Introducción

 

 

 

El enfoque de este libro es práctico, no filosófico. Es un manual de conducta, no un conjunto de planteamientos teóricos. Lo escribí para aquellas personas interesadas en mejorar su situación financiera y crear riqueza; no para quienes desean filosofar acerca del dinero. Es una obra para aquellos que están dispuestos a actuar con rapidez, considerando los principios de esta ciencia, sin perder tiempo analizando el porqué de cada proceso.

Espero que abras tu mente y aceptes estos principios con la misma fe y confianza con que aceptarías una presentación sobre las leyes de la electricidad, si esta fuera realizada por el mismo Tomás Alva Edison; solo así podrás tomar estos fundamentos y verificar la verdad que ellos encierran actuando con firmeza, sin dudas ni temores. Todo aquel que haga esto encontrará la riqueza, porque la ciencia aplicada aquí, es una ciencia exacta y es imposible que falle.

Decidí escribir este libro en un lenguaje claro y sencillo para que cualquier persona al leerlo, lo comprenda. El plan de acción expuesto aquí ha sido completamente probado, y supera la máxima prueba de experimentación práctica. Funciona.

Si llevas a cabo los pasos que encontrarás a lo largo de este libro, lograrás alcanzar la libertad financiera y tu éxito será inevitable.

—Wallace D. Wattles

 

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“El derecho a la riqueza”

Pese a que aproximadamente un 80% de las riquezas del mundo se encuentra en manos de un 20% de las personas, si juntásemos todas esas riquezas y las repartiésemos de manera igual entre cada uno de los habitantes del planeta, en cinco años, tales riquezas estarían en las manos del mismo 20% inicial. ¿La razón? Estas personas simplemente poseen una mentalidad de abundancia que atrae la riqueza hacia ellas.

—J. Paul Getty

 

Es imposible decir algo positivo y edificante sobre la pobreza. Lo cierto es que no es viable vivir una vida completa o exitosa si no poseemos una mentalidad de abundancia que nos permita experimentar la vida de riqueza a la cual todos tenemos derecho.

Nadie puede alcanzar el máximo de su potencial en talento o en desarrollo interior, a menos que cuente con el capital y los medios para hacerlo, ya que la evolución personal de nuestras habilidades requiere de nosotros una inversión tanto en tiempo como en dinero.

El ser humano desarrolla su mente utilizando diferentes herramientas: centros educativos, libros, manuales, audiolibros y revistas, las cuales requieren para su adquisición del dinero. Por tanto, podemos decir que la base del progreso y crecimiento de la persona exige que ella haya logrado alcanzar el nivel de riqueza que le permita realizar dicha inversión.

El objetivo de la vida es crecer y desarrollarse. Todos tenemos derecho a mejorar de acuerdo a nuestras capacidades y deseos. El derecho a la vida incluye tener acceso a todo aquello que pueda necesitar el ser humano para su completo bienestar y desarrollo mental, espiritual y físico; en otras palabras, su derecho a ser libre.

No voy a hablar de riquezas en sentido figurado. Ser realmente rico no significa estar satisfecho o contento con poco. Nadie debe estar satisfecho con poco, si es capaz de usar y de disfrutar más el dinero. El propósito de la naturaleza es el progreso y la expansión de la vida. Contentarse con menos, es indebido.

El mundo moderno ha avanzado tanto y se ha vuelto tan complejo que cualquier persona, por más común que parezca, requiere de gran riqueza para vivir una vida plena.

Es natural que todas las personas quieran convertirse en todo lo que son capaces de ser. Este deseo es propio de la naturaleza humana, y es una de nuestras mayores motivaciones. El éxito en la vida es llegar a ser lo que quieres ser. Y en el mundo real, llegar a lograrlo implica tener acceso a aquellas cosas que la riqueza nos puede facilitar. Por lo tanto, entender el camino a la riqueza es el más esencial de todos los conocimientos.

No hay nada negativo en desear ser prospero. La búsqueda de la libertad financiera es en realidad el anhelo de una vida más plena y abundante —y ese deseo es muy natural—. Lo inaudito sería no ambicionar una vida de abundancia; no querer experimentar prosperidad y riqueza, ni anhelar poseer los medios que nos brinden el bienestar que merecemos.

