Eneagrama

Los engaños del carácter y sus antídotos 

Carmen Durán
y Antonio Catalán

Nuestro agradecimiento a Claudio Naranjo y a Francisco Peñarrubia que nos introdujeron en el conocimiento del eneagrama. Y a nuestros pacientes, ellos saben quienes son, que con su honestidad y entrega nos permitieron profundizar en la comprensión de lo humano y en la aplicación de este conocimiento.

Sumario

  • Introducción
  • 1. Carácter y eneagrama
    El carácter
    Carácter y "enajenación del yo"
    Eneagrama
    Los centros: intelectual, emocional e instintivo-motor
    La observación de Sí: las conductas habituales, las alteraciones emocionales, lo imaginativo
  • 2. Eneagrama de las pasiones y las fijaciones
    Las pasiones
    Las fijaciones
    Los instintos
    Los tres instintos o el sistema pulsional deseante
    Instintos e identidad
    Sistema narcisista
    La constitución del rasgo
    Eneatipos
  • 3. El sistema defensivo
    Las angustias básicas
    Alerta y defensa
    Las defensas específicas de cada rasgo
  • 4. Antídotos de las pasiones
    Las pasiones y el sufrimiento
    Las virtudes
  • 5. Antídotos de las fijaciones
  • Bibliografía

Introducción

Este libro es fruto de un trabajo compartido por los autores a lo largo de los últimos quince años, realizado con grupos terapéuticos. Trabajo en el que decidimos utilizar el eneagrama como mapa para profundizar en el autoconocimiento. 

Tomamos contacto con el eneagrama en 1987 a través de Claudio Naranjo; seguimos los seminarios que él impartía por aquel entonces. Despertó nuestra curiosidad y nuestro interés y continuamos reflexionando sobre sus enseñanzas. A partir de ahí, el eneagrama se transformó en una herramienta importante dentro de nuestro quehacer terapéutico, especialmente en los grupos que en sistema de coterapia hemos llevado a cabo en estos años. 

Son muchas las personas que acuden a consulta porque, ante determinadas crisis existenciales, surge en ellas el deseo de conocerse mejor, de saber por qué sus pensamientos no consiguen imponerse a sus acciones, por más que se lo propongan, por qué sus reacciones ante determinadas situaciones llegan a alterar tan profundamente sus estados de ánimo, por qué repiten patrones de conducta que saben que les dañan o parece que siempre están boicoteando sus posibilidades vitales o sus logros más deseados. 

El eneagrama no tiene, a nuestro juicio, respuestas para todas estas cuestiones, pero sí ofrece un mapa que nos permite orientarnos en el viaje interior iniciado con el fin de descubrir quién soy y cómo mis pensamientos más profundos condicionan mis conductas, o cómo mis emociones nublan mis pensamientos.

La elección del mapa del eneagrama para el estudio del carácter se debe a que consideramos que es la lectura más completa y abierta de cuantas conocemos. Hasta la aparición de los Manuales de Diagnóstico Americanos, no parece que ningún psicólogo se hubiera planteado un estudio tan exhaustivo. Existen aportaciones tan interesantes como parciales, de muchos autores, donde podemos ver algún tipo descrito con gran profundidad y coherencia, pero ninguno que resulte tan abarcante como el eneagrama. Quizás esto se deba a que el eneagrama no es un constructo de ningún psicólogo en particular, sino la transmisión de un conocimiento muy antiguo que permite mirar el mundo desde nueve posiciones diferentes y no leer los otros caracteres desde la propia posición personal del autor del mapa, aunque esto no nos libere de los errores diagnósticos que podemos cometer y que G. I. Gurdjieff, introductor en Occidente del eneagrama, trataba de evitar dando las herramientas para el autoconocimiento pero sin dar indicaciones diagnósticas. El problema es que si lo hacemos así no podemos extraer conclusiones ni establecer las generalizaciones obligadas en un planteamiento científico.  

