AL COMENZAR NUESTRO RECORRIDO

 

La lectura de este comentario a Mateo 5-7, unidad literaria y teológica conocida como Discurso del monte o de la montaña, necesita estar alimentada por expectativas adecuadas. Las falsas expectativas no harán más que alejarnos de su lectura y, con ello, de una manera de abordar el mensaje de Jesús contenido en el Sermón. Y quizá también termine alejándonos de la meditación del texto bíblico mismo de Mateo 5-7 por parecernos inabordable, complicado, intrincado.

Este comentario, por la naturaleza del mismo, no es de lectura fácil. Su finalidad es lo que en los estudios bíblicos se conoce como «comentario exegético».

«Exégesis» es la ciencia –y a la vez el arte– que descubre los significados originales de los pasajes bíblicos, aquellos que los autores en su tiempo expresaron para sus comunidades; significados que se conoce como «sentido literal» 1. Se sirve para ello de una serie de instrumentos teológicos, literarios e históricos, y hoy más que nunca de métodos y resultados propios de los abordajes literarios propios de la narrativa y la poesía 2 como de varias ciencias humanas y contextuales, como la arqueología, la psicología, la sociología y la antropología cultural, por nombrar algunas 3. La aproximación teológica y científica a un pasaje bíblico se puede hacer desde diversas perspectivas, como lo demuestran las aproximaciones liberacionista y feminista 4. El comentario o la explicación que se hace del texto es el que deriva del estudio exegético del mismo.

Sin duda, este abordaje tiene sus valores y sus debilidades. Entre sus principales debilidades está el hecho de que no satisface expectativas de carácter pragmático, siempre legítimas. Y no las satisface porque no busca ser un comentario que contenga aportes explícitos para una vida cristiana encarnada, de compromiso con Cristo e inserción viva en la Iglesia. No busca ser un comentario que de forma manifiesta establezca procesos espirituales que ayuden a la oración y la meditación de la Biblia como respuesta discipular a Cristo y a la coyuntura personal y social. Tampoco busca ser un comentario que contribuya de modo evidente a plantear una pastoral que brote del Discurso del monte y a presentar sus exigencias morales.

Ciertamente, el lector nada de esto encontrará en el presente comentario, sin embargo, luego de su lectura y estudio estará preparado para deducir cuáles son las dimensiones de la vida cristiana, de la espiritualidad y de la evangelización contenidas en Mateo 5-7. Y, lo que es vital en el acercamiento bíblico, estará en condiciones de extraer de los mismos pasajes bíblicos, según sus significados intentados por el autor, estas y otras dimensiones que le parezcan pertinentes.

Estos comentarios exegéticos requieren de lectores que se den tiempo y que, sobre todo, busquen con pasión la Palabra de Dios consignada en los textos bíblicos, en este caso en Mt 5-7. Requieren de lo que podríamos llamar «rabinos cristianos» (cf. Mt 13,51-52) que, por su amor a Cristo en cuanto Palabra que revela a Dios, no escatiman esfuerzos ni tiempo para sumergirse en el agua viva y en la luz de un mensaje comprendido en profundidad y puesto en el corazón.

El Discurso del monte es la primera homilía de Jesús según el evangelio de Mateo. El Maestro busca que los suyos entiendan en qué consiste su identidad de discípulos y, por lo mismo, sus nuevas relaciones fundamentales que adquieren respecto a Dios, a los otros y a las cosas, junto con las nuevas consecuencias éticas que conllevan estas relaciones. Sumergirse en estas páginas es, por tanto, tener la posibilidad de reencantar nuestra identidad de discípulos para un mejor servicio a la sociedad.

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FINALIDAD, DELIMITACIÓN Y ORGANIZACIÓN LITERARIA DE Mt 5-7

 

1. Finalidad de Mt 5-7

 

La narración de la pasión y muerte de Jesús, según Mt 26,1, se inicia cuando Jesús «terminó todas estas palabras» 1. Entre otras razones, la estrecha relación de Mt 26,1 con Dt 32,45 («Cuando Moisés terminó de decir estas palabras a todo Israel…»; cf. Dt 31,24) indica que el evangelista presenta a Jesús como nuevo Moisés, y así como este dejó a su pueblo cinco importantes libros (la Torá o Pentateuco), así Jesús deja al nuevo pueblo de Dios cinco importantes discursos que completan y superan la Ley mosaica 2.

