referencia mayoritarios (pandilla, grupo prestigioso, modelos televisivos, etc...).

Existen estudios que analizan los aspectos del ambiente que inciden negativamente en la génesis de la conducta inadaptada. En estos estudios se analizan elementos o dimensiones del ambiente como el espacio físico (demografía, aspectos de pobreza en los barrios, la deprivación sociocultural, viviendas con hacinamiento...), el espacio familiar (tamaño de las familias, las enfermedades familiares, la estructura familiar, las relaciones familiares…), el ambiente escolar (las relaciones entre escuela y origen social, la influencia de la escuela en la inadaptación social, relación del niño-problema y su familia con el entorno escolar) el ambiente laboral (trabajo y socialización, el empleo, la exclusión social, etc...). Existe una relación entre carencia, medio hostil, marginación, inadaptación, etc... No obstante, hemos de diferenciar entre la existencia de una relación directa entre carencia e inadaptación, pero no un determinismo: se puede carecer de salud y no estar inadaptado, y a la inversa un sujeto puede vivir en un medio hostil y no estar inadaptado.

B) El núcleo de la desadaptación: la interacción ambiente y sujeto

Para entender los procesos de desadaptación social hemos de partir de un proceso dinámico entre el contexto y el individuo. Es en esta interacción, donde las variables personales van a filtrar, organizar, seleccionar entre los estímulos que le llegan al sujeto del medio donde se desarrollar. Este carácter interactivo y único que se establece entre sujeto y ambiente es ideográfico: las situaciones se relacionan con las variables individuales de cada sujeto de una manera peculiar, irrepetible, de forma que, por una parte, dos individuos perciben una misma situación de forma diferente y, por lo tanto, se relacionan con ella de manera distinta y, por otra, respuestas aparentemente idénticas, emitidas por diferentes personas, pueden tener significados muy distintos (Valverde, 2002).

De esta interacción se desprende una consecuencia fundamental en la intervención educativa en problemas de desadaptación social: si el ser humano es un ser relacional y la desadaptación supone fundamentalmente un conflicto relacional toda situación de desadaptación debe ser diagnosticada y la acción educativa deberá ejercer su influencia sobre ambos elementos del conflicto: a) sobre el individuo: dotándole de unas posibilidades adecuadas para desenvolverse activamente en la relación social, lo cual implica intervención preventiva y/o reparadora en aquellos casos en que el conflicto haya cristalizado como consecuencia de una alteración en la persona del inadaptado. Así se trabajarán cuestiones como recursos afectivos, escolares, profesionales y sociales; b) sobre el entorno social: que está en la base de la situación de desadaptación social y que ponen en evidencia carencias a distintos niveles que han de ser trabajadas.

1.2.3. La adaptación y desadaptación como proceso

Toda situación de desadaptación social debe considerarse no como un accidente aislado sino como un momento importante y duradero en una evolución, que puede ir consolidándose conforme va afectando a más sistemas del contexto del sujeto: familia, escuela y medio social. Un proceso típico podría ser el siguiente (Ayerbe y Amorós, 2000):

1. La familia: El proceso de disocialización comienza a aparecer cuando las primeras relaciones del niño con su medio familiar y sus carencias juegan un papel inicial importante. Un perfil de riesgo de desadaptación presentaría rasgos como nivel socioeconómico débil de la familia, ambiente familiar perturbado, numerosas carencias educativas, poca o inadecuada estimulación intelectual y afectiva del niño.

2. La escuela: la desviación del proceso de socialización se afirmará como realidad social en el momento en que el niño se confronte con el primer medio social estructurado: la escuela. En la escuela se pueden observar ausencias e irregularidades en la asistencia, la adaptación al grupo problemática, ausencia de expectativas escolares por parte de los padres y abandono de la escolaridad obligatoria. Las carencias familiares, unido a un ambiente escolar negativo pueden impulsar a mayores grados de desadaptación social.

3. El trabajo: con todo lo anterior la inserción laboral ofrece serias lagunas y deficiencias. La mayoría de los sujetos inadaptados activos se sitúan en la jerarquía más baja de las profesiones, muestran una profunda insatisfacción laboral, alternan el trabajo con momentos de desocupación, se da una progresiva degradación del tipo de ocupación profesional. La inadaptación profesional puede conducir a la inadaptación social.

Este proceso de ajuste social, familiar y escolar, también puede entenderse desde el prisma del desarrollo de la competencia social (Garrido y López, 1995). Según estos autores la competencia social está directamente vinculada con otro concepto básico, el de conducta prosocial, que guarda una relación estrecha con la función socializadora de la pedagogía social: una buena socialización implica el haber crecido internalizando recursos (cognitivos, conductuales y emocionales) que posibilitan la conducta prosocial. La tesis que defienden es que no se puede ser competente socialmente sin haber aprendido durante el proceso de socialización un estilo genérico de conducta prosocial, ya que sus componentes son necesarios para una función activa e integrada en la sociedad.

En este sentido la competencia social supone la adaptación del sujeto al medio que vive. Gullota (1990) defiende que la competencia social tiene varios componentes: a) el sujeto socialmente competente pertenece, es decir, se siente miembro y forma parte constituyente de una sociedad, la cual le reconoce unos roles y posiciones. En segundo lugar, las personas competentes son personas valoradas, apreciadas, dignas de tener en cuenta y finalmente, además de pertenecer y ser valorado, tiene la oportunidad de contribuir de forma positiva a su entorno.