Éste es un mapa desde el que intentamos "explicar" las observaciones sobre el carácter, tanto desde los atributos estructurales como desde los aspectos funcionales de la conducta. Ponemos el acento en lo estructural, a la hora de establecer el diagnóstico del rasgo principal, y analizamos las funciones como manifestaciones singulares de esa estructura. Creemos que una misma base estructural se puede expresar de maneras singulares, como si con la misma estructura de carácter fueran múltiples los "personajes" que podemos encontrar.

Obviamente, no consideramos que el eneagrama sea la única herramienta que permite acompañar un proceso de autodescubrimiento. Hay muchos caminos que desembocan en el mismo lugar, en nuestro caso nosotros elegimos trabajar con esta herramienta. 

Y, para hacerlo, tuvimos que poner en orden la información obtenida en los seminarios, hacerla compatible con nuestros conocimientos previos de psicoanálisis, terapia gestalt, bioenergética y terapia sistémica, ampliarla con los libros sobre eneagrama que, cada vez en mayor número, han ido publicándose en los últimos tiempos y, sobre todo, con las aportaciones experienciales proporcionadas por los asistentes a nuestros grupos que nos han permitido ir cambiando y matizando criterios. 

Es este trabajo de análisis, síntesis y reflexión el que hemos querido compartir a través de este escrito, añadiéndole las pinceladas que aportan una serie de personajes extraídos de La Comedia Humana.  

Claudio Naranjo siempre ha introducido personajes literarios en el estudio de los caracteres, incluso tiene un libro (Autoanálisis para el Investigador) en el que combina la descripción literaria y la de casos clínicos relatados autobiográficamente. De él partió la sugerencia de hacer un estudio de la obra de Honorè du Balzac suponiendo que, en La Comedia Humana, el autor había incluido todos los tipos psicológicos que el eneagrama reconoce. Y, efectivamente, con mayor o menor finura, con más o menos simpatía y tolerancia podemos encontrar en su obra personajes correspondientes a todos los tipos, con la peculiaridad de que refleja la estructura, aunque puede vestir a un mismo tipo de personalidad con ropajes muy diferentes. Por encima del realismo, cercano, a veces, a lo costumbrista, es posible extraer tipos universales muy bien definidos y coherentes, que no pierden su coherencia interna, aunque aparezcan en distintas obras. Por otra parte, tiene una especial habilidad para introducirse en la piel de sus personajes y así describirnos con gran sutileza la manera de pensar, de ver el mundo, de sentir de los distintos tipos, no limitándose a una descripción sino poniendo el foco en lo interior, como si realmente estuviera hablando un personaje de determinado eneatipo, aunque no utilice las herramientas de la psicología profunda, ni se sumerja en los abismos del inconsciente.

Curiosamente, Gordon Allport, pionero en los estudios de la personalidad, sugiere integrar literatura y psicología para facilitar la tarea de conocer quiénes somos y por qué hemos llegado a serlo. Y lo hace desde la reflexión acerca de que si bien el estudio científico de la personalidad no ha surgido hasta el siglo xx, la literatura universal nos ha proporcionado descripciones y análisis muy ricos de personajes prototípicos. Resulta obvio, para cualquier observador, qué poco nos dicen los resultados de cualquier test de personalidad o las descripciones de cualquier tipología si los comparamos con los vívidos personajes de las grandes creaciones literarias, que nos permiten ver seres humanos completos, cuyas acciones resultan explicables y coherentes.

Según él, lo que permite entrever la coherencia interna de un personaje, más allá de su aparente inconsecuencia, es la aprehensión de la raíz (radix o núcleo central de la personalidad, término que toma de Max Wertheimer). Y este acercamiento a la raíz se ha producido con más facilidad en el terreno intuitivo de la creación artística, fuera de las exigencias científicas de objetividad. La literatura cuenta con todas las libertades de la intuición creativa, mientras que la psicología cuenta con todas las dificultades de la objetividad y la metodología científicas.  