Jesús, el nuevo Moisés y Maestro de Israel, entrega a su nuevo pueblo una comprensión renovada de la Ley, reorientando la compleja tradición legal e interpretativa surgida en torno a ella (la llamada «tradición de los antepasados»: Mc 7,3.5). Jesús, según Mateo, continúa y completa la tradición legal de Israel para conducirla a su perfección.

El primero de los discursos de Jesús tiene lugar en la montaña (Mt 5,1; a diferencia de Lucas, que lo sitúa en el llano: Lc 6,17), otra clara referencia a Moisés, que recibe las tablas de la Ley en la montaña del Sinaí (Ex 19,16-20,21). Todo el Discurso del monte (Mt 5-7) acontece en una de las colinas (o «montes») de la Galilea; al terminar este discurso, Jesús «bajó de la montaña, y lo siguió mucha gente» (8,1).

En este primer discurso de Jesús, que con probabilidad no pronunció de una sola vez, Mateo se propone hacer una síntesis de la enseñanza del Señor que sirva como catequesis elemental de vida cristiana para los creyentes venidos del judaísmo, presentando con claridad cuál es la fisonomía o perfil de un cristiano en relación con el culto y la religión judíos y a qué se enfrenta por seguir a Jesús. Su intención es manifiesta: revela que Jesús, el nuevo Moisés, y desde una montaña, ofrece una comprensión definitiva de la Ley para los suyos, Ley nueva que es más bien un anticódigo, pues no es una recopilación de normas de conductas ni es posible derivar una casuística de ellas, como en el mundo legal judío. El Discurso del monte apunta a revelar las disposiciones básicas que hacen que un discípulo de Moisés se transforme en un discípulo de Jesús, disposiciones de las que cada uno tendrá que deducir las conductas apropiadas. Este camino para Mateo es de continuidad, aunque de perfección, y no un quiebre radical con lo de Moisés.

Al ser Mt 5-7 el primero de los cinco discursos de Jesús, tiene una función programática: es el manifiesto del Reino que Jesús inaugura y de las disposiciones que él exige a un auténtico discípulo del Reino.

Para cumplir este propósito, Mateo recuerda enseñanzas conocidas por los primeros discípulos de boca del mismo Jesús y luego transmitidas en el seno de la comunidad cristiana. Con este material evangélico tradicional confecciona el primer discurso u homilía (Mt 5-7; cf. 7,28) teniendo en cuenta las necesidades catequéticas de la comunidad a la que escribe, es decir, de aquellos judíos convertidos que viven su fe, con probabilidad, en Antioquía de Siria 3.

Antes de considerar la disposición y los contenidos de las cinco homilías de Jesús, conviene fijarse en el lugar literario y teológico en las que estas se sitúan en la narración de Mateo.

Un posible esquema de comprensión en el que coinciden varios estudiosos, entre ellos Borghi, que considera este bosquejo como una visión «aérea» del evangelio mateano 4, es el siguiente:

Se distingue en esta disposición concéntrica del evangelio los «discursos» de Jesús, agrupados en cinco bloques literarios, y los relatos de acontecimientos o eventos. El centro literario y teológico del evangelio es el discurso en parábolas de Jesús sobre el Reino de los cielos, revelando así su misión. El relato mateano de los «acontecimientos» se abre con la genealogía de Jesús y su nacimiento, esto es, con su entrada en la historia, y se cierra con su muerte y resurrección, la aparición del Resucitado a las mujeres y el envío de los suyos a hacer discípulos a todos los pueblos. El envío requiere de una memoria renovada de la enseñanza del Maestro a la luz de su resurrección y de la certeza de que Dios cumple las promesas contenidas en la Torá y los Profetas (Mt 17,3). Jesús, el Mesías y Señor, entró en la historia para quedarse. Desde ahora «yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos», le dice a sus discípulos (28,20). El Resucitado, pues, es el Emmanuel que garantiza el Reino de Dios con sus enseñanzas y acontecimientos salvíficos.

Según esta vista «aérea» y como se indicó, el corazón de toda la narración evangélica es el discurso con el cual Jesús, mediante parábolas, revela el misterio del Reino y la identidad del Dios que quiere reinar, revelación hecha mediante su Hijo Jesús (Mt 13). Estamos en la médula del evangelio según Mateo sin la cual es difícil entender la obra de Jesús, su relación con Israel y su misión de agente creador del verdadero Israel de Dios (Rom 9,6-7) 5. Los discursos tienen la función de aportar significados a hechos o acontecimientos y como estos –a su vez– son claras representaciones de lo que Jesús es y de su propuesta nueva.

