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Italia oculta

Terror contra democracia

Giuliano Turone

Prólogo a la edición española y traducción de Perfecto Andrés Ibáñez
Prólogo de Corrado Stajano

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COLECCIÓN ESTRUCTURASY PROCESOS

Serie Derecho

Título original: Italia occulta

© Editorial Trotta, S.A., 2019

© Giuliano Turone, 2019

© Perfecto Andrés Ibáñez, prólogo y traducción, 2019

© Corrado Stajano, prólogo, 2019

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ISBN: 978-84-9879-811-1



CONTENIDO

Prólogo a la edición española. El poder oscuro no tiene patria: Perfecto Andrés Ibáñez

Prólogo: Corrado Stajano

ITALIA OCULTA

Nota del autor

Preliminar

I.El trienio 1978-1980. La presencia inquietante de la logia masónica P2

II.El caso Moro: la confrontación entre carabineros fieles a la República y carabineros fieles a la logia P2

III.Otros aspectos del caso Moro

IV.Pecorelli. El periodista «políticamente molesto»

V.Giulio Andreotti reconocido penalmente responsable de delito de complicidad con Cosa Nostra, prescrito

VI.La relación triangular entre Andreotti, Cosa Nostra y Sindona

VII.La crisis del Banco de Sindona y el asesinato de Ambrosoli por orden de este

VIII.El ataque judicial al Banco de Italia y el papel de Giulio Andreotti

IX.De la segunda guerra de mafia a los atentados de Capaci y de via d’Amelio

X.El homicidio del capitán de carabineros Emanuele Basile y los doce años de las atormentadas vicisitudes judiciales

XI.De la instrucción del maxiproceso a Cosa Nostra a la instrucción sobre los homicidios político-mafiosos de Palermo

XII.El homicidio de Piersanti Matarella

XIII.El sentido de la estrategia de la tensión y su desarrollo hasta el alba del trienio 1978-1980

XIV.Los antecedentes de la mayor masacre y el asesinato del juez Mario Amato

XV.2 de agosto de 1980: la matanza de la estación de Bolonia

XVI.La alteración de pruebas en relación con la masacre de Bolonia. El papel de la logia P2 y de los servicios secretos

XVII.El sistema P2 después de la masacre de Bolonia

Bibliografía

Agradecimientos

Índice de nombres

Índice general

ÍNDICE GENERAL

Contenido

Prólogo a la edición española. El poder oscuro no tiene patria: Perfecto Andrés Ibáñez

Prólogo: Corrado Stajano

ITALIA OCULTA

Nota del autor

Preliminar

I.EL TRIENIO 1978-1980. LA PRESENCIA INQUIETANTE DE LA LOGIA MASÓNICA P2

1.Los tres peculiares factores históricos que están en la base de la Italia oculta

2.El itinerario hacia el descubrimiento de la logia P2

3.El memorial del mariscal Francesco Carluccio sobre la entrada y registro de la sede de Gelli en Castiglion Fibocchi

4.La declaración del general Vicenzo Bianchi sobre el registro del despacho de Gelli en Castiglion Fibocchi

5.El aseguramiento de la documentación intervenida y el problema de la puesta en conocimiento del Gobierno de la República

6.Un verano movido y rico en sorpresas

7.El «Plan de resurgimiento democrático» de la logia P2

8.Una primera actuación del «Plan de resurgimiento democrático»: la conquista de la editora Rizzoli y la ocupación de Corriere della Sera. La larga sombra de la junta militar argentina

9.Las conclusiones del «Informe Anselmi» sobre los mecanismos de funcionamiento del Sistema P2

II.EL CASO MORO: LA CONFRONTACIÓN ENTRE CARABINEROS FIELES A LA REPÚBLICA Y CARABINEROS FIELES A LA LOGIA P2

1.De la trágica mañana del 16 de marzo de 1978 al descubrimiento de la guarida de via Monte Nevoso

2.Los carabineros de la División Pastrengo inscritos en la P2 y el papel del general Giovanbattista Palumbo

3.Carlo Alberto dalla Chiesa y Giovanbattista Palumbo, dos personajes opuestos

4.Año 1976. La trampa de la solicitud de afiliación a la logia P2 firmada por el general Carlo Alberto dalla Chiesa

5.Las cuatro cartas ficticias aparentemente dirigidas por Gelli a Dalla Chiesa

III.OTROS ASPECTOS DEL CASO MORO

1.Insidias y problemas asociados al descubrimiento de la base milanesa de las BR de via Monte Nevoso

2.Las contradicciones y las anomalías que comprometieron el resultado de la entrada y registro de via Monte Nevoso: el golpe de escena de 5 de julio de 1982

3.Los ulteriores venenos y la inercia investigadora y judicial después del 5 de julio de 1982

4.Carencia de fundamento de las sospechas y las insinuaciones dirigidas contra el general Dalla Chiesa y sus hombres. Las responsabilidades del Sistema P2 y de los sectores del arma relacionados con él

5.El «Informe Anselmi» y la masiva presencia de piduistas en el Comité de Coordinación. Las intromisiones de Gelli a través del general Grassini