Hay tres razones que motivan todas nuestras acciones: vivimos para mantener el cuerpo, para desarrollar la mente, y para salvaguardar el alma. Cada una de estas circunstancias son importantes; todas son deseables y ninguna de ellas —cuerpo, mente o alma— puede vivir completamente si las otras dos están reprimidas o les falta expresión y plenitud.

No es correcto vivir solo para el alma y negar el cuerpo o la mente, y tampoco lo es el vivir para el intelecto, negando el cuerpo o el alma.

Todos conocemos las terribles consecuencias de vivir para el cuerpo y negar la mente y el alma, y vemos que la vida plena significa la completa expresión de la armonía entre estos tres factores. Nadie puede estar satisfecho a menos que su cuerpo esté completamente vivo en cada una de sus funciones, y que ocurra lo mismo con su mente y su alma.

Mientras exista un potencial sin expresión o una función no desempeñada, habrá un deseo insatisfecho. El deseo no es más que una posibilidad buscando una expresión, o una función buscando un buen desempeño.

Una persona no puede vivir completamente con su cuerpo sin el alimento que lo nutra, sin vestuario confortable y un techo que lo resguarde y le dé cobijo. De igual manera, el descanso y la recreación también son necesarios para la vida física.

No se puede vivir plenamente el aspecto mental sin el alimento que nos dan los libros y el tiempo para estudiarlos, o sin la oportunidad de viajar y apreciar la riqueza de las diferentes culturas, ya que todo esto contribuirá a nuestro crecimiento y desarrollo intelectual.

Para que el alma pueda vivir completamente, la persona debe amar. No obstante, el amor en su máxima expresión es negado por la pobreza. El ser humano encuentra su mayor felicidad siempre que proporcione un beneficio a quienes ama. El amor se manifiesta de forma más natural y espontánea cuando da. Por esta razón, el individuo que no tiene nada que dar no puede llenar su lugar como pareja, padre/madre, ciudadano o ser humano. Tampoco puede ayudar a otros seres humanos necesitados, porque el pobre no puede ayudar al pobre, más de lo que el ciego podría hacer guiando a otro ciego.

Es en el uso, de todas aquellas posesiones materiales que la persona tiene a su alrededor, donde encuentra el modo para desarrollar su cuerpo, alimentar su mente, y desplegar su alma. Por lo tanto, es muy importante en cada uno de nosotros, alcanzar el estado de riqueza que nos dé acceso a lo material.

Es completamente válido que desees vivir una vida de abundancia. Si eres un ser humano normal no puedes evitarlo. No hay nada incorrecto en ello; ni es muestra de un carácter débil prestarle atención a la ciencia de hacerte rico, porque es el más noble y necesario de todos los estudios.

Si desprecias este estudio, estás fallando en tu deber contigo mismo, y con la humanidad, porque no hay un mayor servicio que le puedas prestar a tus seres queridos, a tu país y a la humanidad que convertirte en lo máximo que puedas ser. Solo así harás el mayor uso de todos los dones que posees.

 

 

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“El camino para alcanzar la libertad financiera ”

Tú eres la mayor riqueza para ti mismo y esa riqueza nadie puede quitártela. Porque tú no eres lo que tienes, sino lo que eres.

—René Juan Trossero

 

El álgebra y la aritmética son ciencias exactas, en ese mismo sentido existen ciertas reglas para el proceso de adquirir riqueza, y una vez que esas pautas se aprenden y se siguen, la persona se hará rica con una precisión matemática.

La posesión del dinero y la riqueza viene como resultado de hacer lo que se debe hacer de una manera particular, y quienes así lo hacen —ya sea a propósito o accidentalmente— triunfan; mientras que aquellos que no lo hacen de dicha manera —no importa qué tanto trabajen o qué tan capaces sean— permanecen pobres.

Esta ley natural conocida como “la ley de la causa y el efecto” indica que toda causa produce un efecto determinado, y que causas iguales producen efectos iguales. La riqueza es el efecto o resultado de ciertas causas. Por lo tanto, cualquier hombre o mujer que aprenda a producir estas causas en su vida, sin duda, triunfará.

Los siguientes hechos demuestran la veracidad de esta última afirmación: