image

image

image

La creatividad en 7 verbos

© 2017, Natalia Zuleta - Catalina Zuleta

© 2017, Intermedio Editores S.A.S.

Primera edición, noviembre de 2017

Este libro no podrá ser reproducido
sin permiso escrito del editor.

Edición, diseño y diagramación

Equipo editorial Intermedio Editores

Diseño de portada

Alexander Cuéllar Burgos

Foto de portada

Shutterstock

Intermedio Editores S.A.S.

Av Jiménez No. 6A-29, piso sexto

www.eltiempo.com/intermedio

Bogotá, Colombia

ISBN:
978-958-757-712-9

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

CONTENIDO

PRÓLOGO

Por Michael J. Gelb

EL DESPERTAR DE LA CREATIVIDAD

CONECTAR

Una tarde en el mar

EXPLORAR

Camino a la exploración

EL ARTE DE PREGUNTAR

¿Y si me preguntas por qué quiero volar?

¿DUDAR O NO DUDAR?

El miedo a volar

INTEGRAR: COMPONER, CONVERGER, DEFINIR

De regreso a lo esencial

INNOVAR PARA TRASCENDER

Un viaje más lejos de lo imaginado

CRECER Y EXPANDIRSE

Pelícanos y gaviotas a la mar

¿QUÉ PASARÍA SI LA GRATITUD NO EXISTIERA?

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS AL PIE

A nuestros padres Darío y Amparo, por su presencia inspiradora y su amor incondicional en todos los momentos de nuestras vidas.

PRÓLOGO

¿Quiénes son los seres más curiosos? ¿Qué grupo de personas demuestra la expresión más libre y la imaginación más viva? ¿Y quién tiene de lejos la mayor energía y entusiasmo? ¡Los niños! Todo niño sano nace con el potencial para ser un genio. Infortunadamente, la mayoría de las escuelas tienen un efecto «des-genializador». En vez de fomentar la curiosidad, tienden a recompensar sólo las «respuestas correctas» y, en lugar de cultivar la autoexpresión, la imaginación y el entusiasmo, los limitan.

No es de sorprenderse, por lo tanto, que Leonardo da Vinci no se sintiera cómodo en la escuela de su pueblo. Según Vasari, el primer historiador de arte, el joven Leonardo «confundió a su maestro con tantas preguntas». El profesor de Thomas Edison se quejó de que su cerebro estaba «alterado» e indujo a su madre a retirarlo de la escuela pública para continuar su educación en casa. Albert Einstein vivió momentos de infelicidad debido a la rigidez de su entorno académico. Finalmente lo cambiaron a una escuela diferente, más adecuada para su mente independiente y creativa. Cuando fui a la escuela las cosas no habían mejorado. Con raras excepciones, la mayoría de mis maestros parecían enfocados principalmente en mantener el orden y promover la conformidad. Siempre me resistí a eso y con frecuencia me enviaban a la oficina del director para que me impusieran medidas disciplinarias. Imagínate lo maravilloso que fue cuando hace unos años me invitaron a dar el discurso de bienvenida a la conferencia anual del National Principals Leadership Institute1 en la ciudad de Nueva York. ¡Ahora me envían a los directores a mí!

La mayoría de los educadores, incluidos los directores, comenzaron sus carreras con un deseo genuino de inspirar y enriquecer las vidas de los niños a quienes enseñan. (Obviamente no se dedican a la profesión sólo para ganar dinero). Y luego terminan atrapados en un sistema burocrático y político que lentamente estrangula su idealismo inicial.

El Gimnasio Fontana es una escuela distinta que desempeña un papel protagónico en el movimiento para crear un sistema educativo diferente. Es el tipo de lugar donde un joven Leonardo o Edison prosperaría. Conocí a Natalia y a Catalina en 2008, cuando organizaron el Primer Congreso Internacional de Pedagogía e Innovación en Bogotá, Colombia. Desde hace más de veinte años han estado dedicadas a explorar cómo promover el desarrollo de habilidades de pensamiento creativo.

Aplican principios y prácticas de pensamiento creativo, trabajando en colaboración con su equipo de profesores para generar enfoques originales que proporcionen entornos de aprendizaje que fomenten la curiosidad, la imaginación y el entusiasmo. Por ejemplo, han generado una iniciativa maravillosa centrada en el poder de preguntar «¿Qué pasaría si…?» (What if?) y en 2011 publicaron el libro Las cien preguntas más creativas de los niños. El año pasado volví a encontrarme con las autoras cuando filmaron un documental sobre la relación entre el pensamiento creativo y la educación de calidad. Su película presenta entrevistas con una serie de personalidades que explican el papel del pensamiento creativo en su búsqueda de una vida más feliz, satisfactoria y exitosa. Ahora, en este libro, Natalia y Catalina comparten una maravillosa recopilación de historias personales, emocionantes descubrimientos, ejemplos históricos y ejercicios prácticos para adultos que desean experimentar un Renacimiento de su don natural de la creatividad. En el proceso, nos guían para jugar con siete verbos que pueden ayudarnos a todos a experimentar un renacimiento de nuestro poder creativo: CONECTAR, EXPLORAR, PREGUNTAR, INTEGRAR, DUDAR, INNOVAR Y CRECER.