6.Una calumnia póstuma contra Dalla Chiesa, trait d’union entre el caso Moro y el caso Pecorelli. El suceso Incandela

IV.PECORELLI. EL PERIODISTA «POLÍTICAMENTE MOLESTO»

1.El delito Pecorelli y la primera investigación sobre su homicidio

2.La segunda investigación sobre el homicidio y las revelaciones de los colaboradores de la justicia: las primeras indicaciones sobre los mandantes

3.Las indicaciones sobre los autores materiales del homicidio y el singular connubio entre Cosa Nostra y la Banda della Magliana

4.Los imputados llamados en causa por los colaboradores de la justicia

5.Los distintos grados de juicio y el resultado final. La sentencia de primera instancia como fuente esencial del caso Pecorelli

6.Un insólito depósito de armas y un elocuente informe de balística

7.Una cena muy reservada y ciertos «cheques del presidente»

8.De la inagotable fuente de Italcasse a los perceptores mafiosos de los «cheques del presidente»

V.GIULIO ANDREOTTI RECONOCIDO PENALMENTE RESPONSABLE DE DELITO DE COMPLICIDAD CON COSA NOSTRA, PRESCRITO

1.La sentencia de la Corte de Apelación de Palermo de 2 de mayo de 2003

2.El encuentro entre Andreotti y Bontate en Catania, en el verano de 1979. La irritación de los mafiosos a causa de las iniciativas del presidente de la Región Piersanti Mattarella

3.El segundo encuentro entre Andreotti y Bontate en Palermo, en la primavera de 1980. El político llegó en un auto con los primos Salvo

4.Andreotti y los primos Salvo aterrizaron en Trapani con un avión puesto a disposición de aquel por los mafiosos

5.Un pequeño favor de Bontate a Andreotti …

6.… y un gran favor de Andreotti a Badalamenti

7.La palabra definitiva de la Corte Suprema sobre la «mafiosidad» de Andreotti

VI.LA RELACIÓN TRIANGULAR ENTRE ANDREOTTI, COSA NOSTRA Y SINDONA

1.Las dos formaciones de Cosa Nostra y los dos polos (incluso tres) del capitalismo aventurero. El papel de la P2

2.La relación preferencial (y surreal) entre Michele Sindona y los mafiosos «moderados» de Cosa Nostra

3.La relación entre Andreotti y Sindona

VII.LA CRISIS DEL BANCO DE SINDONA Y EL ASESINATO DE AMBROSOLI POR ORDEN DE ESTE

1.Las graves amenazas telefónicas de los amigos mafiosos de Sindona a Giorgio Ambrosoli y a Enrico Cuccia

2.Una página oscura en la historia del país: el ataque judicial romano al Banco de Italia

3.El asesinato de Giorgio Ambrosoli, la condena de Sindona a cadena perpetua y su suicidio

4.La responsabilidad política y moral de Giulio Andreotti por el asesinato de Giorgio Ambrosoli

VIII.EL ATAQUE JUDICIAL AL BANCO DE ITALIA Y EL PAPEL DE GIULIO ANDREOTTI

1.Una incriminación que fue claramente un pretexto

2.Cómo hacer inofensivo al servicio de vigilancia de un banco central

3.Dos encuentros muy reservados entre Andreotti y el juez Alibrandi: la inédita y original explicación ofrecida por Andreotti

4.La actuación del fiscal Infelisi y del magistrado Alibrandi denunciada a la Fiscalía de Perugia y archivada sin ninguna comprobación

IX.DE LA SEGUNDA GUERRA DE MAFIA A LOS ATENTADOS DE CAPACI Y DE VIA D’AMELIO

1.La victoria de la facción corleonesa de Cosa Nostra y la decisión de Buscetta y Contorno de colaborar con el Estado

2.El maxiproceso de Palermo, de Falcone y Borsellino a la sentencia de la Corte de Casación de 30 de enero de 1992

3.La reacción de Cosa Nostra y la fase final del maxiproceso: el sacrificio de Falcone y Borsellino no beneficiará a los asesinos

X.EL HOMICIDIO DEL CAPITÁN DE CARABINEROS EMANUELE BASILE Y LOS DOCE AÑOS DE LAS ATORMENTADAS VICISITUDES JUDICIALES

1.Las circunstancias del asesinato de Emanuele Basile y la instrucción del juez Paolo Borsellino

2.Un proceso de primer grado cuando menos desconcertante

3.Las dos condenas en apelación, anuladas por la Casación, y el veredicto final de 1992

4.La gestión del caso Basile por parte de la primera sección de la Corte de Casación y la acusación a Carnevale de complicidad con Cosa Nostra

XI.DE LA INSTRUCCIÓN DEL MAXIPROCESO A COSA NOSTRA A LA INSTRUCCIÓN SOBRE LOS HOMICIDIOS POLÍTICO-MAFIOSOS DE PALERMO

1.La situación a finales de 1985 y las reflexiones de Falcone

2.El carácter central de la figura de Pippo Calò en la evolución del fenómeno mafioso