1.3. Definiendo la desadaptación

Para concluir en la definición del concepto de desadaptación es preciso tomar en consideración las siguientes características ya analizadas anteriormente:

a) Se entiende como las relaciones no adecuadas entre el sujeto y el entorno, desajuste, conflictividad en el proceso de interacción multidimensional entre el individuo y la situación en que éste se encuentra.

b) Permanencia o duración prolongada de unas relaciones defectuosas o inadecuadas con el medio social, familiar o laboral y/o el riesgo de que llegue a una situación permanente de insatisfacción o conflicto. Así podemos distinguir entre inadaptación y desadaptación, en función de la intensidad y duración, aunque a lo largo de este capítulo se utilice de forma indistinta. La desadaptación no tendría los rasgos de duración, intensidad y dureza que caracterizan a la inadaptación. Villars habla de desadaptación circunstancial (sucesos menores y de corta duración), desadaptación crítica (ejemplo: perturbación después de una disociación familiar) y desadaptación superadora (ruptura de equilibrio en búsqueda de una fase ulterior: adolescencia, cambio de grado escolar...)

c) Inadecuada vivencia y/o utilización de los recursos subjetivos y del mundo circundante: en procesos de desadaptación social el sujeto tiene graves dificultades para desarrollar las potencialidades cognitivas, sociales, relacionales y utilizar adecuadamente las posibilidades del entorno social, relacional, institucional y laboral. Así, la inadaptación y marginación han de verse como procesos en los que el individuo carece de recursos personales y sociales para enfrentarse al mundo histórico que le ha tocado vivir y que, lejos de transformarlo, lo sufre.

d) Consideración negativa y desgraciada de la situación en que vive el sujeto, tanto en aspectos objetivables (social, legal...) como en su dimensión subjetiva: hechos, situaciones, procesos, experiencias intervinientes en el sujeto. Se convierte en una situación circular: el sujeto inadaptado sufre y también hace sufrir a los demás haciendo a otros sujetos víctimas de delitos graves.

e) Interacción entre vivencia personal de falta de valía y percepción social despreciativa y consecuente imposibilidad de desempeño de un papel valioso en la sociedad. Es un proceso en el que el sujeto tiende a interiorizar una visión negativa de sí mismo (autoestima, autoconcepto negativo,), que hace que viva fuera o al margen de los circuitos sociales mayoritarios y tiene dificultad para pensar y actuar dentro de alternativas personales, sociales o grupales aceptables socialmente. Esto se traduce en una incapacidad duradera y seria de vivir de vivir en sociedad.

f) Pertenencia frecuente y participación en un grupo que tenga finalidades alejadas de los patrones intelectuales, afectivos, relacionales o comportamientos sin que se posea alternativas constructivas en relación a la sociedad o a sí mismos. Hablamos de subgrupos, pandillas, bandas delincuenciales, grupos desarraigados o marginados, etc...

g) Ausencia frecuente de elementos materiales o inmateriales necesarios para que sea posible una participación social aceptable, sobre todo en los sujetos que son objeto de las medidas de control social: marginación, económica, social, cultural, escolar, laboral.

1.4. Análisis de las perspectivas explicativas de la desadaptación social

Tal como hemos comentado anteriormente, la aproximación de la inadaptación social necesita de diversas perspectivas y enfoques. Si en una primera aproximación al concepto hemos destacado los aspectos dinámicos de la relación sujeto-entorno en relación a la respuesta conflictiva que emite el sujeto inadaptado, es nuestro interés centrarnos en el análisis disciplinar de dicha respuesta interactiva. Es decir, se trata de recoger las aportaciones de diferentes disciplinas respecto a la inadaptación social desde el punto de vista del abordaje de la conducta inadaptada.

No pretendemos ser exhaustivos relatando el cómo desde la historia, la filosofía, la antropología, la medicina, la sociología, la medicina, etc, podríamos hallar relaciones o preocupaciones más o menos directas sobre este fenómeno. Se trata más bien de recoger aquellos planteamientos que se han ocupado de la inadaptación en alguna de las perspectivas de la descripción, explicación y predicción, la intervención, y/o la prevención y que condicionan el abordaje actual sobre la inadaptación social. Se trata, también, de analizar las perspectivas sobre la cual tales disciplinas han analizado la inadaptación social.

Las perspectivas que se van a analizar para realizar un análisis multidimensional de la desadaptación social son las siguientes (Ayerbe y Amorós, 2000): a) la perspectiva jurídica; b) la perspectiva sociológica y c) la perspectiva psicológica.

1.4.1. La perspectiva jurídica

En el campo de la inadaptación social es central la importancia del ordenamiento jurídico, como regulador de las acciones que se llevan a cabo en los diversos contextos de intervención de la inadaptación social. El ordenamiento jurídico regula buena parte de las acciones que se llevan a cabo sobre la familia, la infancia, y la adolescencia, la delincuencia, la drogadicción, la prostitución, los malos tratos, etc...

Intervención educativa en inadaptación social

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