Aunque haya simetrías que llaman la atención en el paralelismo concéntrico del evangelio de Mateo, incluso en detalles (tres capítulos para discursos B y B’; un capítulo para D y D’, y otras), esta organización literaria tiene sus límites. Entre otras cosas, varias relaciones temáticas entre discursos y acontecimientos parecen forzadas, como los milagros de Mt 8-9 (C) y la variedad de material que contiene 19-22 (C’), o entre el discurso misionero (D) y el eclesial (D’).

Ahora bien, si con una especie de zoom nos acercamos al contexto literario inmediato de Mt 5-7, objeto de nuestro estudio, encontramos una pensada organización literaria.

En efecto, Mt 4,18-11,1 presenta el siguiente paralelismo concéntrico 6:

Estas diversas aproximaciones a la organización de Mateo nos permiten darnos cuenta de la función literaria y del lugar teológico de Mt 5,1-7,29 («Jesús enseña») en el conjunto del evangelio. Todo está en función del Reino de Dios o de su soberanía como Padre. Jesús mismo, su Hijo, se pone a su servicio anunciando las disposiciones que el Reino exige y las relaciones del todo nuevas que pide asumir. Luego, mediante actos sobre todo de sanación, manifiesta el poder salvífico del Reino que Dios ofrece a su pueblo por su Mesías.

Los discípulos, llamados a seguirlo y posteriormente enviados a repetir lo que el Maestro dice y hace, están al servicio de la soberanía del Reino de Dios. Los sumarios son testimonio tanto de la renovación que el Reino hace posible al liberar a los enfermos de sus espíritus impuros como de su fuerza de convocación, pues es mucha la gente y de todas partes la que busca escuchar a Jesús, el agente divino de la soberanía de Dios.

Por tanto, el Reino y el Dios del Reino es la fuerza centrípeta que explica la dinámica literaria del evangelio según Mateo y la obra evangelizadora de Jesús.

 

 

2. Las cinco homilías de Jesús

 

Para tener una visión de conjunto de las enseñanzas de Jesús es importante individualizar sus cinco homilías o discursos y señalar sus temas centrales:

1) Mt 5-7, Discurso del monte (cf. 5,1 y 7,28-8,1): Jesús, como nuevo Moisés y como el Ungido de Yahvé, revela su propuesta fundamental a Israel, el pueblo elegido: el reinado de Dios, cómo aceptarlo y vivirlo. Los destinatarios de su Buena Nueva es toda la gente que se encuentra junto a Jesús.

2) Mt 10, Discurso de la misión: envío de los discípulos e instrucciones básicas para el desarrollo de la misión entre los judíos.

3) Mt 13,1-52, Discurso del Reino: Jesús explica el misterio y las exigencias del Reino mediante parábolas.

4) Mt 18, Discurso de la comunidad: instrucciones básicas de Jesús acerca de la vida comunitaria, que exige estar pendientes de la voluntad de Dios, vivir intensamente la fraternidad, ofreciendo y recibiendo el perdón, y aceptar a los más pequeños y humildes.

5) Mt 24-25, Discurso escatológico o de los últimos tiempos: Mateo recuerda algunas enseñanzas de Jesús relativas a los tiempos finales con el fin de animar a su comunidad a permanecer fiel, venciendo la rutina y la negligencia, porque Jesús ciertamente vendrá. Sin embargo, no solo hay que estar en vela para cuando él venga, sino que hay que estar vigilantes ahora y aquí, pues Jesús, día a día, se presenta en los pobres y desvalidos de la sociedad (25,31-46). De la forma en que uno lo reciba ahora depende cómo lo recibirá al final de los tiempos… y cómo él nos recibirá cuando lleguemos a su Reino.

Las cinco homilías o sermones de Jesús presentan una interesante organización literaria que se conoce con el nombre técnico de paralelismo concéntrico 8:

Por tratarse de un paralelismo concéntrico, las cinco homilías de Jesús se explican a partir de su centro literario que es Mt 13,1-52 (C): la propuesta de Cristo a Israel es la inauguración del reinado de Dios y las transformaciones que este implica para los creyentes y la historia (Mt 5-7: A); sin embargo, Israel nada quiere saber de esta propuesta del Hijo de Dios y la rechaza, razón por la que será juzgado (Mt 24-25: A’).

