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Un curso de liderazgo en 12 lecciones : despierte al líder que hay en usted / Mario Luis Azcoaga ; edición literaria a cargo de Jose Marcelo Caballero. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : La Esquina de los Vientos, 2015.

208 p. ; 23x16 cm.

ISBN 978-987-648-084-0 

1. Administración de Empresas. 2. Liderazgo. 3. . I. Caballero, Jose Marcelo, ed. lit. II. Título

CDD 658.409 2



© 2015 de esta edición, La esquina de los vientos

Av. Juan B. Alberdi 872, C.A.B.A., Argentina

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Coordinadora de edición: Marcela Serrano

ISBN 978-987-648-084-0 

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.


Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Hecho en Argentina / Made in Argentina

Ser proactivo, tener una actitud proactiva implica y conlleva todo aquello que enumeré en la primera lección: tomar la iniciativa en lugar de sentarse a esperar pasivamente que las cosas ocurran, entender la proactividad en términos de lo opuesto a la reactividad, adelantarse a los problemas en la medida de lo posible, resolverlos con la menor dilación posible cuando aún así se presenten, no permitir que los demás actúen o decidan por usted, y comprometerse y mantener sus compromisos. Asimismo, señalé la necesidad de no confundir proactividad con agresividad u otras actitudes de orden negativo. Y en esa misma lógica de separar aquello que quizás se encuentra confuso se impone el nudo de esta lección que no es sino, una ampliación y profundización de la primera: esta lección plantea la importancia de no confundir preocupaciones con ocupaciones, error que mucha gente comete, pero que alguien con aspiraciones de liderazgo deberá comenzar a enmendar. ¿Usted desea dejar emerger el líder que se encuentra latente en su interior? Pues, entonces, una de las tareas a realizar es reducir su círculo de preocupaciones y ampliar el de ocupaciones, lo que en realidad no supone sino una misma cosa, ya que son inversamente proporcionales. Esto es: a medida que su círculo de ocupaciones se incremente y comience a cobrar para usted más importancia –esto es, mayor inversión de tiempo y de energía– indefectiblemente se reducirá su círculo de preocupaciones debido a que ambos están “luchando” por un lugar en su vida y en su psiquis, y cuando uno gana terreno el otro lo pierde. Es así de sencillo. Y de positivo en términos de los beneficios que obtendrá. Tal vez usted se estará preguntando: “¿y cómo es posible que deje de preocuparme con lo mal que va el mundo?” o “¿quién puede vivir sin preocupaciones en este país?” o “¿cómo pretende que no me preocupe si toda una familia depende de mí?” Una manera de comenzar a responderle es diferenciando entre una variable controlable y otra no controlable.


Entienda la diferencia entre una variable controlable y otra que no lo es

En sociología, publicidad, investigación de mercado, economía y otras múltiples disciplinas de estudio se utiliza la noción de variable. Esta refiere a:

• Características observables de algo, que son susceptibles de cambiar con relación al mismo o a diferentes objetos.

• Propiedades de un determinado aspecto de la realidad que pueden sufrir cambios y, por lo tanto, adquirir distintos valores, habilitar diferentes alternativas posibles o tener distintas características, lo que presupondrá a su vez y como consecuencia de ello, diferentes posibilidades.

Por ejemplo, la variable nivel de instrucción en una persona puede asumir diversos valores: primario incompleto, primario completo, secundario incompleto, secundario completo, etc. Y cada uno de ellos, a su vez, presupone y habilita distintas posibilidades, por ejemplo, en lo laboral.

La nubosidad del día de mañana también pueden adquirir distintos valores o características: puede estar muy nublado, algo nublado o, por el contrario, haber un sol radiante. Y, nuevamente, dependiendo del valor o de la característica que adquiera, habilitará diferentes posibilidades: si se encuentra soleado tal vez sea una buena idea ir de picnic, mientras que si está nublado quizás lo mejor sea refugiarse en un bar a tomar un sabroso café.

Algunas de las variables más usadas en investigación de mercado son: nivel de ingreso del grupo familiar, número de ambientes de una vivienda, edad, sexo, etc. Fíjese que todas ellas admiten por lo menos dos respuestas distintas y que cada una de esas respuestas conlleva unas posibilidades distintas al resto de ellas. Pero, en realidad, casi todo aspecto de la realidad puede, efectivamente, ser pensado en términos de variable. Antes hablábamos de la nubosidad del cielo y del nivel de instrucción de un individuo , pero también podríamos mencionar: lugar de las próximas vacaciones, soldados muertos en una guerra, próximo libro a leer, carrera a estudiar, nivel de contaminación auditiva, marcas actuales de heladeras con freezer, condimentos para una ensalada, notas a sacar en un examen, etc. Fíjese en todas ellas: si admiten un mínimo de dos respuestas y cada respuesta le abre un abanico diferente de posibilidades, usted está ante una variable.

Existen muchas clasificaciones de variables, esto es, formas de pensarlas y de organizarlas. Pero para el tema que nos ocupa en este libro sólo nos importa una de ellas: la que las divide en controlables y no controlables.

Las variables controlables son aquellas otras sobre las cuales podemos ejercer control, lo cual implica la capacidad de modificarlas.

Por el contrario, las variables no controlables son aquellas que, tal como su denominación lo indica, no pueden ser controladas. Se pueden conocer, pero nada puede hacerse en términos de modificarlas.

Si nos remitimos al primer par de ejemplos (nivel de instrucción y nubosidad del día de mañana) la diferencia entre ambos tipos de variable se torna evidente. La primera es controlable, esto es, la persona en cuestión tiene el poder de modificarla. ¿Alguien no se encuentra satisfecho con su nivel de educación? Pues, está en él, en su poder, continuar sus estudios para alcanzar un nivel superior. Por el contrario, la segunda variable, nubosidad, es claramente no controlable, ya que nadie puede hacer algo al respecto en pos de modificarla. ¿Alguien no se encuentra cómodo con un día nublado? Pues deberá buscar comodidad o estímulo en otra fuente, pues el sol no va a aparecer radiante en el cielo porque alguien se sienta incómodo en un día nublado. Por supuesto, la persona en cuestión podrá ponerse de malhumor, aislarse, deprimirse, enojarse, insultar al cielo…. pero lo cierto es que con ello no conseguirá modificación alguna.

Y es allí a donde quería apuntar:


O sea:

Variable controlable= ocupación.

Variable no controlable= preocupación.

Y le aseguro que cuanto más énfasis ponga en ocuparse de las variables controlables, menos lugar habrá en su vida para las parásitas preocupaciones acerca de las variables no controlables.

Esto es:


Y la razón de ello es que las variables no controlables lo sitúan a usted en un lugar pasivo y reactivo, mientras que las controlables ponen en sus manos la posibilidad de accionar sobre la realidad.

Ahora que usted ya sabe la diferencia primordial entre ambos tipos de variables, ahondemos más en ellas.


Aprenda a detectar cual es una variable controlable para usted

Este es un punto fundamental, ya que en ocasiones una variable resulta no controlable para algunos individuos y controlable para otros. Una conocida plegaria que en las últimas décadas ha gozado de amplia difusión reza: “Señor: concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”. Si tuviera que “traducir” esa plegaria al lenguaje que nos ocupa en este capítulo, diría: “Señor: concédeme serenidad para aceptar las variables no controlables, valor para cambiar las controlables y sabiduría para reconocer la diferencia”. Como decía, en determinados aspectos de la realidad una variable puede ser controlable para algunos y no controlable para otros. Y usted debe tener la sabiduría suficiente (de eso habla la plegaria que le mencioné) para saber de qué lado de la raya se encuentra. Por ejemplo: supongamos que algo tan amplio y, en cierta medida, abstracto como lo es la paz mundial comienza a preocuparlo. Efectivamente, usted empieza a leer sobre el tema, toma notas al respecto y comienza a estar al tanto del surgimiento de nuevos conflictos y del apaciguamiento de conflictos anteriores. Realmente, ocupa tiempo y energía en ello, y entonces surge el interrogante: ¿La paz mundial es una variable controlable de la que usted puede ocuparse o sólo una preocupación parásita y fruto de una variable no controlable que le resta energías? Depende: si usted es el presidente de algunas de las naciones en conflicto, o un político de más bajo rango en alguna de ellas, o no forma parte de ellas, pero sí lo hace de un cuerpo de paz o es un periodista especializado en temas políticos cuya opinión al respecto es escuchada y respetada por muchas personas o es un escritor cuya palabra tiene un peso considerable, entonces, la paz mundial es para usted una ocupación. Y es altamente positivo que invierta tiempo, energía y cualquier otro tipo de recurso en ocuparse de ella.

Si, en cambio, usted es dentista, o tiene un comercio de venta de comestibles o se halla empleado en una empresa multinacional a cargo de la liquidación de los sueldos, siento decirle que, entonces, su preocupación por la paz mundial cae enteramente dentro del campo de las preocupaciones que hacen a las variables no controlables. Todos los mencionados son oficios y profesiones muy nobles y son necesarios en la sociedad, pero dudo que desde esos lugares esté en condiciones de hacer algo por la paz mundial.

¿Y si usted se encuentra como actor social en un lugar intermedio? Esto es: ¿si usted no es ya el presidente de un país inmerso en un conflicto bélico ni un dentista que vive en el otro extremo del mundo, sino un líder comunitario o alguien con aspiraciones a serlo? Pues, entonces, la decisión está en sus manos: usted deberá decidir si se preocupa por la paz mundial o, en la medida en que le sea posible, se ocupa.

Y recuerde algo fundamental que abordaremos varias veces a lo largo de este libro: la primera variable controlable para usted, es usted mismo. Usted no puede controlar totalmente las circunstancias en las que estuvo y estará inmerso, pero sí puede elegir cómo reaccionar ante ellas. Usted no puede controlar lo que los otros sienten hacia usted, pero sí puede determinar cuanto lo afecta eso. Y ello, lo fortalecerá enormemente como persona y lo apuntalará en igual medida como líder.


Comprenda que ocuparse le permitirá marcar una diferencia y preocuparse no

¿Cree que no vale la pena pasar por este mundo sin hacer algo para mejorarlo?, ¿siente que está en él para marcar una diferencia?, ¿le gustaría que quienes lo conocen y/o estén por conocerlo sientan que, realmente, usted aportó algo positivo al mundo y, tal vez, a la vida de ellos? Seguramente sí, ya que de lo contrario lo más probable es que no estaría inmerso en estas páginas. Entonces, continúo con el mismo consejo: deberá cambiar preocupaciones por ocupaciones. Una de las desventajas de las preocupaciones es que se desarrollan en su interior y no generan ningún tipo de consecuencia sobre el mundo. Sí: leyó bien: ninguna. Usted puede preocuparse mucho por los desdichados seres humanos que pasan hambre, enojarse por los responsables políticos de que tal cosa suceda y hasta perder el sueño pensando en que mientras usted se encuentra confortablemente en su cama luego de haber comido un rico plato de pastas, hay niños que pasan hambre y frío. Pero preocuparse no modificará tal realidad en lo más mínimo. Ni en un ápice. Ahora, si usted al día siguiente se levanta de la cama y se ocupa del tema en lugar de preocuparse, seguramente ya estará marcando una diferencia. ¿De qué manera podría ocuparse? Esa es su decisión y la deberá tomar de acuerdo al tiempo y a los recursos de que dispone, y a la visión del mundo o la ideología que lo haga sentir más cómodo, entre otras variables. Pero tenga por seguro que así sea que decida donar un poco de dinero a una entidad filantrópica, erigir su propia fundación para combatir el hambre, cocinar en algún comedor popular, comenzar a perfilar un proyecto para presentar al gobierno en pos de acabar con el hambre en su país o acercarle un plato de comida a alguien que vive en situación de calle, cualquiera de esas acciones concretas, serán mucho más eficaces que cualquier preocupación que ronde su cabeza. Y marcará una diferencia. Y esa diferencia será notable para quienes lo conocen y comparten uno o varios aspectos de su vida.


Entienda que la preocupación es puro gasto, mientras que la ocupación es inversión

La energía gastada en preocupaciones se pierde en un agujero negro, no va hacia ningún lado, no tiene valor alguno de recambio. Es tiempo perdido y, para colmo de males, perdido de manera no placentera. Por el contrario, la energía invertida en ocupaciones y actividades siempre redunda en resultados que podrán acercarse menos o más a los deseados, pero que nunca caerán en saco roto.

