Conti, Patricia
Guía básica de alimentación y nutrición / Patricia Conti ; contribuciones de Gonzalo Ezequiel Caballero ; Lautaro Julián Caballero ; dirigido por José Marcelo Caballero. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Pluma y Papel, 2019.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-648-167-0
1. Nutrición. 2. Alimentación. I. Caballero, Gonzalo Ezequiel, colab. II. Caballero, Lautaro Julián, colab. III. Caballero, José Marcelo, dir. IV. Título.
CDD 613.2
© de esta edición, Pampia Grupo Editor 2019
Imagen de tapa: by 123RF.com
Juan B. Alberdi 872 (1424) C.A.B.A.
Buenos Aires, Argentina
E-mail: info@pampia.com
www.pampia.com
Director Editorial: José Marcelo Caballero
Coordinadores: Lautaro J. Caballero & Gonzalo E. Caballero
Primera edición
Hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Editado en Argentina
Edited in Argentina
Introducción
¿Por qué el título Guía básica de alimentación y nutrición? Porque, aunque parecidos y a menudo confundidos, refieren a dos conceptos diferentes.
Se entiende por alimentación a la forma en que el individuo lleva a su organismo las sustancias necesarias (proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas, minerales, agua y fibra) para promover el crecimiento, la formación y reparación de los tejidos del organismo y el mantenimiento de las funciones corporales. Se trata de un proceso voluntario.
Por el contrario, la nutrición es un proceso involuntario que implica un estado general de los seres vivos que se define como un conjunto de funciones armónicas y coordinadas entre sí que se efectúan en el interior del organismo y tienen como meta mantener y conservar la vida.
Se trata, entonces, de aunar lo voluntario (la alimentación) con lo involuntario (la nutrición) para que el resultado sea el mejor, esto es, una vida larga y saludable. Y para ello, nada mejor que el conocimiento acerca de los alimentos y sus propiedades.
Capítulo I
Pautas básicas de alimentación y nutrición
En este primer capítulo ofrecemos, tal como su nombre lo adelanta, información acerca de cómo llevar una alimentación sana y balanceada. |
1. El camino de la digestión
Para que los alimentos que ingerimos ofrezcan a las células de nuestro organismo todos los nutrientes que contienen deben pasar por un proceso: el de la digestión. Desde el punto de vista científico, éste se divide en dos “áreas”. Por un lado, la digestión mecánica, que comprende la división de los alimentos y las contracciones de las paredes del tubo digestivo. Por otro, la denominada digestión química en la cual actúan las distintas secreciones que el organismo genera para tal fin. Por supuesto, ambas se dan al unísono y a lo largo de diferentes órganos que conforman lo que hemos denominado el camino de la digestión.
Ese sendero figurado comienza en la boca, cavidad que se extiende desde los labios hasta la faringe y que contiene los 32 dientes. Estos serán los primeros y fundamentales participantes de la digestión mecánica. Efectivamente, las piezas dentales tienen como misión cortar, desgarrar y moler los alimentos, de manera tal de reducirlos en tamaño y favorecer su paso hacia el esófago. La digestión química también comienza allí por acción de una enzima denominada amilasa salivar que, entre otras funciones, tiene la fluidificar los alimentos e iniciar la fragmentación de los hidratos de carbono. Una vez conformado el bolo alimenticio es elevado a la parte trasera de la boca donde se deglute y, pasando por la faringe al esófago, arriba al estómago.
La segunda estación del trayecto es, justamente, el estómago, suerte de bolsa muscular de unos 25 cm. de longitud que se estira para recibir los alimentos. Allí se inician las contracciones musculares —que prosiguen con la digestión mecánica— y la mezcla del bolo alimenticio con los jugos gástricos que continúa la digestión química, lo que da por resultado una mezcla llamada quimo. Es en esta etapa cuando se inicia el desdoblamiento parcial de las proteínas por acción de su principal enzima, la pepsina.
El intestino delgado constituye el próximo destino, sitio principal donde se lleva a cabo la digestión y la absorción. Para que ello sucede, confluyen allí: la bilis (líquido producido por el hígado y cuyas funciones principales consisten en emulsionar las grasas y en estimular la absorción de las vitaminas solubles en grasas), el jugo pancreático o amilasa pancreática (que, como su nombre lo indica, es secretado por el páncreas y cumple importantes funciones digestivas) y el jugo intestinal, un líquido alcalino segregado por la mucosa del intestino, compuesto por agua, minerales y enzimas. Mediante la acción de esos factores químicos y de los movimientos del intestino delgado se absorben en esa zona la mayor parte de los nutrientes que pasan a la sangre para que sean transportados a todo el organismo. Vale destacar que otros dos factores contribuyen a que se produzca allí la mayor parte de la absorción de los nutrientes: su enorme longitud (tiene un largo de entre 6 y 7 metros) y el hecho de que los alimentos permanecen allí durante varias horas, tiempo suficiente para que ocurran las transformaciones digestivas necesarias.
Al intestino grueso llegan los residuos del proceso digestivo (esto es, aquellos que resistieron la acción de los jugos digestivos) y que serán eliminados a través del ano. Allí apenas se produce digestión química, pero la mecánica es fundamental, ya que las contracciones permiten avanzar el contenido hacia su paso final. En el intestino grueso, se absorbe agua y minerales como el sodio y el potasio. Una de sus funciones más importantes es la de protección contra microorganismos patógenos que la lleva a cabo a través de la flora intestinal.
Luego, los residuos son eliminados en forma de heces a través del ano.