Dada la respuesta negativa del Israel de la antigua alianza, Jesús inaugura un nuevo Israel, la Iglesia, que tiene por misión el anuncio del reinado de Dios en todo lugar y a todos los hombres, comenzando por el pueblo de Dios (Mt 10: B). Esta misión no se realiza sin el testimonio de una intensa vida comunitaria donde el testimonio del amor de unos por otros lleve a todos a creer en Jesucristo (Mt 18: B’).

 

 

3. Delimitación del Discurso del monte

 

¿Dónde comienza y termina Mt 5-7? En este caso es fácil la delimitación de la unidad literaria.

La pregunta no es ociosa, pues afecta directamente a los pasajes bíblicos que se interpretan, puesto que no es lo mismo explicar una perícopa que pertenezca o no a la unidad literaria, ya que pueden cambiar los acentos del mensaje y las perspectivas teológicas sostenidas por el autor.

Los dos versículos con que finaliza el Discurso del monte (Mt 7,28-29) evocan en el lector los dos versículos que lo introducen (5,1-2). En un esquema conceptual, considerando además Mt 4,25 y 8,1, se presenta como aparece en el cuadro que figura a continuación del párrafo siguiente 9.

Queda claro que la introducción abre una enseñanza de Jesús a la multitud y a sus discípulos (Mt 5,1) y la conclusión la da por terminada. Entre «subir al monte», dato que aporta la introducción, y «bajar del monte», dato que se encuentra en la conclusión, se encierra la enseñanza de Jesús que denominamos Discurso del monte. A esta también se alude con un semitismo: «Abrir la boca» (5,2), que corresponde a «tomar la palabra» o, como algunos interpretan, «comenzar a enseñar», y con la expresión «estas palabras» (7,28), que puede ser traducida por «este discurso». Las acciones se contraponen con evidencia: subir a la montaña – bajar de ella; llegar y sentarse – pararse y bajar del monte (implícito); comenzar a enseñar – terminar de enseñar, a lo que se añade la admiración de la gente luego de haber escuchado la enseñanza de Jesús.

Además, textos inmediatamente anteriores y posteriores al Discurso del monte que describen el seguimiento de Jesús por parte de una multitud enorme sirven también de encuadre de Mt 5-7. La correspondencia entre Mt 4,25 y 8,1b es exacta, tanto temática como de vocabulario: igual verbo (akolouthéo) y pronombre (autos), igual sustantivo (ójlos) y adjetivo (polys).

Sin duda, el mismo Mateo se encargó de encuadrar el Discurso del monte como una unidad literaria y teológica perfectamente delimitada. Esta intención enfatiza más aún el Sermón como una unidad programática del Reino de los cielos, de su contenido y de las disposiciones que se exigen a aquellos que se hacen discípulos suyos.

En el AT, al Segundo Isaías (Is 40-55), constituido mensajero en favor de Sión, Dios le ordenó subir a un monte elevado para alzar con fuerza su voz y proclamar la buena noticia a los de Jerusalén y a los de las ciudades de Judá. Esta buena notica es que «aquí está tu Dios, aquí está el Señor, que viene con poder», quien «apacienta como un pastor a su rebaño» (40,9-11), aquí en Sión «ya reina tu Dios» (52,7). La alianza puede ser renovada, Yahvé está nuevamente dispuesto a ser el Dios de Israel y a hacer de Israel su pueblo.

Jesús cumple esta profecía cuando sube al monte, reúne a la gente y a sus discípulos y, luego de sentarse como un rabino de Israel 10, comienza a anunciarles las notas distintivas, las consecuencias y opciones que exige el Reino de los cielos. Se trata de enseñanzas propias de la nueva alianza para el verdadero Israel, pues tienen la finalidad de mostrar en qué consiste hacerse discípulo de Jesús y pertenecer al nuevo pueblo de Dios. Por tanto, para «hacerse discípulo» (matheteúo) hay que escuchar al Maestro que enseña 11, lo que hace al discípulo de Jesús «discípulo del Reino de los cielos» (Mt 13,52) y miembro del nuevo pueblo que tiene a Jesús como su agente convocador y salvífico.

 

 

4. Género literario y organización literaria de Mt 5-7

 

a) Los géneros literarios de Mt 5-7

 

Volvamos a la interpretación del Discurso del monte de Mt 5-7, especificando su género literario o, más bien, sus géneros literarios.