En la lección Nº 1 abordé el tema de la proactividad o actitud proactiva, esto es, aquella que permite, posibilita y hace que las cosas, efectivamente ocurran, en lugar de sentarse a esperar que sucedan. Bien, ahora agrego: la actitud proactiva siempre debe tomarse con un fin en mente, debe perseguir un objetivo, debe estar en función de una meta.

En la lección Nº 2 hablé de la suprema importancia de valorar y gerenciar adecuadamente el recurso más valioso que poseemos: el tiempo. Y ahora añado: el tiempo se aprovecha de manera mucho más eficiente cuando lo utilizamos con un fin concreto en mente. Aún el aquí y ahora se torna más productivo si se lo concibe en toda su riqueza y plenitud en tanto nos encamina hacia algo determinado.

Y en la tercera lección me extendí sobre la importancia de focalizar nuestro tiempo y esfuerzo en aquello que podemos controlar y sobre lo que tenemos ingerencia, única forma posible de encaminarnos hacia nuestros objetivos.

Esto es: todas las variables principales de las lecciones anteriores se optimizan notablemente si se las pone en práctica sobre la base de uno o varios objetivos determinados.

Pero la formulación de objetivos no es algo que toda persona pueda realizar naturalmente de manera eficiente. Aún aquellas que tienen deseos o cualidades para el liderazgo, adolecen a veces de dificultades para formular de manera clara y conducente sus objetivos, ya sean estos personales, profesionales, políticos, académicos o económicos.

Y como a formular objetivos también se aprende, a continuación presento los principales lineamientos para que usted formule sus objetivos de tal manera que cuenten con la máxima posibilidad de cumplirse.


Formúlese objetivos realistas y posibles

Apuntar a la evolución y al progreso personal es una actitud positiva en todo líder o en quien tiene el claro propósito de serlo. Sin embargo, pocas cosas propician tanto la frustración como plantearse metas inalcanzables. Y, muchas veces, la frontera entre ambas actitudes no se encuentra clara a la hora de proponerse objetivos a cumplir. Efectivamente, a veces sucede que en el afán de proyección de una empresa, en el deseo de realizar un negocio más próspero o en la sana inquietud de mejorar los parámetros de calidad de vida de una comunidad se proponen metas imposibles de cumplir. Y cuando se comprueba que aquello por lo que se trabajó no terminó de plasmarse, el resultado es, inevitablemente, la frustración y el desaliento. Pero todo ello puede ser evitado si, a la hora de proponerse, un objetivo usted lo hace sobre parámetros realistas.

¿Qué pensaría si yo le dijera que tengo en mente sacar una bebida cola que se convierta en líder mundial del mercado de gaseosas en el próximo año? Seguramente, pensaría que voy camino directo a la frustración, pues ya existen dos marcas absolutamente reconocidas mundialmente, con mucha historia y una excelente distribución que pelean ese puesto. Y si usted pensara de esa manera, no estaría sino demostrando un alto grado de salud mental y de sana conexión con la realidad porque, efectivamente, se trata de un objetivo imposible de cumplir. O con tan bajas posibilidades de hacerlo, que igualmente debe ser considerado imposible. Si yo trabajara en una empresa de bebidas gaseosas podría, en cambio, plantear muchos otros objetivos que sí se pueden cumplir y que fortalecerían mi liderazgo y beneficiarían a la firma: sacar una bebida cola alternativa y de bajo costo que nos posicione como marca líder en determinado sector de bajo nivel adquisitivo, presentar una gaseosa con un sabor de alto impacto regional pero seguramente no apta para el mercado mundial globalizado, etc. Por ello nunca pierda de vista que el camino que lo llevará al liderazgo deberá estar conformado por una escalera ascendente en el cual cada peldaño representa un objetivo realista y posible de ser cumplido.


