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La respuesta está
en la innovación

Instituto Andaluz de Tecnología (IAT)

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Créditos

Título: La respuesta está en la innovación

Autor: Instituto Andaluz de Tecnología (IAT)

© AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación), 2012

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial en cualquier soporte, sin la previa autorización escrita de AENOR.

ISBN: 978-84-8143-751-5

Impreso en España - Printed in Spain

Edita: AENOR

Maqueta y diseño de cubierta: AENOR

Imprime: AENOR

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Introducción

Hay tres aspectos que seguramente han sido y serán la clave para la supervivencia y el crecimiento empresarial, y más todavía en épocas de crisis: I+C+I: Innovación, Cooperación e Internacionalización.

Antes de hablar siquiera de qué es innovar, se debe desmentir que se trate de algo que está en boga. Algunos esperan que, después de nombrarla sin parar (la mayoría de las veces mal empleada), no tarde en dejar de estar en el candelero. Hay que decir que lejos de tratarse de una moda, la innovación es absolutamente necesaria y la principal causa del avance científico y tecnológico y, al mismo tiempo, el resultado del esfuerzo continuado y cooperativo de numerosas personas y organizaciones.

En este libro se quiere evidenciar que, si se dan las condiciones de entorno necesarias, la innovación es un proceso natural, como la evolución lo es en el conjunto de la naturaleza.

Plantear un marco conceptual de referencia ayudará con seguridad a fijar las bases de lo que pueda entenderse o no por innovación, ya que rara vez es utilizado de manera apropiada. A menudo se confunde con algo puramente original, sin tener en cuenta su utilidad o impacto de mercado. También se encuentra estrechamente ligado a la investigación y a los inventos o, más a menudo, simplemente a nuevos productos comerciales.

El modo en que el mundo académico ha medido la innovación puede que haya contribuido a esta confusión, pues ha sido habitual relacionar la capacidad innovadora con el número de patentes producidas, sin tener en cuenta su posterior aplicación, incrementando el valor de mercado de productos, procesos o servicios. Más aun, otros indicadores han podido ayudar a la circunstancia anteriormente citada, como la inversión en investigación y desarrollo, y su relación con el PIB, sin tener en cuenta los resultados competitivos, o los gastos de I+D con respecto a las ventas brutas, sin más.

Si la investigación es una importante fuente de invenciones, la innovación es mucho más que la aplicación exitosa de los resultados de la investigación. El concepto de innovación ha seguido una importante evolución en los últimos tiempos, pues si bien en un principio surgió de un modelo lineal en el que la política de investigación era el punto de partida hacia un modelo sistémico donde la innovación partía de interacciones complejas entre los individuos, las organizaciones y sus respectivos entornos operativos, hoy se sostienen otras teorías donde, fruto de la competitividad entre las naciones, las regiones, las empresas o los individuos, la innovación es el instrumento eficaz para obtener la necesaria ventaja competitiva.

Así, la innovación se entiende como un proceso más general, tanto social como técnico y como proceso de aprendizaje interactivo entre los diferentes agentes que componen el sistema (Lundvall, 1995 y Smith, 1994). Bajo este enfoque, el conocimiento es el recurso más valioso y el aprendizaje el proceso más adecuado para su puesta en valor.

En una definición sucinta, la innovación consiste en producir, asimilar y explotar con éxito la novedad en los ámbitos económico y social. Las presiones y los retos, y en particular, la competencia y el deseo de conquistar nuevos mercados, animan a las empresas a innovar.

A lo largo de esta publicación se aportarán nuevas reflexiones que puedan ayudar a entender mejor la innovación, su sentido práctico, sus diferentes enfoques y cómo los distintos usuarios pueden obtener beneficios de la misma.

Capítulo 1. Conceptos y definiciones sobre innovación

La principal diferencia entre innovación e invención estriba en que para que exista innovación se necesita éxito; sin embargo, no es necesario este requisito para que se dé la invención. Normalmente, la invención es un concepto previo a la innovación.

Las teorías de lo que es o no innovación se derivan, esencialmente, de la definición aportada por Schumpeter en 1934, economista austriaco que fue el primero en destacar la importancia de los fenómenos tecnológicos en el crecimiento económico. Schumpeter definió la innovación en un sentido más general que el de las innovaciones específicamente tecnológicas.

Según su definición clásica, la innovación abarcaría la introducción en el mercado de un nuevo bien, el establecimiento de un nuevo método de producción, la apertura de un nuevo mercado en un país, la conquista de una nueva fuente de suministro de materias primas o de productos semielaborados, o la implantación de una nueva estructura en un mercado, como por ejemplo, la creación de una posición de monopolio.