Hacia finales de Mt 4, e iniciando una nueva sección de su evangelio (Mt 4,17-16,20), el evangelista ofrece algunos datos que preparan el Discurso del monte: la necesidad de la conversión en vista del anuncio y proximidad del Reino de los cielos (4,17), la primera convocación de aquellos que, preparados por Jesús, serán enviados a anunciar el Reino (los Doce; 4,18-22) y un sumario redaccional de curaciones y sus consecuencias (aumento de la multitud y fama de Jesús) como signo potente de que él es el agente mesiánico del Reino de los cielos (4,23-25). Esta humanidad liberada de males porque el Reino se hace presente es la invitada a vivir sus nuevos valores y disposiciones (5,1) 12.

Varios géneros literarios concurren en la composición de Mt 5-7. Realizamos ahora una primera aproximación a ellos, puesto que su justificación y especificación se hará cuando se explique cada perícopa.

Al inicio del Discurso del monte se define lo que Jesús pretende: busca enseñar (didásko: Mt 5,2); es decir, los discípulos y la gente que lo escuchan van a recibir una enseñanza. Al terminar el Discurso se describen precisamente como enseñanza (didajé) estas palabras que Jesús acaba de dirigir a sus discípulos y a la gente (7,28).

La «enseñanza» era el medio oral común que empleaban los rabinos israelitas para explicar a sus discípulos contenidos religiosos referidos a Dios y a la Ley. Más que al ámbito profético, el género está estrechamente relacionado con el oficio de los sabios (Prov 1,1-4; Eclo 37,23). Por tanto, el empleo del género por parte de Jesús lo asemeja a un rabí o maestro de Israel, y sus interlocutores esperan, como «discípulos» o los «hijos» de los sabios y de la sabiduría (Sab 4,11; 23,7), recibir lo propio del género «enseñanza»: instrucciones, exhortaciones, mandatos, sentencias… Escuchando y practicando aprenderán el modo específico de ser discípulo de este Maestro, Jesús, que orienta el comportamiento respecto a Dios y a los demás. La enseñanza del Discurso del monte tiene una finalidad parenética, puesto que invita a considerar las nuevas enseñanzas y a vivir las disposiciones y conductas que de allí se desprenden. El contexto es escatológico, pues el Reino de Dios viene con Jesús, quien explica su sentido y exigencias, y al cumplimiento de estas se añade la promesa cierta de la recompensa eterna 13. De ahí que más bien se trate de una «enseñanza persuasiva».

Sin embargo, como todo género mayor, alberga en sí géneros literarios diversos, que en nuestro caso coinciden generalmente con las unidades literarias que conforman Mt 5-7. No está de más recordar que no todos coinciden respecto a qué tipos de género se trata, aunque muchos concuerdan en que la mayoría de esos géneros (casi siempre primero orales) se encuentra en la literatura judaica 14.

En la «enseñanza persuasiva» de Mt 5-7 encontramos:

Macarismos (5,3ss), forma propia de la «bienaventuranza» presente sobre todo en la literatura sapiencial y en los Salmos.

• Enunciados legales y midrás haláquico. Este es un método interpretativo, sobre todo del rabinismo sinagogal, que se preocupa por la búsqueda del recto proceder o la adecuada conducta (el «camino» a seguir: halak en hebreo) a partir de las prescripciones legales de la Escritura; es, pues, la búsqueda de los significados de tipo ético-legal que contiene la Escritura. La práctica de este método por parte de Jesús en 5,21-45 manifiesta su intención de desvelar la intención original de Dios en cuanto legislador.

• Metáforas como «sal de la tierra» y «luz del mundo», o «paja/viga en el ojo», o «el ojo es la lámpara del cuerpo», o arrojar «las perlas a los cerdos».

• Exhortaciones sorprendentes que solo la aceptación del Reino hacen posible: a reaccionar con una conducta contraria para ser mediación de salvación para el otro (5,44); a obrar por propia iniciativa y libertad, ofreciendo el doble de lo que el otro exige, para poner fin a la violencia (5,38-41); a dar a quien lo necesita sin pensar en retribución, procurando ser signo de Dios Padre, que es gratuito con todos (5,42); a no juzgar, pues a toda acción le corresponde un juicio escatológico (7,1-2).

• Parábolas como la relativa a la sal que pierde su sabor (5,13b) o la casa construida sobre roca o sobre arena (7,24-27).