Vivimos en un momento maravilloso pero peligroso de la historia. En lugar de aprender a pensar por sí mismos, los niños y niñas son alimentados con opiniones y prejuicios «predigeridos». Hay una avalancha sin precedentes de información inexacta, explotadora y descaradamente tóxica que acecha en cada esquina electrónica. Al mismo tiempo, nunca ha habido un acceso tan fácil a todo el conocimiento humano y los niños que crecen aprendiendo a usar ese conocimiento de manera creativa y positiva siguen siendo la esperanza más grande de la humanidad. Esos niños necesitan padres y maestros con la HABILIDAD DE CONECTAR, EXPLORAR, PREGUNTAR, INTEGRAR, DUDAR, INNOVAR Y CRECER; padres y maestros que puedan pensar creativamente y guiarlos a hacer lo mismo. Este libro te ayudará. Hoy esto es más importante que nunca antes.

MICHAEL J. GELB

Autor del best seller internacional

Atrévase a pensar como Leonardo da Vinci

EL DESPERTAR DE LA CREATIVIDAD

«El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta».

PABLO NERUDA

Es genuino querer ser creativos, flexibles y capaces de proponer ideas originales en los diferentes ámbitos de nuestras vidas. La sola idea de no conseguirlo en un mundo cada vez más exigente, competitivo y cambiante nos paraliza. Los obstáculos para ser creativos están en nuestra mente, en pensamientos instaurados debido a una educación inflexible que ha privilegiado únicamente la lógica y la razón, dejando a un lado la imaginación, la intuición y la inventiva.

Este libro está escrito para vencer todos los supuestos acerca de la capacidad creadora y acercarnos a ella de manera natural y divertida.

Todos tenemos esa facultad innata de ser creativos. La buena noticia es que despertarla puede llegar a ser tan fácil como respirar, si dejamos fluir nuestras dudas como detonante para la creación y aceptamos el error como oportunidad para aprender y recrear. Veremos, a través del recorrido por estas páginas, cómo es posible conseguir que el pensamiento creativo se instaure como parte vital de nuestra existencia y llevarlo a nuestro máximo potencial.

La curiosidad, la capacidad de asombro y la habilidad para preguntarse y explorar el mundo de manera creativa de los niños han sido la fuente primaria de inspiración para este relato. Si como adultos perdimos este espíritu de la infancia, llegó la hora de recuperarlo, no solo para desempeñarnos mejor en la sociedad, sino para ser personas más felices y conectadas con la vida.

Los niños juegan para explorar y descubrir, y lo hacen con seriedad, placer y alegría. Sienten gran satisfacción cuando algo inesperado ocurre, lo celebran y quieren compartirlo para obtener reconocimiento y gozar del proceso. El maestro de la psicología positiva Mihaly Csikszentmihalyi dice que las personas más felices son aquellas que aman lo que hacen y que disfrutan cuando descubren o diseñan algo nuevo. La creación, desde esta mirada, es un acto de placer que trasciende al individuo e impacta a otros en una especie de efecto rebote. Todo acto creativo vuelve a nosotros en forma de reconocimiento o de satisfacción; ver que hemos descubierto y sorprendido a alguien nos sorprende a la vez a nosotros.

Preguntar se convierte en un impulso vital para cuestionar el statu quo y la forma rutinaria en que hacemos las cosas, y nos moviliza hacia la creación de mejores maneras de vivir. Pueden ser las preguntas más trascendentales de una madre: «¿Cómo educar a mis hijos como personas felices?»; o las más cotidianas: «¿Cómo hacer esta reunión diferente y amena?, «¿Cómo divertirnos en este domingo de lluvia?», «¿Cómo convencer a la junta para invertir en mi proyecto?». Es como si quisiéramos tomar una fotografía de un mismo lugar, pero con diferente lente para obtener un resultado distinto.

La naturaleza nos da grandes pistas y lecciones. Jamás veremos un mismo cielo dos veces ni a una planta crecer en la misma dirección de otra. Los días son infinitos espacios para la creación, pues ninguno se nos presenta igual en la lluvia o en días de sol. Si observáramos con detenimiento cómo la naturaleza nos habla, podríamos emprender un diálogo más enriquecedor con la vida. Seríamos conscientes de la energía vital contenida en cada espacio natural y de la posibilidad de desarrollar nuestro pensamiento creativo como una forma de ver la vida. Veríamos oportunidades inimaginables y resolveríamos los problemas, lejos de la conformidad o los parámetros comunes.