Los éxitos que el desarrollo, y la correspondiente aplicación, de la ciencia habían proporcionado en las contiendas militares de la I y II Guerra Mundial favoreció el despliegue de la I+D (Investigación y Desarrollo) profesional y organizada. Se defiende entonces un modelo lineal (Stokes, 1993), en el que se sitúa a la I+D como el origen de cualquier innovación. El modelo lineal se divulga fundamentalmente y de manera particular en Europa, a partir del Manual de Frascati (OCDE, 1963) y, aunque los autores señalaron que el cambio no depende solo de la I+D, sino que también se veía influido por la educación, la formación, el diseño, la creatividad, etc., se observa cómo se utiliza la medida de la I+D como la referencia para valorar la contribución de un país o una región a la puesta en el mercado de nuevos o perfeccionados productos, procesos o servicios.

El Departamento de Industria Británico (DTI) definió la innovación como la explotación de una idea con éxito. Se trata de aplicar de manera eficaz y creativa conocimientos, métodos o técnicas ya existentes para desarrollar una idea que sea aceptada por el mercado.

Otros autores, como Piatier (1961), definen la innovación como la transformación de una idea en algo vendido o utilizado. De esta definición se desprende que primero hace falta una idea, que es necesaria para que se produzca la innovación. Así pues, en la definición de innovación, va implícito el éxito.

Pavón y Goodman (1981) definen la innovación como el conjunto de actividades inscritas en un determinado periodo de tiempo y lugar que conducen a la introducción con éxito en el mercado, por primera vez, de una idea en forma de nuevos y mejores productos, procesos, servicios o técnicas de gestión y organización.

Según Gee (1981) la innovación es el proceso en el cual a partir de una idea, invención o reconocimiento de una necesidad se desarrolla un producto, técnica o servicio útil hasta que sea comercialmente aceptado.

Según el Libro verde de la innovación (1996), “innovación” es sinónimo de producir, asimilar y explotar con éxito una novedad, en las esferas económica y social, de modo que aporte soluciones inéditas a los problemas y permita así responder a las necesidades de las personas y de la sociedad.

Desde 1963 existe un consenso internacional sobre lo que es y lo que no es I+D, ya que en junio de ese año, se reunieron en Frascati, un pueblo de las afueras de Roma, un grupo de expertos en estadísticas de investigación y desarrollo, convocados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y redactaron un manual para realizar las encuestas y establecer las estadísticas de I+D.

Por su parte, la vertiente fiscal se basa, sin coincidir plenamente, en las definiciones del Manual de Frascati (OCDE 1963, 1994, 2002, 2005) y del Manual de Oslo (OCDE-EUROSTAT 1997, 2005):

• Investigación (Manual de Frascati. OCDE. 1994): actividad cuyos fines se circunscriben al incremento del conocimiento, sin perseguir, en principio, aplicación específica del resultado.

• Desarrollo (Manual de Frascati. OCDE. 1994): es el trabajo sistemático, basado en el conocimiento derivado de la investigación y la experiencia, que está dirigido a producir nuevos materiales, productos y servicios; a instalar nuevos materiales, productos y servicios, o a mejorar sustancialmente aquellos previamente producidos o instalados.

• Innovación tecnológica (Manual de Oslo. OCDE-EUROSTAT. 1997): es la conversión de conocimiento tecnológico en nuevos productos, nuevos servicios o procesos para su introducción en el mercado, así como los cambios tecnológicamente significativos en los productos, servicios y procesos.

La segunda edición del Manual de Oslo, de julio de 2005, recoge una definición genérica que incluye, sobre la anterior, la referencia a la innovación en el marketing, en los modelos de organización empresarial, en la organización del trabajo o en las relaciones externas de la empresa. Además, distingue cuatro formas de innovación:

Innovación de producto: es la introducción de un producto o servicio nuevo o significativamente mejorado respecto a sus características o modos de uso. Esto incluye mejoras significativas en las especificaciones técnicas, los componentes o materiales, el software, la facilidad de uso u otras características funcionales.

• Innovación de proceso: es la implementación de un método de producción o distribución nuevo o significativamente mejorado. Incluye cambios significativos en las técnicas, los equipos y/o el software.

• Innovación en el marketing: es la implementación de un nuevo método de marketing, incluyendo cambios significativos en el diseño o el embalaje, la forma de venta del producto (franquiciado, venta directa, etc.), la promoción o el precio.

• Innovación organizacional: es la implementación de un nuevo modelo de organizar las prácticas empresariales que hasta entonces no se hubiese contemplado en la empresa, la organización del trabajo (delegación en la toma de decisiones, integración de funciones, etc.) o las relaciones externas (colaboraciones con terceros, outsourcing o externalización, etc.).

