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El periodista italiano Eugenio Scalfari, del diario La Repubblica, después de entrevistar al papa Francisco dijo: «Si la Iglesia se vuelve como Francisco la piensa y la quiere, habrá cambiado una época». Poco tiempo después, bajo el título «El papa del pueblo», la revista Time designó al Santo Padre como la «persona del año», captando la esperanza de millones de personas, según explica el reportaje. Lo que sorprende es que ambos testimonios sucedieron en el año 2013, el primero en el mes de octubre y el segundo en diciembre, apenas siete meses después de que el papa iniciara su pontificado.
La persona del papa Francisco, su testimonio, cercanía, espontaneidad y, sin duda, su palabra, ya sea en homilías, mensajes o documentos, nos sigue impactando a todos, incluido, por supuesto, el padre José Francisco Gómez Hinojosa –a quien conocemos y llamamos amistosamente «padre Paco»–, hasta el punto de que nos ofrece este libro como un esfuerzo de investigación sobre el tipo de relación que existe entre la TL y la teología de Francisco de Roma, como él lo llama, presentando un hilo conductor de la comparación: la metodología, la cristología, la eclesiología y la antropología de las dos posiciones teológicas. Ello nos permite a todos enfocarnos y además orientar la reflexión que provoca la lectura de este aporte, con un lenguaje para todos, principalmente para aquellos que no están familiarizados con la teología y a quienes dirige principalmente esta obra.
El padre Paco conoce la TL, y, aunque en otras de sus obras ha tratado el tema desde diferentes puntos de vista y usando distintos géneros literarios, en este libro nos ofrece, en un primer bloque, no solo un poco de su historia, sino el camino que ha seguido esta teología hasta nuestros días. Recordemos, por ejemplo, cómo en las décadas de los setenta y ochenta, dicha teología produjo una gran discusión dentro de la Iglesia, y el cardenal Joseph Ratzinger tuvo que hacer algunas precisiones.
En un segundo bloque pone a nuestro alcance la teología que el papa Francisco ha ido desarrollando tanto en su magisterio ordinario como en homilías, catequesis y mensajes. Llama la atención no solo el seguimiento que el padre Paco ha hecho del pensamiento del papa, sino la profunda reflexión personal, académica y pastoral que nos ofrece.
Quienes conocemos al padre Paco podemos constatar que sabe escuchar y que además le gusta entrar en diálogo con todos. Estas cualidades las refleja en el libro, pues, una vez que ha delineado las dos teologías, como si fueran dos personajes de alguno de los cuentos o historias que ha narrado, las presenta dialogando a través de un puente comunicativo, como él mismo lo llama, y, en un tercer bloque, nos ofrece diferencias y semejanzas entre ellas, para concluir respondiendo a la inquietud de si hay ruptura o continuidad entre ambas teologías. No adelanto la respuesta, pero es retadora y propositiva.
Debo reconocer que las notas a pie de página, presentadas en abundancia a lo largo de todo el libro, son un gran complemento para la lectura, por lo que sugiero no pasarlas por alto, ya que, además, el padre Paco, fiel a su estilo, afronta con valentía temas difíciles.
Recomiendo este libro. Puede ser utilizado como bibliografía complementaria en clases, cursos o talleres de teología pastoral, lo cual no dudo que suceda, pues siempre es muy alentador encontrar temas de investigación y reflexión que colaboren en la toma de conciencia de un acontecimiento tan importante en Latinoamérica como la TL y el ministerio del papa Francisco a través del cual desarrolla su propuesta teológica.
Estaremos de acuerdo o no con el planteamiento del padre Paco en su libro. Sin embargo, no podemos regatearle la oportunidad que nos brinda de reflexionar sobre planteamientos teológicos deseosos de llevarnos de nuevo a Jesús de Nazaret, y eso se lo agradecemos.