A lo largo de estas páginas esperamos ofrecer al lector su propia ruta para recuperar esa capacidad innata de imaginar, de preguntarse y de reconocer su esencia creadora. Como escenarios que atraen la capacidad creadora, haremos narraciones que transitan los espacios que habitamos, la naturaleza y la gastronomía.

Después de muchos años de investigación acerca de la educación para la creatividad y de haber escrito nuestro primer libro Las 100 preguntas más creativas de los niños (2011), nos preguntamos cómo compartir estas ideas con quienes anhelan desarrollar su potencial creativo. Personas que han leído mucho o poco sobre creatividad y esperan encontrar su propia visión no en un libro de teorías, recetas o verdades absolutas, sino en una invitación honesta y abierta a despertar a la creatividad, escrita desde la realidad, desde las experiencias y anécdotas de dos mujeres del común conectadas con la creatividad como propósito para transformar el mundo. No es un manual, es una narrativa de momentos, con claves y llamados a mirar la vida de forma diferente, a volver a creer, imaginar y soñar desde la propia cotidianidad. Es una ruta que cada uno decide cómo transitar según sus potencialidades e intereses, siempre con el propósito de descubrir nuevas ideas; la creatividad desarrollada a través de un recorrido por la vida misma, cercana, desprovista de juicios, sin fórmulas acordadas ni manuales prácticos y ajenos; un emotivo camino para redescubrir la magia interior y las posibilidades infinitas de creación de cada ser humano.

Este es un libro escrito a dos manos con la inspiración que nos ofrece el fascinante mundo de los niños. Como educadoras, hemos sido testigos de su espontaneidad y naturalidad para aproximarse al acto creativo y eso nos anima a compartir más allá de las aulas nuestros hallazgos sobre un modelo para el desarrollo de la creatividad, con dos lentes y dos sentires diferentes y complementarios fundidos en un solo deseo de convertir la creatividad en una práctica transformadora del mundo. Es un intercambio de ideas que al unísono invitan a escuchar el corazón y a regresar al asombro y a la curiosidad infantil con una mirada más próxima y menos quimérica de nuestra verdadera humanidad.

La creatividad ha estado en el centro de las miradas de los gobiernos y de las organizaciones e instituciones de educación precisamente por su pertinencia en este complejo mundo globalizado que afronta graves problemas. La llamada «competencia creativa» es, en algunos casos, deseable; en otros, una exigencia en el mundo académico y laboral. Es también una posibilidad en lo personal de vivir una vida con mayores conexiones y probabilidades.

Sin embargo, la mayoría de miradas y supuestos reducen la creatividad a la idea de que está ligada a una inclinación artística particular o a una capacidad exclusiva de pocos, o quizás a los mismos momentos eureka. Muchos aún desconocen que es una capacidad susceptible de ser desarrollada y creen que es el privilegio de unos pocos.

Shelley Carson, investigadora médica de Harvard, autora de Your Creative Brain (Tu cerebro creativo), dice que la creatividad tiene un componente genérico tan solo del diez al quince por ciento. Esto nos revela el enorme potencial del ser humano para reconocer su espíritu creativo, cultivarlo y desarrollarlo. Desafortunadamente, ni los sistemas de educación ni el entorno de las empresas están pensados para estimular la creatividad por su enfoque sistematizado y rígido que no promueve escenarios ni lugares que acepten el error como oportunidad de aprendizaje y punto de partida para la creación. Aún falta mucho camino por recorrer, pues aunque se habla de la necesidad de innovar en muchos contextos, para que ese proceso se dé, se requiere de individuos que hayan desarrollado habilidades relacionadas con la creatividad. El trabajo de reeducar se hace más difícil cuando se han desconocido capacidades que desde la infancia recibimos como regalo: el asombro y la curiosidad, la exploración y la pregunta.

Aunque sería imposible abarcarlos todos, nos interesa controvertir con ejemplos concretos algunos de los mitos alrededor de la creatividad que nos impiden verla como una capacidad innata del ser humano para imaginar y crear a partir de su esencia y de sus propias experiencias.

La creatividad es una forma de ver la vida, y eso es lo que precisamente queremos ofrecer al lector. La oportunidad de crear y de crecer desde el interior con propósito, para transformar la propia realidad espiritual, emocional, física y social. Sonreír en momentos de dificultad es un acto creativo en sí, es la capacidad de ver las cosas con humor y tomar distancia para construir el mejor de los caminos. Pensar que es posible hacer las cosas de otras maneras y esperar los mejores resultados hasta en los actos más simples de la vida hace parte de ese proceder humano, no solo desde la fe, sino desde el instinto creador. Una madre amorosa que se levanta y decide sorprender a sus hijos con un desayuno diferente o busca añadir ingredientes a una vieja receta es el reflejo de un acto de creación que trae grandes satisfacciones. Los más sencillos actos llevan en sí grandes dosis de creatividad que hemos perdido la capacidad de reconocer y potencializar.