Así, además del término de innovación tecnológica, que cubre la innovación derivada de la investigación o de la incorporación de nueva tecnologías, pueden establecerse otras clasificaciones. La innovación organizativa es el reconocimiento de que el planteamiento de nuevos métodos de organización, la distribución, las finanzas o la fabricación pueden tener efectos positivos sobre la competitividad. Este término puede cubrir también la innovación en los modelos de empresa. El término de innovación presentacional empieza a utilizarse como concepto global para designar la innovación en los ámbitos del diseño y de la mercadotecnia.

Recogiendo las definiciones de la Ley del Impuesto de Sociedades, a efectos fiscales, el artículo 33.3 define la innovación tecnológica como la actividad cuyo resultado sea un avance tecnológico en la obtención de:

• Nuevos productos o procesos de producción.

• Mejoras sustanciales de los ya existentes. Se considerarán “nuevos” aquellos productos o procesos cuyas características o aplicaciones, desde el punto de vista tecnológico, difieran sustancialmente de las existentes con anterioridad.

Esta actividad incluirá:

– La materialización de los nuevos productos o procesos en un plano, esquema o diseño.

– La creación de un primer prototipo no comercializable.

– Los proyectos de demostración inicial o proyectos piloto, siempre que los mismos no puedan convertirse o utilizarse para aplicaciones industriales o para su explotación comercial.

– También se incluyen las actividades de diagnóstico tecnológico tendentes a la identificación, la definición y la orientación de soluciones tecnológicas avanzadas realizadas por universidades, organismos públicos de investigación o centros de innovación y tecnología, reconocidos y registrados como tales según el Real Decreto 2609/1996 de 20 de diciembre, con independencia de los resultados en los que culmine.

De acuerdo a la modificación contemplada en la Ley 23/2005 de 18 de noviembre, se considerará “innovación tecnológica” la actividad cuyo resultado sea un avance tecnológico en la obtención de nuevos productos o procesos de producción o mejoras sustanciales de los ya existentes. Se considerarán “nuevos” aquellos productos o procesos cuyas características o aplicaciones, desde el punto de vista tecnológico, difieran sustancialmente de las existentes con anterioridad.

Esta actividad incluirá la materialización de los nuevos productos o procesos en un plano, esquema o diseño, la creación de un primer prototipo no comercializable, los proyectos de demostración inicial o proyectos piloto y los muestrarios textiles, siempre que no puedan convertirse o utilizarse para aplicaciones industriales o para su explotación comercial.

También se incluyen las actividades de diagnóstico tecnológico tendentes a la identificación, la definición y la orientación de soluciones tecnológicas avanzadas realizadas por organismos públicos de investigación o centros de innovación y tecnología, reconocidos y registrados como tales, según el Real Decreto 2609/1996, de 20 de diciembre.

Por otro lado, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la “innovación” con una lacónica enunciación: se trata de introducir una novedad en algo y la Norma UNE 166000 ofrece también una definición, donde se refiere a la innovación como “la actividad cuyo resultado es la obtención de nuevos productos o procesos, o las mejoras sustancialmente significativas de los ya existentes. Las actividades de innovación son: incorporación de tecnologías materiales e inmateriales, diseño industrial, equipamiento e ingeniería industrial, lanzamiento de la fabricación, comercialización de nuevos productos y procesos”.

Innovación es la actividad cuyo resultado es la obtención de nuevos productos, procesos o servicios, o mejoras sustancialmente significativas de los ya existentes.

Asimismo, se pueden distinguir tres tipos:

Innovación tecnológica: actividad de incorporación, en el desarrollo de nuestro producto, proceso o servicio, de tecnologías básicas existentes y disponibles en el mercado.

Esta es la más tradicional y la que mejor puede medirse. La adquisición de equipos, maquinaria, know-how y otros elementos, y su adaptación a la organización para obtener nuevos productos, procesos y servicios. Ha sido la actividad básica de la empresa española hasta finales del siglo XX.

Innovación en tecnología: actividad de generación y puesta a punto de nuevas tecnologías en el mercado que, una vez consolidadas, comienzan a emplearse por otros procesos innovadores asociados a productos y servicios.

Empieza a adquirir importancia desde hace unos cuantos años, cuando la empresa española comprendió que la sentencia “¡Que innoven otros!” había quedado obsoleta. Esta actividad es más difícil de medir, pero se puede aproximar con los gastos (inversiones) derivados de la obtención de la nueva tecnología (de origen o no a un modelo utilidad o patente, aunque en cada caso la inversión asociada sería distinta).

Innovación en gestión: mejoras relacionadas con la manera de organizar los recursos para conseguir productos, procesos o servicios innovadores. Seguramente ha pasado a ser la más importante de las formas de innovación, pero lamentablemente es tan difícil de medir que todavía casi no aparece en ninguna “contabilidad”, ni de la empresa, ni de la estadística nacional, aunque algunos indicadores europeos como el EUS European Union Score Board (EUS) empiezan a tenerla en cuenta.

En la figura 1.1 se muestra un resumen de las distintas actividades de la innovación.

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