+ ROGELIO CABRERA LÓPEZ
arzobispo de Monterrey
La TL se ha convertido en la principal referencia teológica de América Latina. No ha sido la única, pero sí la que más ha destacado en el panorama teológico, no solo latinoamericano, sino internacional.
Es cierto que otras expresiones teológicas, como la propuesta por el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (CEBITEPAL) en sus cursos y publicaciones, la recogida en los documentos de trabajo y finales de las diversas conferencias del CELAM, la que aparece en los manuales académicos de seminarios e institutos de teología o la propia de teólogos latinoamericanos que no se incluirían en la TL, también son relevantes, pero no alcanzan la trascendencia que el movimiento llamado TL ha tenido en la Iglesia católica, y en la teología en general, desde la década de los setenta hasta finales del siglo pasado, aunque algunos de sus representantes afirman que todavía está presente entre nosotros 1.
Jorge Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires, y sobre todo ya como Francisco de Roma, ha desarrollado un pensamiento teológico propio, manifiesto en su magisterio ordinario al frente de su diócesis, en sus catequesis diarias expresadas en sus homilías durante las misas en Santa Marta y, especialmente, en las encíclicas y Exhortaciones recientes. Por otra parte, coinciden diversos testimonios en afirmar que, como coordinador del documento final de Aparecida 2, su influencia en el texto definitivo fue notable 3. Sin embargo, al no ser de su autoría, tal documento no forma parte de su teología personal 4, aunque aparecerán muchos de sus temas en EG 5, con notables semejanzas.
En el presente trabajo nos ceñiremos a esa Exhortación apostólica, a la encíclica LS, a la Exhortación apostólica pos-sinodal AL –que, aunque centra su atención en las familias, nos ofrece una interesante visión antropológica del papa Francisco– y a la reciente GE. Consideraré también LF e IM 6.
El objetivo de este texto es tender un puente comparativo, si lo hay, entre ambas teologías, la TL y la de Francisco de Roma –manifiesta esta en los cinco documentos citados–, y responder a la inquietud de si hay ruptura o continuidad entre las dos teologías 7. Solo analizaremos la metodología, la cristología, la eclesiología y la antropología de las dos propuestas 8.
No nos detendremos en los impactos pastorales que ambas teologías han tenido en nuestra Iglesia católica latinoamericana en los últimos cincuenta años –la TL–, con su influjo, por ejemplo, y como veremos más adelante, en las CEB 9, ni en la gran presencia que el pensamiento teológico del papa Francisco tiene dentro de la Iglesia católica y fuera de ella –en muchas ocasiones, y pareciera que sus posiciones teológicas son mejor recibidas fuera que dentro– en temas fronterizos, como la atención a los divorciados vueltos a casar y a las personas homosexuales, el diaconado femenino, la posibilidad de un celibato opcional en los presbíteros, etc.
Las simpatías y antipatías que los pronunciamientos papales han encontrado tienen su base, sí, en la forma de gobierno y en el estilo personal de Francisco de Roma –tema interesante, pero que escapa a los objetivos de este trabajo–. Sin embargo, creo que es especialmente en la teología que está detrás de esas actitudes y pronunciamientos donde se encuentra la fuente de tales críticas, y es en ella donde nos detendremos.
Conviene aclarar que este libro está dirigido no a los estudiosos de la teología y a sus especialistas, que lo encontrarán, con seguridad, inconsistente y falto de precisión documental, sino a los interesados en el tema y no habituados a la terminología teológica. Esfuerzos más acabados se están llevando a cabo en varias universidades a través de tesis doctorales sobre diferentes temáticas y enfoques en la teología del papa Francisco.
Mi acercamiento no representará la expresión de un especialista en teología, sino de un interesado permanente en ella, y solo avalado por la formación recibida en el seminario, por las recientes lecturas de reportajes y libros sobre la materia y las clases, conferencias, talleres y cursos que he impartido en torno a esta disciplina, y por algunos artículos para revistas especializadas. De la misma manera, creo que los frescos aires eclesiales surgidos a raíz del papado de Jorge Bergoglio influirán para que este esfuerzo de investigación sea recibido con mayor benevolencia por los lectores, una vez que ya acabaron –supongo– las épocas en las que hablar o escribir sobre TL estaba vetado en la práctica, sobre todo en muchas instancias eclesiales.