• Sentencias proverbiales propias de las llamadas «palabras de sabiduría», algunas fáciles de interpretar (6,21.24), otras más difíciles (7,6).

• Oraciones o plegarias como la del Padrenuestro.

No faltan las formas literarias mixtas, y si Mt 6,9b-13 es una «oración» o «plegaria», el género literario de 6,5-15, sin embargo, es definido por algunos como una «enseñanza-oración». Otros definen la perícopa de 6,1-18 sobre la limosna, la oración y el ayuno como una «enseñanza cúltica». Algunos encuentran una mezcla de formas literarias sapienciales con proféticas en Mt 7,13-14 15.

Algunos pasajes como Mt 5,17 («No piensen que he venido a abolir…») quedan en la incertidumbre respecto a su género o forma literaria.

Este breve repaso de géneros literarios, que en su conjunto hacen que la enseñanza sea «persuasiva» y que se especificarán en la interpretación de cada perícopa, nos lleva a la conclusión de que las formas literarias dominantes en Mt 5-7 son las didáctico-sapienciales. Incluso el estilo simbólico, hiperbólico y paradójico de algunos pasajes del Discurso del monte es propio de esa forma literaria.

 

 

b) Organización literaria de Mt 5-7

 

El Discurso del monte (Mt 5-7), en cuanto unidad literaria, está determinado por el tenor literario de carácter introductorio de Mt 5,1-2 y conclusivo de 7,28.

En la introducción (5,1-2) se indica:

1) Quién habla: Jesús.

2) Cuál es el motivo: enseñarles.

3) Qué hace y dónde: sube a una colina (o monte), se sienta y enseña.

4) Quiénes son los destinatarios: los discípulos, que se acercan, y el gentío reunido en torno a Jesús.

Al final del discurso, en la conclusión (7,28), se vuelven a tomar estos mismos elementos: «Cuando Jesús terminó este discurso, la gente quedó asombrada por su enseñanza...»; luego, en 8,1, se nos informa de que descendió del monte: «Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió mucha gente».

El material literario de Mt 5-7 que está después de la introducción y antes de la conclusión (5,3-7,27) se puede dividir siguiendo indicios literarios y temáticos:

1) Los pasajes de 5,17-20 y 7,12 tienen un mismo tema: la valoración y cumplimiento del AT en la persona de Jesús y gracias a su obra; en ambas perícopas encontramos una idéntica y única expresión en el Discurso del monte: «La Ley y los Profetas» (5,17 y 7,12).

2) El tema dominante de 5,21 a 7,11 es la comprensión cristiana de la Ley judía y de su tradición. En este extenso pasaje bíblico se destacan con claridad los siguientes temas:

– 5,21-48: la relación con el prójimo según el judaísmo y, por otro lado, según la comprensión cristiana de la Ley, esto es, conforme a la voluntad del Padre de los cielos revelada por su Hijo.

– 6,1-18: la relación con Dios según el judaísmo y la comprensión cristiana de las prácticas cultuales o de la voluntad del Padre de los cielos manifestada por su Hijo.

– 6,19-7,11: no es fácil la sistematización de los temas de este grupo de perícopas, pues son varios y se entremezclan. Por ejemplo, la relación del discípulo con los bienes materiales se halla primero como exhortación a no optar por los bienes terrenos (6,19-24) y luego a no confiar en dichos bienes, sino en la providencia de Dios (6,25-34). 7,1-11 son normas de vida comunitaria (7,1-5) y de oración litúrgica (7,7-11), no del todo en conexión con lo precedente. 7,6 contiene dos sentencias enigmáticas que con bastante probabilidad no se encuentran en su contexto literario original 16.

Teniendo en cuenta la presencia de ciertos núcleos temáticos, la organización de 6,19-7,11 puede ser la siguiente:

a) 6,19-24: el discípulo y los bienes materiales: servir a Dios;

b) 6,25-34: el discípulo y la providencia del Padre: confiar en Dios;

c) 7,1-5: el discípulo y la conducta entre hermanos: corrección fraterna;

d) 7,6-11: el discípulo y la oración al Padre: saber pedir a Dios.

Con el título «La justicia del discípulo: los bienes materiales y la confianza en el Padre», consignado en el esquema de más abajo, no se intenta dar cuenta de cada uno de los temas mencionados.