¿Qué pasaría si identificamos ese «músculo» que nos hace más creativos y lo ejercitamos para que crezca y se fortalezca? Seguramente, seríamos personas más conectadas con la vida y con el entorno, sin la miopía que trae la rutina. Tendríamos la posibilidad de ver a través de un lente multidimensional, una especie de realidad aumentada para sentir y percibir más y abrirnos desde nuestra esencia creativa a enormes posibilidades. No se trata del Santo Grial ni la pócima secreta de la felicidad, es más bien un nivel de conciencia y de descubrimiento para ser más creativos en todos los escenarios de la vida y alcanzar la plenitud.

Bienvenidos a esta aventura que tiene como fundamento la pregunta. Arriesguémonos a conectar, a explorar, a dudar, a integrar y a crear para dar vida a nuestra propia ruta creativa. Aunque los elementos de este libro, por practicidad narrativa, están descritos de manera lineal, su orden es flexible, dinámico e interconectado de acuerdo a como fluyen las necesidades del proceso creativo. Es un texto que se puede leer en el orden que más les interese y que contiene espacios para plasmar ideas, sensaciones y hasta desacuerdos. Promueve la reflexión y se puede revisitar en los momentos en los que sea necesario buscar inspiración. Es una invitación a hacer un alto en el camino con el propósito de dejarse sorprender con la capacidad creativa que todos llevamos dentro. Desde la primera página, se abre la puerta para la creación…

CONECTAR

«La creatividad simplemente consiste en conectar las cosas».

STEVE JOBS

La creatividad parte de una mirada divergente de la realidad. Se trata de descubrir las conexiones entre un contexto particular, sus realidades y las diferentes experiencias asociadas, teniendo siempre en cuenta los intereses, las necesidades y las emociones.

UNA TARDE EN EL MAR

El encuentro estaba planeado a una hora puntual y acordada. Esa tarde especialmente, el mar se movía a su antojo con un dejo de sorpresa por la magnitud de las olas y el concierto elevado de agua salada acariciando la arena. Teníamos un cúmulo de historias por contar, que prometían un atardecer de palabras escritas en el viento y un despertar de conciencias. La excusa fue una mesa improvisada sobre la arena, un quiosco y un jugo para calmar la sed. La vida nos había traído hasta ese lugar para continuar de manera inesperada un ejercicio emprendido años atrás, cuando empezamos a transitar el camino de la creatividad desde la educación y la infancia.

Crecimos en un hogar de educadores y, más que eso, de librepensadores que nos enseñaron la relevancia de ser agentes transformadores del mundo a través del descubrimiento del potencial humano. La educación ha sido para nosotros un campo de exploración de esas maravillosas posibilidades de los niños y jóvenes. Es grandioso observar el crecimiento del ser en sus dimensiones espiritual, emocional, intelectual, social y cultural. El vivir de cerca esa experiencia y ser acompañantes en este proceso de transformación tan propio de la vida, nos inspira a creer firmemente en la capacidad que tenemos todos de descubrir nuestro potencial creativo y cultivarlo en cualquier instancia de nuestra existencia. En este trayecto hemos descubierto la creatividad como una verdadera herramienta de trascendencia, una habilidad que es innata o susceptible de ser desarrollada y que aporta a la felicidad y al progreso humanos. Como lo dice Csiksentmihaly, un talento es una habilidad innata para hacer algo muy bien. La creatividad es el talento de ver las cosas de manera diferente, de pensar «fuera de la caja» y de ver oportunidades en donde todos ven problemas, de reconocer los múltiples matices de la vida y las situaciones para conectarnos con nuestra esencia y sacar el mayor provecho. Sin duda una forma de caminar que se traduce en más felicidad.

Sentadas en esta playa de atardeceres y de la suave e inspiradora brisa de la Sierra, comenzamos la velada con la intención de evocar y de transcribir nuestra experiencia, abiertas a dejarnos sorprender por el resultado. La escritura, como todo acto creativo, debe tener ciertas dosis de planeación y otras de improvisación que posibiliten el descubrimiento. Las conexiones son infinitas entre los pensamientos, las percepciones, la imaginación y las revelaciones acerca de cómo vivir la creatividad a plenitud. Con ilusión y un poco de insensatez, emprendimos esta tarea en un lugar alejado del ruido y de la rutina citadina no sólo para descubrirnos a nosotras mismas sino también para reconocer el enorme poder de la imaginación, visible en la capacidad que tenemos todos de expresar de manera original nuestras ideas. El mar es un pretexto ideal para conectarnos con nuestro espíritu creativo e inspirar desde la propia esencia lo que nos moviliza hacia nuestro propósito de vida.