3.Las intuiciones de Falcone y Borsellino, y el papel de «frontera» de Pippo Calò, entre mafia, servicios, derecha subversiva y tramas ocultas. La masacre de Navidad del rápido 904

4.El aislamiento de Giovanni Falcone y el desmembramiento del pool antimafia por parte del nuevo presidente del órgano de instrucción Antonino Meli

5.La pérdida de calidad del trabajo de los órganos judiciales de investigación de Palermo en el periodo 1988-1991

XII.EL HOMICIDIO DE PIERSANTI MATTARELLA

1.La dinámica del delito y la cuestión de las matrículas

2.Las presumibles causas del delito

3.Una anómala pista mafiosa: el pacto perverso entre Cosa Nostra y los NAR de Valerio Fioravanti

4.Las declaraciones de Cristiano Fioravanti y la figura de Francesco Mangiameli

5.Las confidencias de Francesco Mangiameli a su camarada y amigo Alberto Volo

6.La identificación de Valerio Fioravanti como el sicario, por parte de la viuda de Mattarella, y las revelaciones de Stefano Soderini

7.La matrícula simulada del automóvil del delito y los trozos de matrícula hallados en la guarida de Terza Posizione

8.La posición de Fabrizio Zani, atracador y almacenero de la derecha subversiva

9.La trascendencia probatoria de los «dos trozos de matrícula» de via Monte Asolone

XIII.EL SENTIDO DE LA ESTRATEGIA DE LA TENSIÓN Y SU DESARROLLO HASTA EL ALBA DEL TRIENIO 1978-1980

1.Cuando el anti-Estado anida en el Estado

2.Ordine Nuovo, Avanguardia Nazionale y la guerra no ortodoxa

3.La estrategia de la tensión de la masacre de Piazza Fontana hasta 1977

4.El homicidio de Vittorio Occorsio por Pierluigi Concutelli. 1977 como año parteaguas: entre espontaneísmo armado, el mito de Concutelli y el naciente carisma de Fioravanti

XIV.LOS ANTECEDENTES DE LA MAYOR MASACRE Y EL ASESINATO DEL JUEZ MARIO AMATO

1.Los NAR y TP de finales de 1977 a los primeros meses de 1980. El trágico destino del joven Antonio Leandri

2.La soledad y la muerte anunciada del fiscal Mario Amato en Roma

XV.2 DE AGOSTO DE 1980: LA MATANZA DE LA ESTACIÓN DE BOLONIA

1.La noticia de la matanza

2.Un itinerario judicial largo y atormentado

3.Las anticipaciones de Luigi Vettore Presilio

4.Las revelaciones de Massimo Sparti

5.La llamada telefónica de Ciavardini, el «trueque» y la girándula de las coartadas

6.El homicidio de Francesco Mangiameli

XVI.LA ALTERACIÓN DE PRUEBAS EN RELACIÓN CON LA MASACRE DE BOLONIA. EL PAPEL DE LA LOGIA P2 Y DE LOS SERVICIOS SECRETOS

1.La gran manipulación de matriz P2: la falsa pista libanesa y el papel de Gelli, Pazienza y los servicios

2.Las incertidumbres acerca del móvil de la falsa pista de matriz P2

3.La pista Kram: ¿de nuevo una acción de despiste o una sugestiva coincidencia?

XVII.EL SISTEMA P2 DESPUÉS DE LA MASACRE DE BOLONIA

1.La P2 según Corriere della Sera entre la masacre de Bolonia y el registro de Castiglion Fibocchi

2.Los episodios posteriores al registro de Castiglion Fibocchi y a la caída del gobierno Forlani

3.Epílogo. Licio Gelli se retira

Bibliografía

Agradecimientos

Índice de nombres

Índice general

Prólogo a la edición española

EL PODER OSCURO NO TIENE PATRIA

Perfecto Andrés Ibáñez

Italia oculta, es obvio, versa sobre vicisitudes italianas (de los años 1978-1980: logia masónica Propaganda 2, secuestro y asesinato de Moro, masacre de la estación de Bolonia, complots, intentos de golpe de Estado…). Terribles vicisitudes que cualquiera habría creído imposibles en un escenario de la Europa occidental de los últimos años setenta del pasado siglo. El autor, Giuliano Turone, discurriendo sobre estas con el consistente soporte de datos, la precisión y el rigor con que lo hace, estimula y alimenta una reflexión imprescindible, cuyo alcance trasciende fronteras de tiempo y espacio y, por ello, concierne también al lector español interesado por el mundo en que vive. Es que, en realidad, habla del poder, de su peor rostro, de su más atroz ejecutoria1, de la más odiosa. De un poder, el más canalla, institucional y delincuente al mismo tiempo, que no conoció límites ni escrúpulos2. Que —aun en el marco de una democracia constitucional del primer mundo— arrasó, a sangre y fuego, derechos y vidas de personas de carne y hueso; se expresó con el lenguaje de las masacres; con carnicerías que no tienen absolutamente nada que envidiar a las peores del Dáesh, aun cuando perpetradas en nombre de supuestos valores occidentales que, por ese medio —un cruel sarcasmo— se habría tratado de preservar. Valores, se supone que entonces en riesgo, debido al avance de la izquierda en las urnas de aquel país y a que un sector de la Democracia Cristiana (encabezado por Aldo Moro3) parecía dispuesto a dar el paso hacia alguna forma de entendimiento con el Partido Comunista (el llamado «compromiso histórico»)4. Lo que implicaría abrir el camino al cambio político, a una política progresista —he aquí el verdadero problema— sensible a requerimientos constitucionales, sistemáticamente desatendidos por el partido confesional, que ya había demostrado con suficiencia tener en las leyes fascistas el instrumento jurídico más funcional a su proyecto5, y que contaba con poderosas razones para temer una modificación de los (des)equilibrios políticos fraguados por él a lo largo de tantos años de gobierno.