PRIMER BLOQUE
1
Explicar el desarrollo histórico de la TL exige estudiar, al menos, cuatro etapas fundamentales: los inicios en las décadas de los años sesenta y setenta, la primera sistematización en los setenta, la consolidación hacia finales del siglo XX y el actual «silencio» prudente, con el giro ecologista que han dado algunos de sus representantes más conocidos, como Leonardo Boff, y del que hablaremos más adelante.
1. Los inicios 2
Los primeros pasos de la TL, sin referirnos a los grandes padres como Bartolomé de Las Casas, Vasco de Quiroga o Antonio de Montesinos –que bien podrían ser considerados como los primeros teólogos de la liberación en nuestro continente 3–, hay que situarlos en América Latina durante la década de los sesenta. Es cierto que, desde la llegada de los ibéricos a nuestras tierras latinoamericanas, fueron muchos los pastores que buscaron defender a los nativos de las injusticias y agresiones por parte de muchos conquistadores. Y lo hicieron no solo arriesgando sus vidas, sino justificando, desde el punto de vista teológico, la dignidad de quienes eran conquistados y evangelizados. Ahí se encontraba, en ciernes, la TL.
Sin embargo, es a partir de la segunda mitad de 1960 cuando podemos hablar, con propiedad, de una naciente TL. Varios son los acontecimientos, dentro y fuera de la Iglesia, que influyen en su gestación. Veamos.
a) El Concilio ecuménico Vaticano II
Este acontecimiento eclesial, quizá el más importante del siglo pasado, significa no solamente la apertura de la Iglesia al mundo moderno, sino la preocupación inicial por adecuar la reflexión teológica a esa nueva realidad. Los obispos participantes en esta magna reunión se llevaron a sus países la indicación de concretar en sus diócesis las enseñanzas conciliares. De ahí que el interés por aterrizar las enseñanzas conciliares a nuestras tierras sea el que impulsa la reflexión de los primeros teólogos de la liberación 4, avalados por obispos latinoamericanos que tuvieron activa participación en el Concilio, como el chileno Manuel Larraín y el brasileño Hélder Câmara. Hasta la fecha, en mi opinión, el Concilio sigue esperando una total aplicación en nuestras diferentes pastorales, antes de plantearnos la necesidad de otro. Para algunos estudiosos de Francisco de Roma, la propuesta teológico-pastoral del papa consiste solamente en aplicar las enseñanzas del Concilio a nuestra Iglesia 5, con lo sencillo y complejo a la vez que tal tarea implica.
b) Crisis estructural latinoamericana 6
Después de una época optimista, en la que parecían soplar los aires libertarios sobre toda América Latina, gracias a la Revolución cubana y a figuras como el Che Guevara, el sistema económico-político vigente comenzó a presentar signos de crisis 7, en especial a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Las diferencias entre ricos y pobres aumentaron, y brotaron los regímenes represivos, con su contrapartida en los movimientos populares. Abundan los golpes de Estado en América del Sur –sobresaliendo el chileno, que ocasionó la muerte de Salvador Allende–, muchos de ellos orquestados desde Washington y coordinados por las embajadas de los Estados Unidos en los diferentes países latinoamericanos 8. El famoso «Informe Rockefeller» llamaba la atención sobre el grave riesgo que significaba el activismo social de algunos miembros de la Iglesia católica para el dominio de Estados Unidos en el área 9, resaltando, de manera implícita, la peligrosidad de la TL para los intereses norteamericanos.