Las dificultades para el abordaje científico de la personalidad tienen que ver "dice" con que el objeto y el sujeto de la investigación sean el mismo y con que lo que hay que investigar es algo tan inasible como las dinámicas internas que están detrás de los distintos estilos de vida. Y los instrumentos básicos, con los que cuenta para hacerlo, son la introspección y la palabra.  

Todos hemos podido experimentar qué cortas se quedan las palabras cuando tratamos de expresar determinados estados interiores y cómo no siempre nos sentimos entendidos o bien interpretados por quien nos escucha, y seguramente también tengamos la experiencia de habernos engañado a nosotros mismos, ocultándonos nuestros sentimientos, nuestras motivaciones o justificando nuestras acciones.  

La propuesta de Allport no es renunciar al estudio científico de la personalidad, asumiendo que nada es generalizable y dejando en manos de la literatura el ofrecernos ejemplos individuales. Lo que propone es aprender de la literatura a ocuparnos más del individuo, buscando descubrir el estilo de vida y la coherencia interna y prestando atención a su historia personal, en lugar de limitarnos a analizar cómo es el sujeto en un momento concreto de su vida.

Pero el psicólogo de la personalidad, al tratar de llevar a cabo un estudio científico, no puede hacer literatura, no puede saltarse hechos que no encajen para que los personajes que describe resulten más consistentes, ni tampoco limitarse al estudio historiográfico de una persona en particular. Necesita una disciplina que le permita describir los distintos tipos en función de las mismas pautas y establecer generalizaciones válidas.  

Es curioso que, muchos años después, Theodore Millon se mueva en esta misma línea. Según su análisis, en psicología, hoy en día el estudio de la personalidad se enfoca de dos formas antitéticas: desde una perspectiva nomotética, o desde una perspectiva ideográfica. Desde la perspectiva nomotética, considerando la personalidad como un ente abstracto, se busca lo que hay de común, las regularidades y covarianzas entre los atributos de la personalidad que puedan aplicarse a muchas personas diferentes para llegar a establecer proposiciones universales sobre el comportamiento. Desde la perspectiva ideográfica, se resalta la individualidad, la complejidad y la singularidad de cada persona, lo que la hace distinta de las demás, su historia. La perspectiva nomológica se pregunta "qué" es la personalidad, la ideográfica, "cómo" y "por qué" alguien ha llegado a ser como es. Frente a estas concepciones encontradas, Millon propone una perspectiva integradora, en la que, reconociendo la singularidad de la persona, tratemos de establecer determinados constructos que sean un punto de partida válido para comprender al individuo, sin perder de vista su singularidad. Introduce la idea de sistema como unidad de análisis más consistente que un rasgo o una categoría, como un constructo integrador que contenga elementos estructurales y funcionales. Los atributos estructurales del sistema de la personalidad (que define como «patrones fuertemente incrustados y difíciles de transformar de recuerdos, actitudes, miedos, conflictos, formas de organizar el mundo...») se emparejan con funciones que facilitan las interacciones y son las formas expresivas de la estructura (en las que sitúa comportamientos, conductas sociales y mecanismos que manejan la vida externa e interna).

La sola estructura no nos dice "quién hay detrás", por muy científico que sea el estudio realizado, ni siquiera nos deja entrever las relaciones dinámicas entre los atributos de la personalidad (véase, por ejemplo, el test 16 PF, donde nos resulta difícil establecer qué tipo de conexiones existen entre los factores covariantes); la historia personal, la manera de funcionar, sin referencia a una estructura, nos aleja del campo de la psicología y nos introduce en el de la literatura, donde no tiene sentido establecer generalizaciones. Sin embargo, estructura y función están estrechamente vinculadas. 

Y así, estrechamente vinculadas aparecen en el mapa del eneagrama, en el que además de lo ya expuesto encontramos otras ventajas, como son la coherencia interna de los tipos que describe, el reconocimiento, a través de la exploración de las pasiones, de la raíz que anuda cada sistema personal y, a nivel intersubjetivo, la comprensión del otro que proporciona el hecho de entender que el mundo puede ser leído desde ópticas tan diferentes.