Pier Paolo Pasolini, en un incisivo texto de 1975 —expresivamente titulado «Habría que procesar a los jerarcas democristianos»6—, hacía hincapié en la necesidad de conocer «toda la verdad del poder» de esos años, poniendo fin a la práctica consistente en «compartimentar los fenómenos», con objeto de «devolverles así su lógica al formar un todo único»7. Pues bien, no tengo la menor duda de que el autor de tal penetrante observación se reconocería en el impecable trabajo de Turone. Porque este, entre sus muchas virtudes, tiene la de recomponer el complejo rompecabezas de la atormentada realidad de aquel periodo, mediante el uso de una riquísima información, y poniendo en juego una estrategia ejemplar en el plano del método, consistente en integrar todas las variables dispersas, cuya reunión, en busca de la imprescindible unidad de sentido, reclamaba el primero. Con la particularidad de que la obra se ha beneficiado de la condición profesional de Turone, de su experiencia de magistrado8, que le ha permitido llevar a cabo una exhaustiva explotación de fuentes judiciales, de acceso y lectura seguramente no fácil para el historiador, que en este caso resultan ser de una importancia fundamental. Tanto que, entiendo, sería imposible documentar lo acontecido en el periodo objeto de análisis, sin contar con ellas. Pero esto, no simplemente por la razón de que los casos contemplados adquirieron en algún momento estatuto procesal. Sino también porque aquí concurre una relevante particularidad. La de que una parte esencial de lo sucedido en Italia en el terrible periodo de que se trata, fue en algún momento investigada, en especial, por los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, profundamente innovadores en lo relativo a la técnica de indagación. En efecto, pues ambos tuvieron pronto la evidencia de estar enfrentados a una complejísima fenomenología delictiva, que no podía ser afrontada simplemente desde la perspectiva y con la habitual óptica del caso, que acostumbra a asumirlo en una suerte de insularidad, la propia de las acciones integrantes de la delincuencia común convencional, aquí del todo improcedente. Ambos instructores fueron tempranamente conscientes de las dimensiones de la mafia como fenómeno9: de su articulación unitaria, su estructura vertical, su difusión territorial y en el interior de las instituciones (no solo sicilianas), su privilegiada relación con altos exponentes del principal partido del Gobierno, así como de la capacidad de servirse de grupos subversivos de distintas filiaciones, incorporándolos a su perversa dinámica. De ello da buena cuenta el impresionante documento constituido por la resolución conclusiva de la instrucción del maxiproceso seguido contra Abbate Giovanni + 70610.

Pero no solo es que Turone haya podido beneficiarse de estas esenciales aportaciones, es que él mismo, como juez instructor de Milán, también en la época de los cruentos episodios sobre los que versa su obra, tuvo que medirse con fenómenos delincuenciales de singular envergadura (algunos ahora examinados en ella)11. Fenómenos globales, por la inabarcable multiplicidad de las concretas acciones de relevancia penal albergadas en su interior, pero, en especial, por la inserción de estas en verdaderas tramas, con itinerarios que, en su recorrido, pasaban por los centros económicos de decisión, por una pluralidad de sedes institucionales —de los servicios secretos, a los cuerpos policiales y militares, al Consejo de Ministros—, por una diversidad de grupos o grupúsculos terroristas, por la mafia omnipresente, y hasta por oscuras instancias trasatlánticas, muy activas en la Italia del periodo. Fenómenos, también es el caso, afrontados en su día con una nueva racionalidad investigadora, extraordinariamente productiva. Como Falcone y Borsellino, Turone dotó entonces a sus actuaciones de inéditos perfiles y eficacia, potenciando significativamente su rendimiento. Y, ahora, con el recurso a una forma de historiografía igualmente innovadora12, en un brillante ejercicio intelectual, cerrando el círculo, ha llegado al límite de lo posible, en el difícil empeño de hacer luz en lo más negro de las cloacas de un poder, democrático en su extracción, en caída libre en una abyección sin fondo. Esto, por razones de Estado y, muy en particular, de equilibrio de bloques, en un contexto de guerra fría: tal sería el auténtico, cínico pretexto. Puesto de relieve en toda su cruda realidad, con ejemplar transparencia, en el tratamiento dado a Aldo Moro en su secuestro, por eso tomado en estas páginas introductorias como verdadero caso-testigo.