c) La teoría de la dependencia 10
Este análisis de la situación latinoamericana y, en general, de los países del Tercer Mundo sostenía que el subdesarrollo de esas naciones tiene su origen en la dependencia a que son sometidas en razón del desarrollo y la expansión de los países capitalistas desarrollados. Muchos teólogos de la liberación partían de este presupuesto para la elaboración de sus contenidos teológicos, denunciando las doctrinas de seguridad nacional que, provenientes de los Estados Unidos, se instalaron en muchos de nuestros países. Ellas sostenían que las fuerzas armadas de los países latinoamericanos debían reprimir cualquier intento por instaurar el comunismo en el subcontinente. En ocasiones, algunas jerarquías eclesiásticas apoyaban tales doctrinas 11, si bien no de manera directa, sí callando ante evidentes represiones para personas y grupos opositores y rebeldes.
d) El compromiso con los pobres
Laicos, religiosos, sacerdotes y obispos, partiendo de una clara conciencia sobre esa situación de miseria e injusticia, y basados en una lectura de la Palabra de Dios que enfatizaba la opción divina por los más pobres, asumieron un compromiso evangélico que se tradujo en una clara opción por los principales afectados de ese fenómeno. Fueron muchos los testimonios de diócesis y congregaciones religiosas que se decidieron a inyectar sus programas pastorales de esta opción 12. Estos intentos, más encabezados por el clero regular que por el secular, provocaron en algunos sectores eclesiales ciertas antipatías y no pocos temores en las clases empresariales. Ya por la falta de testimonio radical de quienes predicaban la opción por los pobres, ya por la denuncia que ello implicaba para quienes vivían en sus comodidades, tal predicación encontró muchos obstáculos.
e) Medellín 13
La Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1968) trata de interpretar el Vaticano II a la luz de la realidad de América Latina. Aquí adquieren carta de ciudadanía temas como paz, justicia, pobreza, situación de pecado, cambio de estructuras, concientización, educación liberadora, etc. No pocos eclesiásticos rechazaron en la práctica este lenguaje y los contenidos que estaban detrás de tales expresiones 14. Pareció que el sueño de Juan XXIII de generar una Iglesia de los pobres comenzaba a hacerse realidad. Llamó mucho la atención el respaldo casi unánime que dieron los obispos latinoamericanos en esa reunión al pensamiento que daría origen, pocos años después, a la TL y a la pastoral que de ella surgía por todas partes en América Latina 15. En agosto-septiembre de 2018 se cumplen cincuenta de ese acontecimiento tan importante para la teología y pastoral latinoamericanas.
f) Las Comunidades Eclesiales de Base
Íntimamente ligadas a la TL, las CEB surgen como una aplicación práctica de esa propuesta teológica en las que –como veremos más adelante– se produce una teología popular. Estos pequeños grupos comenzaron a reunirse para estudiar la Palabra de Dios, confrontándola con sus problemas concretos y buscando tener una participación activa en la Iglesia y la sociedad. Surgen en parroquias pobres, en zonas campesinas e indígenas, y no tienen forzosamente a un presbítero o a una religiosa como animadores. Estaban a cargo de agentes de pastoral con algo de preparación teológica. Las CEB preocuparon a algunos jerarcas y, aunque ya se hablaba de ellas en la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (1968), es en la Conferencia de Puebla (1979) donde son abordadas con detenimiento, señalando, sí, sus riesgos y posibles desviaciones, pero especialmente su validez y sus frutos positivos 16.
Todos estos acontecimientos son la tierra fértil en la que surge la TL. Debemos aclarar que este movimiento teológico no se da únicamente dentro de la Iglesia católica, sino que atraviesa también muchas Iglesias históricas protestantes 17 y recoge un clima de renovación que se extendió no solo por toda América Latina, sino en muchos países del mundo. Tal impulso innovador, cuya fuente principal fue el Concilio ecuménico Vaticano II, permeó en la Iglesia universal durante toda la década de los setenta, hasta el punto de que pudimos hablar en esa época de una «primavera eclesial», quizá semejante a la que hemos estado viviendo con el papa Francisco desde su llegada al pontificado.