3) El tema de la relación con el prójimo de Mt 5,21-48 y la relación con Dios de 6,1-18 se retoman, por un lado, en 6,19-7,11 con los temas de no juzgar al prójimo (7,1-6) y, por otro, confiar en Dios (7,7-11). Algunas perícopas de estos textos se centran en la relación del cristiano con los bienes materiales (6,19-34: riquezas, comida, bebida, vestidos) 17.

4) El pasaje de Mt 6,1-18 se divide en tres partes correspondientes a las tres obras de piedad más importantes de un judío piadoso: la limosna (6,1-4), la oración (6,5-15) y el ayuno (6,16-18). De las obras de piedad se resalta la práctica de la oración, y en el centro de esta perícopa se encuentra el Padrenuestro, la plegaria cristiana por excelencia (6,9-13).

5) Finalmente, los pasajes de Mt 5,3-16 y 7,13-27 se analogan en razón de su forma literaria y su tema. Tanto en 5,3-10 como en 7,21-27, Jesús habla en tercera persona (él, ellos); los destinatarios, pues, son universales. En cambio, en 5,11-16 y en 7,13-20, Jesús habla en segunda persona (tú, vosotros/ustedes); los destinatarios, por tanto, están ahí, ante él, escuchando su palabra. Respecto al tema, se trata de las disposiciones interiores (5,3-16) y de las opciones de vida (7,13-27) que hacen posible la participación en el Reino de los cielos.

De acuerdo a estos indicios temáticos 18, la organización del Discurso del monte adquiere la forma literaria de un paralelismo concéntrico que se presenta así:

El siguiente esquema saca a la luz con claridad el paralelismo concéntrico que domina la redacción del Discurso del monte:

Sin duda, Mateo empleó material literario ya existente, como la Fuente Q, y lo seleccionó, articuló (es decir, dividió y recompuso) y redactó para dar vida a un bloque largo y complejo como el Discurso del monte, y luego a toda su obra. Se impone, pues, una pregunta: ¿en virtud de qué criterios lo hizo? 19 Y tuvo que seguir alguno, puesto que, según el testimonio de Papías, obispo de Hierápolis, es reconocida la tendencia mateana a ordenar su material, quien además –como parece indicar Papías– habría escrito su obra en hebreo 20. En razón de la finalidad que pretendía y de aquellos relatos similares a los «evangelios» que le ofrecía la literatura hebrea, y sobre todo la literatura grecorromana, Mateo adoptó varios criterios literarios para la composición de su obra. Estos relatos similares son las «biografías» de personajes famosos, un conocido género literario que, regido por la retórica, está a medio camino entre la «historia» y el «encomio». Su contenido es la narración de dichos y hechos del biografiado y el testimonio de su carácter moral, con la finalidad de que sea honrado e imitado, de conservar su memoria y su enseñanza y de salir en su defensa frente a sus adversarios 21. Sobre la base de este modelo con dicha finalidad literaria, Mateo construye una biografía selectiva con el propósito de suscitar la fe en un gran personaje, Jesucristo, para lo cual se sirve de las figuras retóricas que le ofrecía la literatura hebrea y grecorromana, entre ellas los paralelismos de varios tipos que le permiten ordenar el relato y destacar lo esencial 22.

En el paralelismo concéntrico, todo el conjunto se explica a partir de su centro literario. En el caso del Discurso del monte, a partir de «E», que corresponde a Mt 6,1-18, cuyo contenido es la relectura que hace Jesús de los actos de piedad judíos de forma que sus discípulos los hagan propios, conforme a la intención original de su Padre. En el centro literario de estos actos de piedad se encuentra la plegaria de la nueva alianza o Padrenuestro (6,9-13), núcleo teológico del Discurso del monte 23. Por lo mismo, el centro de este es la oración cristiana que Jesús enseñó a los suyos.

De esta forma, como señala, por un lado, un exegeta católico, se demuestra que, sin la plegaria, este programa de vida es irrealizable. Por otro, como indica U. Luz, exegeta de la Iglesia evangélica, nos hallamos ante el centro del Discurso del monte, donde se revela como esencial «la obediencia integral y no solo externa a la voluntad de Dios», esto es, «la recta orientación del corazón como problema decisivo de la justicia “superior”» 24. Por tanto, solo los que llaman a Dios «Padre nuestro», porque han aceptado ser «sus hijos» y procuran vivir como tales, serán capaces de escucharlo para obedecerlo, al igual que el Hijo primogénito (Heb 10,5-7).