La importancia de la Italia de la época en aquel contexto está suficientemente acreditada. Denis Mack Smith recuerda que «un informe del Congreso [estadounidense] reveló que, en años [entonces] recientes, más de cien millones de dólares habían llegado a Italia desde América para sostener la causa anticomunista. El grueso de este dinero había ido a la Democracia Cristiana, pero una parte acabó directamente en las manos de los servicios secretos, cuyos jefes tenían estrechos vínculos con el neofascismo»13. No solo, el ex agente de la CIA Philip Agee, señalando que «en cualquier país la CIA ve la situación desde un punto de vista paramilitar», confesaría que «muchas de las actividades desarrolladas por la CIA en América Latina, las había realizado antes en Italia a partir de la Segunda Guerra Mundial»14. O lo que es lo mismo, parafraseando a Eduardo Galeano, puede decirse que el Imperio, antes de abrir las venas de América Latina15 —en la práctica desalmada de la chomskyana «quinta libertad»16— habría abierto en canal las de Italia. El Imperio, sí, cuyo Departamento de Estado, apenas producido el secuestro de Aldo Moro, destacó a un agente, Steve Pieczenik (hombre de Kissinger17), con objeto de asesorar al gabinete de crisis constituido en el Ministerio del Interior, para afrontar la situación; mejor dicho (a tenor de lo que ahora se sabe y recoge Turone18), para evitar que Moro saliera con vida de las manos de las Brigadas Rojas. Que, todo indica, habrían aceptado negociar un rescate; opción que, por políticamente inconveniente, no halló eco en el poderoso establishment transnacional. A pesar de diversas iniciativas al respecto y del dramático llamamiento de Moro a sus compañeros de partido19.

Hay una vertiente del trabajo de Turone, la de la vinculación de altos exponentes de la junta militar argentina (Massera, López Rega, Suárez Mason, entre otros) con la logia Propaganda 2, que hace luz sobre unas vicisitudes poco conocidas, de particular interés para el lector castellanohablante de este y del otro lado del Atlántico. Resulta de lo más revelador saber de la estrecha relación de Licio Gelli (en algún momento consejero para asuntos económicos de la embajada argentina en Roma) con los promotores del golpe, con los que se mantuvo en estrecho contacto durante su preparación y después. También de la ocultación por Corriere della Sera (controlado por la P2) de toda informa ción sobre las atrocidades de la junta. Y de la aceptación cómplice por parte de la embajada italiana en Buenos Aires, de la decisión de aquella de no reconocer el estatuto de refugiados a los huidos que consiguieran acceder a su recinto. Lo más parecido a una condena a muerte. Entre otras cosas.

Aristóteles, que sabía del poder bastante menos de lo que ahora se sabe, vio en él un «elemento animal»20, cierto coeficiente de animalidad, que le sería inherente como por naturaleza. Sin duda, con razón, a tenor de la que es ya una experiencia secular, ciertamente demoledora. Que hoy se renueva con agobiante intensidad en esas prácticas degradadas, omnipresentes, de las que parece resultar que la política y las instituciones compiten con la calle en la generación de delincuencia. En este país, como en otros, cuando, paradójicamente, el último constitucionalismo habría renovado las cautelas político-jurídicas preventivas para evitarlas.

Son circunstancias que dotan también de pertinencia a la evocación de otro clásico, san Agustín, que, en ausencia de justicia, confesaba dificultades para distinguir a los reinos de las bandas de ladrones21. Cuestión retomada después por Kelsen22; y sobre la que hoy mismo podría/debería discurrirse con mayor razón, en vista de la manera en que las diversas corrupciones han florecido en los medios institucionales de nuestros países, haciéndolo de un modo apto para justificar la conclusión aristotélica de llamar en causa a la genética. Máxime cuando es el partido político —factor sustancial, sine quo non, de la democracia representativa— el que, en su degradado, oligárquico modo de ser actual, suele ocupar el centro de las exuberantes manifestaciones del aberrante fenómeno23. En esto, también España enseña. Por tanto, si hay algo que no falta, son razones para —con Luigi Ferrajoli— calificar de «salvajes»24 a esas actuaciones del poder político que, aun cuando adquirido según los procedimientos de la democracia, se sustraen a las reglas constitucionales y legales que deberían regir su ejercicio, situándose al margen/contra la ley. Así, en propiedad, serán «salvajes», desde tal punto de vista, todas las formas de operar los actores públicos habitualmente denotadas como corruptas y que están descritas en distintos tipos del Código Penal.

Claro, que hay una cuestión de perspectiva que no debe perderse de vista. En efecto, pues las modalidades ordinarias de aquellas, que tan lamentablemente han poblado y pueblan nuestras realidades25, ocuparían, con abismal diferencia, el nivel más bajo de la escala, de ser comparadas con las que integran la estupefaciente y aterradora fenomenología de macrodesviaciones criminales con implicación, en la sombra, de instancias y sujetos de poder, sobre la que versa este libro. De aquí que resulte imprescindible desarrollar una necesaria y comprometida reflexión crítica de amplio espectro que, jerarquizando, como es debido, por razón de la gravedad de los supuestos, tenga por objeto el poliédrico fenómeno en todas sus vertientes, que, al fin, mantienen una patente relación de contigüidad.