Aquí estamos, dos madres solteras dispuestas a atravesar la tormenta de responsabilidades que llegan, tan inesperadamente como la misma lluvia, para cubrir todo asomo posible de ocio o tiempo libre. Aceptamos el llamado a salir del trabajo habitual para abrir la mirada hacia nuestras infinitas posibilidades de contar en estas páginas cómo despertar la creatividad sin misterios ni complejidades.

El sol naciente aparece como pretexto para evocar momentos de infancia que nos han marcado en cuerpo y alma y nos han llevado a descubrir un modelo para el desarrollo de la creatividad que impacte a otros. Desde ahora abrimos la puerta a un paraje guardado hace treinta y más años para empezar a recordar.

—¿Caminamos por la playa?

—Vamos a caminar.

—¿Sabes? Empiezo a recordar… esas vacaciones con papá y mamá en la playa, días largos bañados de sol y arena, caminatas sin final.

—Recuerdo cómo preguntábamos sin parar, temía que el mar saliera de su lugar.

LA INFANCIA COMO SEMILLA

Despertar a la orilla del mar, un comienzo, un amanecer con la luz del sol que brilla de diferentes colores y nos muestra, como la paleta de un pintor, las posibilidades infinitas de luz. Caminar lento y buscar el rumbo según el llamado del corazón. Hacer la práctica de yoga como una forma de renovar las energías y de hacer conciencia de nuestra respiración y de la presencia de nuestro cuerpo para despertar los sentidos a nuevas sensaciones.

Caminamos hacia donde el amanecer quisiera llevarnos y encontramos de repente una invitación que no pudimos rechazar. Nos conectamos con nuestra mente y nuestros sentidos para emprender la aventura con toda, muy presentes.

—¿Vamos a la maloka?

—¿Quieres?

—Hay práctica de yoga, creo que nos daría la energía para un nuevo comienzo. Fresco, sin prejuicios ni supuestos limitantes.

—De acuerdo, siempre he pensado que el yoga conecta cuerpo y mente para hacer visible lo que no vemos tan fácilmente.

—Además una pausa, mirarnos sin juicios, quitarnos los sombreros de madre, hermana, hija, escritora.

—Si pudiéramos hacer eso con más frecuencia creo que estaríamos en capacidad de estimular nuestra fuerza creativa, ser sólo nosotras por un instante, respiración y cuerpo, mujeres.

Llegamos a la maloca, un quiosco a la orilla del mar, desprovisto de cualquier elemento u objeto que pudiera distraer la atención. Un espacio amplio donde el aire circulaba generosa y desprevenidamente. El mar aparecía como cómplice que atrae un paisaje inspirador para una práctica desprovista de cualquier fugaz distracción. El silencio y amplitud del espacio nos dieron la bienvenida. Caminamos descalzas sintiendo la energía del suelo, que estimulaba nuestros sentidos con una temperatura ideal y reconfortante. Saludamos a la instructora, una mujer con un halo de paz que resplandecía en su aura visible. Su voz pausada y transparente, con acento inglés fino y claro como su figura, su pelo rojo y ojos de intenso azul, eran una invitación a conectarse con la respiración como ese acto instintivo y vital del que no somos conscientes. Namasté, entonación y saludo dirigido con especial dedicación hacia el otro, nos permite entrar en sintonía con el momento y dejarnos llevar por lo que sucediera esa mañana, sin filtros ni juicios, un poco jugando a fluir. A valorar nuestro cuerpo como vehículo de la mente y del espíritu con enormes capacidades. Empezamos por acoger ese momento de sosiego y permitirnos entablar una alianza con ese revelador silencio. Con nuestras miradas lo decíamos todo, no hacía falta hablar, la energía del universo fluía para nosotros.

Después de unos minutos y de unas cuantas respiraciones conscientes y posturas exigentes que parecían retar nuestra flexibilidad, comenzamos a sentir cómo esa práctica estaba allí para hacernos ver la importancia de conectar el cuerpo y la mente. La velocidad de nuestros tiempos se empeña en hacernos disociar estos nexos impidiéndonos desarrollar un nivel de conciencia para vivir con más plenitud y ver más allá de nuestros ojos. Empezamos a extrapolar ese momento de pausa al proceso creativo para comprender la importancia de establecer nuevas formas de conectarnos con nuestro ser lejos de los prejuicios. Descubrimos que ese primer nivel de conexión no es suficiente porque la creatividad no es solo una actividad mental. Si por creatividad entendemos «una idea o acción que es nueva y valiosa», nuestra interacción compleja con el entorno es indiscutible y necesaria. (Csiksentmihaly)

De alguna forma el llamado a soltar desde nuestra mente y cuerpo para hacernos más flexibles era un claro indicio para confirmar la necesidad de fluir a un posterior nivel de conexión con el mundo que nos rodea. La convicción en la práctica de yoga de que una columna flexible implica una mente flexible tomaba fuerza como premisa y punto de partida hacia el despertar de la creatividad. La flexibilidad inevitablemente es una cualidad que permite ver nuevas y variadas perspectivas. Yogui Bajhan, maestro de kundalini yoga, decía que la inteligencia se da cuando nuestros sentidos y conciencia se conectan en un solo punto para dar espacio a la creación. Para él la mente es ingeniosa por naturaleza y su creatividad es absoluta. Esa creatividad entendida también como un sistema sensorial que nos permite desarrollar otras cualidades más allá de las relacionadas con el pensamiento, la compasión y la capacidad para relacionarnos con lo desconocido, una capacidad muy común en poetas, bailarines, escritores y artistas. Para Bajhan la creatividad nos lleva más allá de lo conocido a lo desconocido para permitirnos una vida más conectada y rica en experiencias y sensaciones.