Pero, como sucede ahora con los cambios propuestos por Francisco de Roma, pasó también después del Concilio, y una suerte de involución comenzó a vivirse en nuestra Iglesia. Esta constatación, sustentada en regresos a posiciones teológicas y a prácticas litúrgicas que suponíamos ya superadas, ha marcado tanto a nuestra Iglesia reciente que seguimos batallando para hacer nuestros los postulados del Concilio, y que el papa Francisco quiere actualizar, como veremos más adelante.
2. Primera sistematización
Ya desde 1964, Gustavo Gutiérrez señala que la teología debe ser una reflexión crítica sobre una praxis determinada. En 1968 pronuncia una conferencia –en el Encuentro Nacional del Movimiento Sacerdotal ONIS, en Chimbote (Perú)– titulada «Hacia una teología de la liberación», en la que esboza las primeras intuiciones que después se convertirán en sus tesis fundamentales. Las ideas de esa conferencia las presenta en el Congreso de Teología en Bogotá (1970), las cuales, ampliadas y sistematizadas, constituyen su famoso libro Teología de la liberación. Perspectivas, publicado en 1971 18. Debemos destacar con la misma importancia la obra de Hugo Assmann Teología desde la praxis de liberación, publicada en 1973 19.
Gutiérrez sostiene que esta primera sistematización recoge «una nueva presencia de la Iglesia en América Latina» con las siguientes características: denuncia profética, en especial por parte de algunos obispos; evangelización concientizadora, apoyada en la pedagogía de Paulo Freire 20; pobreza como exigencia testimonial; cambios en el estilo de vida de los presbíteros y mayor participación de laicos, religiosos y presbíteros en las decisiones pastorales de la Iglesia 21.
3. Maduración, diversificación y difusión de la teología de la liberación
La década de los setenta es particularmente fecunda en la primera difusión de la TL. Durante los ochenta se dan distintos tipos de respuestas y diversificaciones. En 1972 se realiza el Encuentro de El Escorial, en España, cuyas memorias aparecen bajo el título Fe cristiana y cambio social en América Latina 22. Es la presentación de la TL al mundo europeo. En 1974, la Comisión Teológica Internacional se ocupa del tema. En junio de ese año, la revista Concilium le dedica un número, el 96, con el título «Praxis de liberación y fe cristiana». En 1975, el teólogo Jürgen Moltmann escribe una carta sobre la TL a José Míguez Bonino a propósito de su libro La fe en busca de eficacia.
En agosto de ese año se realiza en la ciudad de México el primer encuentro latinoamericano de teología, cuyos resultados aparecen en Liberación y cautiverio. Debates en torno al método de la teología en América Latina. En 1976 se reúnen en Tanzania teólogos de tres continentes en un congreso ecuménico de teología y fundan la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo. En 1978 se realiza en San José, Costa Rica, el primer encuentro latinoamericano de teólogos y científicos sociales, en el que se analiza la relación entre TL y ciencias sociales. En 1979, varios teólogos de la liberación acompañan como asesores a obispos participantes en la III Conferencia del CELAM. Ese mismo año, la Universidad de Nimega, Holanda, confiere el grado de doctor en teología, honoris causa, a Gustavo Gutiérrez.
En 1980 se elabora el Documento de Santa Fe en Estados Unidos, destinado a contrarrestar la TL en América Latina. En 1983 se aceleran las investigaciones sobre la obra teológica de Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff por parte de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. En 1984 se publica la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación 23, y dos años después Libertad y liberación. En 1986, las Ediciones Paulinas anuncian el deseo de publicar una especie de Summa Theologica sobre la TL, que incluyó monografías sobre los más diversos temas teológicos, y en 1990 Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino publican Mysterium liberationis con la misma finalidad. Podríamos situar estos dos textos como el culmen de la producción doctrinal de la TL.