En fin, es de justicia decir que Italia oculta no solo habla de atrocidades y de las miserias de cierta política horrenda. En sus páginas queda constancia del papel de personalidades egregias26, con un límpido sentido de lo público y actuaciones ejemplares directamente inspiradas en los más altos valores de la Constitución, que —como el propio autor, un día emblemático giudice istruttore de Milán— actuaron siempre al servicio de estos, en situaciones de extrema dificultad, en las que arriesgaron, y no pocos perdieron la vida.

Italia es un país que, en distintos momentos de la segunda mitad del siglo XX, se ha visto atormentado por horribles formas de violencia, preferentemente mafiosa, contra personas concretas. También por otra, indiscriminada, contra su población, dirigida a estimular una salida política autoritaria, apoyada por esta, que, por fortuna, no respondió a esa provocación. Es una particularidad, que la diferencia de los demás países europeos de su entorno, y que podría llevar a pensar en alguna especificidad italiana. Pues bien, efectivamente existe, pero no es caracterial ni tiene nada que ver con algún ADN colectivo. En efecto, el porqué de las mafias, lo explica Giuliano Turone en las primeras páginas del libro, y guarda relación con muy concretas vicisitudes histórico-políticas, perfectamente identificables. Y, luego, el porqué de la terrorífica acumulación de sucia política en la sombra27 y acciones sangrientas —tan bien documentadas, y analizadas en una parte importante, en Italia oculta—, radica en un dato asimismo acreditado y suficientemente explicativo. Me refiero a la presencia de una izquierda comunista organizada, ciertamente poderosa, algo insoportable para el imperial guardián de Occidente, en un contexto de guerra fría y de política de bloques. Se trata, pues, de circunstancias que, de haber concurrido en otro marco geográfico europeo habrían generado, con toda seguridad, similares efectos. Y es que el poder oscuro tiene una lógica implacable, pero es decididamente apátrida. O, quizá mejor, ciudadano del mundo.

1.Una ejecutoria que, vista en perspectiva temporal, advera de un modo incuestionable la afirmación del mismo Giuliano Turone de que: «cuando se pone en marcha un mecanismo de degeneración del poder, o mejor, de los poderes, se va mucho más allá de las premisas», y tal sería lo «sucedido en Italia» (en «La lezione di un eroe borghese [tavola rotonda]»), en AA.VV., edición de Sandro Gerbi, Giorgio Ambrosoli. Nel nome di un’Italia pulita, Nino Aragno, Turín, 2010, p. 189).

2.En el contexto del secuestro de Aldo Moro por las Brigadas Rojas (BR), comentando la carta redactada por el político en su cautiverio el 27 de abril de 1978, escribiría después Leonardo Sciascia: «Y, en fin, aquí está la palabra que por vez primera escribe en su más atroz desnudez; la palabra que finalmente se le ha revelado en su verdadero, profundo y pútrido significado: la palabra ‘poder’. […] En la carta anterior había hablado de ‘autoridad del Estado’ y de ‘hombres de partido’: es solo ahora cuando ha llegado a la justa denominación, a la espantosa palabra» (en L’affaire Moro, Sellerio, Palermo, 1978, p. 110).

3.Incluso a juicio de un crítico tan acervo como Pier Paolo Pasolini, de los políticos democristianos de primera fila, el «menos implicado de todos en las cosas horribles» organizadas a partir de 1969, «en el intento, […] formalmente exitoso, de conservar el poder a toda costa» («El artículo de las luciérnagas», publicado en Corriere della Sera, de 1 de febrero de 1975, ahora en Escritos corsarios, trad. cast. de J. Vivanco Gefaell, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2009, p. 162).

4.Algo tan poco grato a Estados Unidos, generoso financiador de la causa anticomunista, como al bloque soviético, respecto del que el PCI de Berlinguer se había constituido en una especie de «verso suelto».

5.En efecto, pues la Democracia Cristiana, tras la caída del fascismo, durante las dos primeras legislaturas republicanas, gobernó con esas leyes, en particular, con la liberticida de Seguridad Pública, por algo objeto de la primera declaración de inconstitucionalidad de la Corte Constitucional italiana. Tribunal este, a su vez, víctima de un deliberado retraso en su institución, por parte de aquella, intensamente empeñada en congelar el texto fundamental y su desarrollo. Sobre el particular, cf. Piero Calamandrei, La constitución inactuada, prólogo y traducción de P. Andrés Ibáñez, Tecnos, Madrid, 2013, pp. 23 ss. El mismo Calamandrei describió la gestión política democristiana de ese periodo como «un régimen de sordo e insidioso golpe de Estado» (en «La festa dell’Incompiuta», editorial de Il Ponte, junio 1951, ahora en Il Ponte di Piero Calamandrei 1945-1956, con presentación de G. Mussari e introducción de E. Collotti, J. Mrázková y M. Rossi, 2 vols., Il Ponte, Florencia, 2005, II, p. 38).