Al terminar la clase decidimos caminar por la playa unos instantes para asimilar un poco la maravillosa energía que habíamos generado con nuestra práctica de yoga. La creatividad es energía también, sin ese impulso vital no hay movimiento ni avance. Caminamos con los pies descalzos cambiando la sensación del frío y suave piso por la textura cálida y cristalina de la arena. Estábamos conscientes del despertar de cada uno de nuestros sentidos y queríamos aprovechar el momento.

—¿Qué recuerdas en este instante?

—Estaba recordando mis primeros días de colegio, era apenas una niña obsesionada con la limpieza y el orden por alguna extraña razón. Me gustaba estar siempre limpia, todo en su lugar.

—¿Y qué pasaba con eso?

—En el colegio hacían juegos como el lobo en el bosque, recreaban una historia fantástica para estimular nuestra imaginación y hacernos experimentar a través del movimiento y los sentidos. Yo me paralizaba de sólo pensar que tenía que lanzarme al piso y ensuciarme. Eso hacía que yo fuera una simple espectadora de ese momento, no estaba realmente conectada con la situación.

—¿Cómo te diste cuenta de eso?

—Cuando llegaba en las tardes a la casa, mi mamá me veía y me preguntaba si había tenido un buen día en el colegio y si había estado bien, yo le decía que sí pero mi respuesta no la convencía, ella parecía adivinar que algo no andaba bien. Entonces un día me dijo: «¿Estás disfrutando del colegio y aprendiendo?». Yo, sorprendida a mi corta edad, le dije: «¿Por qué mamá?». Y mi mamá contestó: «Porque siempre llegas con las medias limpias».

—Y ¿qué te impedía disfrutar? ¿Dejarte llevar?

—El miedo a ensuciarme y a que me regañaran, a no hacer lo correcto, a equivocarme….

Recordar este momento de juego de la infancia es ahora una verdadera revelación. Muchas veces crecemos moldeando nuestros comportamientos y relación con lo que nos rodea de una manera estática y rígida, desconectada de toda posibilidad de energía y transformación. Vivimos sin la plena presencia de nuestra esencia como una presunción que surge del temor de perder el orden establecido. Son creencias limitantes que se van instalando en nuestra mente y de manera desapercibida moldean nuestros comportamientos e interacciones con el mundo. Nos impiden ser creativos y disfrutar de la vida con todos sus matices. Mis medias limpias no eran más que la evidencia de algo que no andaba bien en mi infancia, de negarme la posibilidad de conectarme con la naturaleza, la tierra, los árboles y vivir plenamente esos primeros años de descubrimiento. Es común que muchos vivamos momentos similares, de pesados equipajes cargados de juicios que al único lugar que conducen es al del desencanto. Tal vez lo mejor sería cambiar de maleta por una más ligera en donde lleváramos menos prejuicios y más preguntas poderosas que nos permitan arriesgarnos y que nos conduzcan al camino de la creación.

Muchas preguntas derivadas de la curiosidad infantil aparecen para hacernos la vida divertida y recordar que todo descubrimiento parte de la imaginación. Einstein, Picasso, Edison, fueron brillantes porque imaginaron cosas que antes nadie más pensó y se arriesgaron a hacerse preguntas poco usuales acerca de su realidad. Einstein logró a través de sus gendanken experiments o experimentos de pensamiento generar escenarios de What if? para hacerse preguntas poderosas acerca de teoría e hipótesis, fue así como surgió su teoría de la relatividad.

Recordamos en medio de la majestuosidad de estas playas vírgenes cómo solíamos preguntar, sin temor alguno y sin parar, acerca de todo lo que nos inquietaba. El mar incontenible fue la inspiración para contar de la felicidad de recorrer en familia montañas de arena, de jugar en el agua con la libertad de días sin horario. Las memorias de la infancia deberían salirse de los inventarios esperados. Los juegos espontáneos sin edades como regla ni cronología, para todos y de todos, son escenarios ideales para la creación. Era como imaginar una clase con el pedagogo y escritor Gianni Rodari, quien en un espacio mágico promovía el tejido de múltiples experiencias para provocar en sus alumnos emociones que despertaran la curiosidad y el interés por jugar y descubrir.