Los encuentros de El Escorial (1992) 24 y de San Leopoldo-Unisinos (2012) 25 han querido ser, más que un recuerdo nostálgico del pasado, una evaluación del paso recorrido, con una proyección de los retos teológicos que le esperan en el futuro a la TL. Otros encuentros de menor resonancia internacional mantienen viva la ilusión, como los organizados por Amerindia en 2015 y 2017 26, en donde se han incluido nuevos personajes de la TL, en especial mujeres, campesinos y jóvenes, junto a los «padres fundadores». También hay que señalar el Congreso organizado por la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, del 3 al 5 de abril de 2018, que quiso profundizar el camino iniciado en el Primer Encuentro Iberoamericano de Teología, realizado en la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College, en los Estados Unidos de América, del 6 al 10 de febrero de 2017. Aunque esas reuniones no son propiamente de TL, varios teólogos vinculados a ella participaron, como Gustavo Gutiérrez, Agenor Brighenti, Juan Carlos Scannone y Pedro Trigo, entre otros 27.
4. Silencio prudente
Hacia finales del siglo pasado asistimos a un proceso de repliegue de muchos teólogos de la liberación. Se asumieron actitudes de mayor tacto y prudencia, además de que el boom ya había pasado.
Lo acontecido en Europa del Este, en especial la caída del «socialismo real», produjo muchos replanteamientos en algunos contenidos de la TL, que deberán ser tratados con más profundidad. Además, la renuncia al ministerio de Leonardo Boff fue utilizada por los enemigos de la TL para desacreditarla, al igual que su reciente interés por temas ecológicos 28, enfoque que ya no tiene la combatividad de la fundante TL y que, por tradición, se considera hasta más «romántico». De cualquier manera, los teólogos de la liberación sostenían y continúan sosteniendo que, mientras se sigan dando situaciones de opresión en nuestro continente, seguirá siendo válida una TL 29.
José María Castillo sostiene que la TL no ha hecho más que iniciar un proceso, todavía inconcluso, y, en un derroche de honestidad académica, hacia finales de siglo pasado enunció las dificultades más graves que la TL afrontó, a los treinta años de su fundación: políticas de izquierda que fracasaron y que estaban asociadas a la TL; proyectos económicos de tipo socialista que se hundieron; filosofías e ideologías que tenían su sustento en la Ilustración y la modernidad, y comunidades y grupos eclesiales que optaron por los pobres y que no encontraron un suficiente respaldo y acompañamiento por las demás instancias eclesiales 30. Yo añadiría que la incomodidad de la TL se parece mucho a la que nos provoca el Evangelio, por el cuestionamiento que nos hace de nuestra manera de seguir a Jesucristo.
Primera recapitulación
La TL, después del boom inicial, hacia finales del siglo pasado, de su consolidación en América Latina y de su aceptación en las academias teológicas europeas, sigue presente no solo en algunos de sus autores originales, ya todos ancianos, sino en muchos proyectos pastorales de América Latina. No es exagerado afirmar que la TL ha venido acompañando de manera puntual no solo la historia de la evangelización en América Latina, sino también sus cambios económicos, políticos y sociales, por lo que debe ser considerada como uno de los principales referentes del subcontinente. Ahora bien, es cierto que, si el escenario político internacional ha cambiado, no lo ha hecho así la situación de pobreza en la que viven millones de personas, muchas de ellas creyentes, y que siguen encontrando en la TL una expresión de su clamor hacia Dios. Tal mutación geopolítica trajo consigo un silencio prudente por parte de los teólogos de la liberación y un tránsito hacia la ecología.
Por el hecho de ser latinoamericano y por su conocimiento de la pastoral en nuestro subcontinente, la llegada del papa Francisco a la sede de Pedro ha significado, quizá de manera indirecta por las diferencias que puede tener con los teólogos de la liberación, un respaldo a la TL no muy explícito, pero sí presente en las coincidencias que también se dan en ambas teologías, como veremos en la parte final de este trabajo.