6.Precisamente, el más significado de estos (no por casualidad, también en su actitud anti-Moro), Giulio Andreotti, se vio implicado, por la existencia de abrumadores indicios en su contra, en varias causas (de las que este libro habla con pormenor). Y es revelador que hubiera llegado incluso a ser declarado responsable de complicidad con la mafia (aun cuando el delito ya hubiera prescrito), con todo lo que esto significa. También hay constancia cierta de sus estrechas relaciones con Sindona, el banquero asesino. Por no hablar de lo que sugiere su comentario —«se lo estaba buscando»— a propósito del homicidio de Giorgio Ambrosoli, el ejemplar liquidador que desentrañó los embrollos financieros de aquel, frenando sus planes. Leonardo Sciascia abre su libro (cf. la nota 2) con una estremecedora cita de Elias Canetti, que se diría pensada para el turbio líder democristiano: «La frase más monstruosa de todas: que alguien ha muerto en el momento justo» (La provincia del hombre).

7.Publicado inicialmente en Il Mondo, 28 de agosto de 1975. Ahora en Cartas luteranas, trad. cast. de J. Torrell, A. Giménez Merino y J. R. Capella, Trotta, Madrid, 32017, p. 88.

8.La trayectoria de Giuliano Turone como magistrado ha contado también con el inestimable complemento de una relevante obra científica, estrechamente asociada a su peripecia profesional. De ella dan fe libros como Il delitto di associazione mafiosa, Giuffrè, Milán, 3.a ed. actualizada, 2008; La associazione di tipo mafioso, Giuffrè, Milán, 1984; Il caffè di Sindona. Un finanziere d’avventura tra politica, Vaticano e mafia (con Gianni Simoni), Garzanti, Milán, 2009; y Il caso Battisti. Un terrorista omicida o un perseguitato politico?, Garzanti, Milán, 2011. Y, entre otros, trabajos como: «L’associazione mafiosa, dimensione nazionale del problema», en G. Borrè y L. Pepino (eds.), Mafia, ‘ndrangheta e camorra. Analisi politica e intervento giudiziario, Franco Angeli, Milán, 1983, pp. 116 ss.; «Tecniche di indagine» (con Giovanni Falcone), en Riflessioni ed esperienze sul fenómeno mafioso, Consiglio Superiore della Magistratura, Roma, 1983, pp. 38 ss.; «Indagini collegate, procure distrettuali e procura nazionale antimafia», en V. Grevi (ed.), Processo penale e criminalità organizzata, Laterza, Roma-Bari, 1993, pp. 141 ss.; «Indagini patrimoniali in materia di criminalità organizzata», en Corso di aggiornamento sulle tecniche di indagine «Giovanni Falcone», vol. IV. Indagini bancarie e patrimoniali, Consiglio Superiore della Magistratura, Roma, 1993, pp. 22 ss.; «Le strategie di contrasto dell’economia criminale (dall’indagine patrimoniale alla confisca dei valori ingiustificati)»: Questione giustizia, 1 (1994); «La investigación de los casos de corrupción a través de las técnicas de seguimiento de la pista de los papeles (following the paper trait)», trad. cast. de J. Fernández Entralgo, en Jueces para la democracia. Información y debate, 26 (1996); «La Europa de los capitales y las fronteras de la acción penal», en P. Andrés Ibáñez (ed.), Corrupción y Estado de derecho. El papel de la jurisdicción, Trotta, Madrid, 1996, pp. 110 ss.

9.Sobre la evolución y el entonces nuevo perfil de la mafia, sigue siendo una obra de referencia la de Pino Arlacchi, La mafia imprenditrice. L’etica mafiosa e lo spirito del capitalismo, Il Mulino, Bolonia, 1983.

10.Es el resultado de una investigación iniciada en su momento por el instructor Rocco Chinnici (asesinado por la mafia en 1983) y continuada por los magistrados Giovanni Falcone, Paolo Borsellino, Leonardo Guarnotta y Giuseppe di Lello. Un extracto de lo fundamental del texto (de 40 volúmenes y 8607 páginas en el original) puede verse en Corrado Stajano (ed.), Mafia. L’atto di accusa dei giudici di Palermo, Riuniti, Roma, 1986.

11.Casos: P2, Sindona, Luciano Liggio. Por eso, Matteo Tonelli, entrevistador de Giuliano Turone, con motivo de la aparición de la edición original, pudo titular algo más que metafóricamente: «Il giudice dei misteri ha riaperto le indagini» («Il venerdì», suplemento de la Repubblica, de 4 de enero de 2019).