En Gramática de la fantasía, Rodari hace una reelaboración de su conversatorio en Reggio Emilia, su pueblo natal, para animar a los niños a que creen sus propias historias, una serie de juegos con la palabra, de manera que pueda ser recreada en otros lenguajes (teatral, gráfico, individual o colectivo…) y a la larga en un juego infantil.

El juego es, en últimas, una manera de conectar diferentes elementos para producir resultados inesperados. Para eso estábamos allí, para jugar en medio de abrazos de hermanas, de la mano de nuestros padres que nos la tomaban cuando necesitábamos seguridad. Ese fue el comienzo para descubrir cómo la magia que habita en el interior de cada uno, de manera repentina convierte los recuerdos de la infancia en un llamado a la curiosidad y al goce pleno de la existencia.

—Tú, ¿qué recuerdas?

—Recuerdo unas vacaciones en el mar con papá y mamá, sentía emoción y a la vez miedo. Para mí la playa era un escenario nuevo, yo observaba en silencio y luego empezaba a imaginar historias fantásticas surgidas de la exageración y el temor que me inspiraba el lugar. Recuerdo una caminata con papá en la que le pregunté por qué el mar no se salía.

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero estoy segura de que al mismo tiempo lo retó a encontrar una respuesta imaginativa.

—Y papá ¿qué dijo?

—No sabía qué responder, sólo se detuvo, miró el mar con asombro y pude notar que algo descubrió que lo hizo pensar. Su silencio era el asomo de la duda. Yo esperaba una respuesta que calmara mi curiosidad como el antojo de un dulce. Me miró, me tomó de la mano y exhaló una respuesta poco convencional: «Hija porque le da miedo la tierra».

—¡Wow¡ ¿Y qué pensaste?

—Sencillamente lo escuché y disfruté su respuesta. En ese momento mi imaginación voló, le puse cara bravucona al mar y me imaginé una playa muerta de miedo. Cuando me acosté por la noche en mi cama, empecé a inventar en mi cabeza una historia de por qué el mar temía a la tierra.

La imaginación permite generar momentos de conexión maravillosos y espontáneos, reconocemos que las preguntas originales producen respuestas sorprendentes. Ken Robinson, educador y escritor británico, nos habla de la imaginación como el proceso de traer cosas a la mente para darles valor, ideas originales. Recordar con la intención de conectar todas esas emociones con el presente para inspirarse e inspirar es un poderoso recurso para la creación. La infancia es una fuente inagotable de inspiración, no sólo por la espontaneidad propia de esta etapa sino por la capacidad de los niños de ver las cosas con la sencillez de cada detalle y sin filtro. Si pudiéramos recordar instantes en los cuales como niños nos sorprendimos, podríamos regresar a este punto de partida y rescatar esa capacidad imaginativa para nutrir nuestra creatividad.

Evocar para rescatar emociones y pensamientos, y reconectarse con la propia esencia. La infancia es el lugar donde todo se despierta, donde todo ocurre para después crecer y multiplicarse por más, para cultivar lo que somos años más tarde. Los niños tienen una gran capacidad de observación y ese acto es el que los lleva a preguntarse de manera espontánea sobre lo que ocurre a su alrededor. Nacemos curiosos por naturaleza, pero a medida que crecemos perdemos la capacidad de asombro y sorpresa en la cotidianidad de la vida. Michael Gelb, autor y conferencista sobre temas de pensamiento creativo, menciona que en la infancia entran en juego cuatro factores que propician la actitud creativa: la curiosidad, la imaginación, la creatividad y la energía. (Gimnasio Fontana, What If? El Documental)

Si observamos con detenimiento, todos en algún momento de la vida nos servimos de alguno de estos recursos para realizarnos en nuestra vida personal o profesional, lo que sucede es que con el tiempo obviamos su presencia en la rutina diaria y no les damos valor como habilidades susceptibles de cultivar, desarrollar y utilizar intencionalmente. Es como si comiéramos muchas veces el mismo pastel, nos gusta, sentimos placer al hacerlo, pero llega un momento en que no somos conscientes de qué ingredientes tiene y cómo todos juntos contribuyeron a un resultado final que es grandioso y nos produce gozo. Con la actitud creativa sucede lo mismo. A veces sus ingredientes se obvian en pos del resultado y es allí cuando perdemos la posibilidad de potencializarlos intencionalmente para generar sorprendentes resultados. Parte esencial de este proceso es la conexión como verbo creador. Cuando identificamos las partes de un todo y las asociamos a elementos nuevos o tal vez disociados, estamos permitiéndonos generar nuevas ventanas de oportunidades para descubrir ideas o resolver problemas.