Expréselos positivamente

Enunciar sus metas de acuerdo a una modalidad positiva implica expresarse acerca de lo que desea lograr en lugar de hacerlo sobre lo que desea evitar, tal como sería el caso si expresara sus objetivos en una modalidad negativa. Puede parecer una diferencia menor o intrascendente, pero no lo es en absoluto, ya que se trata de distintas “órdenes” que usted envía a su mente y que repercuten de forma diferente en su cerebro. La formulación de objetivos en positivo lo predispondrá a la acción y lo programará de forma tal que pueda reconocer y aprovechar las oportunidades que se le presentan para lograrlos.

Por ejemplo, si usted expresa una meta en términos de: “No debo sentir temor al enfrentar a un auditorio”, el cerebro fijará una negación y la idea de “temor”. Y ello no es bueno en absoluto. Por el contrario, cuando la orden enviada es: “Al enfrentar al público estaré sereno”, el cerebro recibirá una orden expresada en positivo y, lo que es mejor aún, con la idea de “serenidad”. Y tenga por seguro que los resultados serán mucho mejores. Por lo tanto, recuerde: expresar sus metas de manera positiva sellará mentalmente una actitud asertiva que lo ayudará a cumplirlas.


Plantéese metas sobre las que tenga algún grado de control

Los objetivos que usted se plantee siempre deben permitirle tener algún grado de control sobre ellos. O, si lo quiere formulado en los términos que incorporó en la lección precedente: formule sus objetivos en base a variables controlables. Si, por ejemplo usted se encuentra al frente de un comercio o empresa no es conveniente que se plantee objetivos pensando que una posible modificación del mercado podría atraer un nuevo segmento de clientes a su firma. Por supuesto que tal cosa podría suceder, pero el hecho de que el mercado se modifique no depende en absoluto de usted y, por lo tanto, se trata de una variable no controlable. Por el contrario, piense en todo aquello sobre lo que sí usted tiene control y que puede plantearse cómo objetivo en pos de que la firma que representa vaya camino al liderazgo y, por supuesto, usted con ella: capacitar al personal para que mejore la atención al público, aceitar los mecanismo de comunicación con los proveedores y entre los empleados, contar con una página web de excelencia, etc.


Sea específico

A la hora de plantearse metas, siempre se debe ser lo más específico posible. Ser preciso respecto de lo que se quiere o se pretende alcanzar siempre allana el camino hacia el triunfo; por el contrario, la inespecificidad o la vaguedad facilitan el fracaso y la posterior frustración. ¿Usted desea convertirse en un vendedor líder? Entonces, “Quiero vender mucho” es, precisamente, un ejemplo de un objetivo que usted no debe plantearse. ¿Cuánto es mucho?, ¿mucho en relación con que o con quien?, ¿y si sucede que lo que es mucho para usted no lo es para otro vendedor? Como podrá apreciar, ese “mucho” no hace sino traerle problemas en lugar de aportarle soluciones. Si, en cambio, usted se plantea: “Quiero subir mis ventas en un 10% mensual durante los próximos 6 meses, de manera tal que al cabo de ese tiempo haya sextuplicado mi nivel de ventas” sí contará con un objetivo específico. Y es allí por donde usted irá camino hacia su liderazgo en ventas. Tenga en cuenta algo: siempre que le sea posible mensurar, medir el objetivo (tal como en el ejemplo anterior) eso ayudará en mucho a la especificidad.


Compruebe que cuenta con los recursos para cumplirlo

Tener los recursos necesarios para alcanzar los objetivos planteados es primordial. Puede sonar obvio, pero lo cierto es que a veces no se lo tiene en cuenta y mucha gente se plantea metas sin contar con los recursos necesarios para alcanzarlas. Por ello, cuando se proponga algún o algunos objetivos nunca deje de preguntarse: “¿Tengo o tenemos lo que hace falta para realizar mis o nuestros objetivos?”. Si la respuesta es positiva, usted podrá continuar con el proceso que se ha propuesto. Si, por el contrario, es negativa se abren, entonces, dos caminos posibles al respecto: o bien munirse de los recursos necesarios o bien modificar el o los objetivos en términos de los recursos con los que cuenta para llevarlo a cabo. Tenga en cuenta que los recursos pueden ser de distinto tipo: financieros (dinero, posibilidad de crédito), humano (personal, contactos,), etc.


De ser posible, divida en etapas su cumplimiento