12.En efecto, pues la obra de Turone tiene además esta interesante particularidad. Me refiero al uso, singularmente experto, de una abundantísima documentación judicial, en este caso no orientada a la determinación de la «verdad procesal», sino al desvelamiento de la «verdad histórica». Una tarea intelectual en la que bien puede concurrir la circunstancia de que datos de aquella procedencia que, en el marco de la causa seguida por algún delito, no sirvieron para dar sustento bastante a la hipótesis acusatoria, trasladados a un nuevo contexto e integrados con otros de fuente extrajudicial, puedan servir, sin embargo, para abonar una conclusión contraria, plausible y dotada de un riguroso fundamento historiográfico. Con este modo de operar ha puesto en ejercicio una práctica, sin duda, impensable para el Calamandrei de «El juez y el historiador» (trad. cast. de S. Sentís Melendo, incluido en Estudios sobre el proceso civil, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1961, pp. 107 ss.). En este clásico trabajo, aquel analiza comparativamente los modos de proceder de cada uno de estos profesionales, subrayando agudamente las analogías y las diferencias. Turone, con su modus operandi, ha inaugurado un cierto tertium genus, que, seguramente, habría suscitado el interés, incluso el asombro del gran jurista florentino. Sobre el asunto de esta nota véanse también las interesantes reflexiones de Michele Taruffo, «Il giudice e lo storico: considerazioni metodologiche»: Rivista di diritto processuale, 3 (1967).

13.En Storia d’Italia, trad. it. de A. Acquarone, G. Ferrara degli Uberti y M. Sampaolo, Laterza, Roma-Bari, 62011, p. 616.

14.Entrevista recogida por Corrado Stajano y Marco Fini, La forza della democracia. La strategia della tensione in Italia 1969-1976, Einaudi, Turín, 1977, pp. 169-171.

15.Por su pertinencia y expresividad, se hace uso del título de la conocida obra de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, Madrid, 61.a edición, 10.a de España, 1990). Las «máquinas de picar carne humana» —léase aquí: también la de las 85 víctimas mortales y los 200 heridos de la estación de Bolonia y tantas otras de acciones terroristas ejecutadas en Italia— escribe Galeano, «integran un engranaje internacional» (p. 452). Algo sobre lo que, a tenor de la rigurosa información ofrecida por Turone, acerca de las conexiones y financiaciones que hicieron posibles las masacres, no puede caber la menor duda.

16.Es el modo como Noam Chomsky alude al criterio inspirador de la política exterior, al descarnado ejercicio del imperialismo por parte de Estados Unidos, en el título de uno de sus libros, donde, entre tantos datos expresivos del tenor de aquella, se refiere a la «preocupación» (ciertamente activa y operativa), de sus dirigentes por «los peligros de la política democrática en Francia e Italia», «‘amenazadas’ por la participación de los comunistas en los gobiernos» (en La quinta libertad, trad. cast. de C. Castells, Crítica, Barcelona, 1988, pp. 109 y 306).

17.Por la viuda de Moro, que testificó en este sentido ante la Comisión parlamentaria, se supo que, en una entrevista con Kissinger celebrada posiblemente el 27 de septiembre de 1974, en ocasión de un viaje oficial a Estados Unidos, este le dijo: «Honorable… debe renunciar a perseguir su proyecto político de llevar a todas las fuerzas del país a colaborar directamente. O renuncia a hacerlo o lo pagará caro. Entiéndalo usted como quiera». Se sabe asimismo que, después de esto, Moro se sintió mal, y tuvo que anticipar el regreso a Italia. Es también elocuente que, por aquella época, Moro hubiera dicho a su alumna Luisa Familiari: «¿Cree que yo no sé que puedo acabar como Kennedy?» (véase Alfredo Carlo Moro, Storia di un delitto annunciato, Riuniti, Roma, 1998, pp. 148-149).

18.Infra, pp. 354 ss.

19.«¿Es posible que estéis todos de acuerdo en querer mi muerte por una presunta razón de Estado que alguien malignamente os sugiere, casi como solución de todos los problemas del país?», preguntará Aldo Moro, desde su cautiverio, a Zaccagnini, a la sazón, secretario nacional de la Democracia Cristiana, en carta del 21 de abril de 1978. Carta en la que, más adelante, se lee una severísima y dramática advertencia: «Recordad, y que lo recuerden todas las fuerzas políticas, que la Constitución republicana, como primer signo de novedad, canceló la pena de muerte. Así, queridos amigos, vendría a reintroducirse, sin hacer nada para impedirla, haciendo con vuestra propia energía, insensibilidad y respeto ciego de la razón de Estado, que entre de nuevo, de hecho, en nuestro ordenamiento. He aquí, que, en la Italia democrática de 1978, en la Italia de Beccaria, como en siglos pasados, yo soy condenado a muerte» (cf. L. Sciascia, L’affaire, cit., pp. 88-90). Diametralmente opuesta sería tres años más tarde la actitud del partido ante el secuestro del también político democristiano Ciro Cirillo, por parte de las Brigadas Rojas, cuando sí se pagó un rescate por su liberación.

20.Aristóteles, Política, ed. bilingüe y trad. de J. Marías y M. Araujo, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1989, 1287 b, p. 104.

21.San Agustín, La ciudad de Dios, introducción, traducción y notas de R. M. Marina Sáez, Gredos, Madrid, 2007, lib. IV, cap. 4, p. 201.

22.Hans Kelsen, Teoría pura del derecho, trad. cast. de R. J. Vernengo, UNAM, México, 1979, pp. 57, donde da comienzo el parágrafo rotulado: «El derecho como orden coactivo normativo. Comunidad jurídica y ‘bandas de ladrones’».

23.negacionistasignorar