El conectar sensaciones, momentos o ideas con nociones o conceptos que aparentemente no tienen relación, crea una tensión creativa que nos permite explorar y llevar a nuestra mente a imaginar escenarios no convencionales. Leonardo da Vinci tenía la capacidad innata de observar su entorno, y en particular las especies de la naturaleza, para extrapolar sus observaciones a necesidades latentes del hombre. Quién hubiera pensado que los murciélagos podrían tener relación con la ingeniería de aeronaves o una tortuga con una máquina para almacenar armamento. Este tipo de analogías eran habituales en sus procesos de creación. La necesidad del hombre de volar o de prepararse para la guerra eran problemáticas complejas para esta época; Da Vinci logró lo que pocos: identificar esa necesidad y pensar en cómo resolverla creativamente.

La solución creativa de problemas requiere indagar debajo de la superficie, de lo aparente, para encontrar nueva información. En otras palabras, se trata de mirar al interior y amasar las ideas que tenemos en nuestra mente como una masa de harina para lograr el pan que queremos hornear.

La solución de problemas de manera tradicional puede compararse con la resolución de una ecuación matemática. El proceso se da paso a paso y se obtienen siempre los resultados esperados, existe una única respuesta que es la correcta, un procedimiento establecido. Sin embargo, la solución creativa de problemas implica tener la capacidad de descubrir lo que es legible sólo bajo diversos tipos de luz. La solución de problemas es derivar la ecuación mientras la solución creativa es como usar unos lentes 3D para ver una película y ver las cosas con una perspectiva diferente. (Peter Hollins)

Volvamos a la pregunta infantil «¿por qué el mar no se sale?» Una respuesta esquemática podría haber sido resumida en un simple facto, «la playa lo contiene». Ahora un pensamiento más complejo y divergente podría responder desde la fantasía, caracterizando al mar y la tierra con personalidades opuestas, como lo hizo mi padre. O un pensamiento igualmente imaginativo desde lo científico podría haber hecho conexiones con la física, los fenómenos naturales y la geografía para iniciar una ruta creativa de descubrimiento. La curiosidad surge de la observación del mar, por su sonido y su grandeza. Mi padre decidió optar por el lente de la fantasía para responder a mi pregunta y saciar mi curiosidad infantil. Sin embargo, hay múltiples caminos divergentes para una pregunta, el imaginar que podría desbordarse nos lleva a preguntarnos si esto ocurriría o por qué no ha sucedido. Buscar esas conexiones con otras ideas como un vaso de agua burbujeante a punto de derramarse o una bañera llena a punto de desbordarse.

En este proceso de pensamiento en el que nuestra mente pausa para elaborar conexiones pueden surgir relaciones entre ideas o conceptos que a primera vista impliquen asociaciones obligadas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la correlación no implica dependencia, así como la no correlación no implica necesariamente independencia, como lo menciona Peter Hollins en su libro Think like Eisntein. El poder extrapolar una observación a otro contexto es un experimento que puede develar diferentes ideas y resultados. Esta es una rutina para la cual muchas veces no estamos preparados, nuestra mente está entrenada para seguir procesos lógicos de pensamiento. Muchas veces la reeducación de dinámicas mentales requiere de detonantes intencionales que nos permitan encender la chispa de nuestra energía creativa, encender el motor para empezar a recorrer diferentes caminos.

Esta ha sido una búsqueda permanente del hombre para avanzar y progresar, querer identificar preguntas cotidianas para resolverlas a través de la innovación, pensar en cosas que no existen y materializarlas en las diferentes disciplinas, desde la ciencia hasta el arte. Los poetas y escritores surrealistas recurrían a la técnica de cadáver exquisito por medio de la cual se conectaban conceptos, ideas o frases para crear una composición en secuencia y de manera colectiva, en la que cada persona escribía la frase la doblaba y pasaba el papel para que la siguiente continuara con el escrito basada solamente en la frase anterior, sin poder ver el resto. Este tipo de conexiones intuitivas eran un espacio de creación detonante de historias e ideas para la literatura y el arte. Era una fuente de creación que conectaba los pensamientos conscientes e inconscientes con el objetivo final de generar nuevas historias y obras pictóricas. André Bretón logró reunir en torno a esta técnica a artistas como Salvador Dalí y Joan Miró, entre otros. Todos rescataban en ella el poder de la espontaneidad y la conexión con su intuición como poderosas herramientas de creación.

Muchos escritores han logrado también a través de procesos asociativos escribir, crear nuevas narrativas y generar historias que de otra forma no hubieran sido creadas. Arthur Koestler (novelista e historiador húngaro, 1964) veía la creatividad como un proceso asociativo al conectar dos matrices de pensamiento que no tienen relación entre sí para producir un descubrimiento o invención. Su novela Los Gladiadores (1939) es un buen ejemplo de ello al explorar desde la ficción y la historia dos revoluciones lejanas en tiempo y lugar, pero con gran riqueza por descubrir, como lo fueron la de los gladiadores del antiguo Imperio Romano y la de la Alemania nazi.

brainstorming1