JUEGOS DE MOTRICIDAD PARA LA TERCERA EDAD

José Ma Cancela Carral

 

 

 

 

Autor: José M.a Cancela Carral

Corrección del texto: José Antonio Cabello Largo

Diseño de la cubierta: David Carretero

Edición: Editor Service S.L.

© 2020, Editorial Paidotribo

    www.paidotribo.com

    E-mail: paidotribo@paidotribo.com

Primera edición

ISBN: 978-84-9910-779-0

ISBN EPUB: 978-84-9910-937-4

Thema: 5LKS; VFMG

Diseño de maqueta y preimpresión: Editor Service, S.L., Diagonal, 299; 08013 Barcelona

Índice

Agradecimientos

Prólogo

Introducción

Primera parte. Fundamentos

1.Concepto de persona mayor y envejecimiento

2.La pedagogía del juego motriz en la tercera edad

3.Dinámica de grupo y juegos para la tercera edad

4.Beneficios de los juegos motrices en la tercera edad

5.El medio acuático en el desarrollo de los juegos motrices en la tercera edad

Segunda parte. Propuestas prácticas

1.Fichas de juegos motrices: desinhibición

1.1.Juegos motrices de desinhibición para el medio terrestre

1.2.Juegos motrices de desinhibición y familiarización con el medio acuático

2.Fichas de juegos motrices: calentamiento y activación

2.1.Juegos motrices de calentamiento para el medio terrestre

2.2.Juegos motrices de calentamiento para el medio acuático

3.Fichas de juegos motrices: desarrollo de las capacidades físicas y coordinativas (I)

3.1.Juegos motrices de capacidades físicas y coordinativas para el medio terrestre (I)

3.2.Juegos motrices de capacidades físicas y coordinativas para el medio acuático (I)

4.Fichas de juegos motrices: desarrollo de las capacidades físicas y coordinativas (II)

4.1.Juegos motrices de capacidades físicas y coordinativas para el medio terrestre (II)

4.2.Juegos motrices de capacidades físicas y coordinativas para el medio acuático (II)

Bibliografía

Agradecimientos

En estas líneas, me gustaría manifestar mi agradecimiento a algunos de quienes, directa o indirectamente, han contribuido a que este libro haya visto la luz, ya que me sería imposible mencionarlos a todos. En primer lugar, a las personas mayores de asociaciones, clubs deportivos y de jubilados, servicios municipales de deportes, centros sociosanitarios, etc., que han permitido la puesta en práctica de los juegos diseñados y que nos han devuelto su feedback sobre la ejecución de los mismos. Asimismo, quisiera dar las gracias a todos los profesionales del ámbito de la salud y del ejercicio físico que amablemente han integrado y desarrollado las diferentes propuestas prácticas dentro de su planificación anual, así como también a los diferentes gestores de los centros (directores, coordinadores, presidentes, etc.) y juntas directivas que aceptaron nuestras propuestas y permitieron su aplicación por parte de sus profesionales. Por último, pero no menos importante, agradezco el apoyo y paciencia de mi familia por el tiempo que les he sustraído para que esta obra tuviera un punto final.

A todos y todas les manifiesto mi agradecimiento, esperando que este trabajo contribuya a lograr unas personas mayores más saludables, activas y divertidas.

Muchas gracias

Prólogo

No cabe duda de que la práctica de una actividad físico-deportiva habitual y continuada supone, para cualquier individuo, numerosos beneficios sobre su calidad de vida, más aún cuando nos estamos refiriendo a personas mayores. Los juegos motrices son, además, una excelente actividad lúdica que, con un marcado carácter preventivo, desarrollan, potencian y mejoran la calidad de vida a través de su efecto sobre la capacidad funcional y la mental, incluyendo los aspectos inherentes a la socialización.

En el marco de la Unión Europea, el aumento de la esperanza de vida, junto con la mejora de la calidad de vida de la población, ha generado que el número de personas mayores haya crecido de forma exponencial, dando lugar a que este colectivo tenga una atención prioritaria en los sistemas sociales de los países desarrollados. El cambio sociodemográfico que estamos afrontando ha suscitado que las administraciones públicas desarrollen nuevas políticas más «saludables» desde los primeros años de vida, tratando de educar a la población con respecto a los valores que comporta el mantener una actitud activa a lo largo de todas las etapas de la existencia: el fin es que, en el último tramo, cada vez más extenso, de nuestra andadura vital, la calidad de vida, acorde con esa edad, sea excelente.

«Envejecer activamente» es, por tanto, el principal reto del siglo xxi en todas las sociedades, pero evidentemente más en aquellas que presentan mayor envejecimiento. Al respecto, si bien esta realidad social está obligando a cambiar las políticas sociales de nuestro país, para su desarrollo y afianzamiento es fundamental disponer de una ciudadanía con independencia física y cognitiva y que haya integrado la práctica regular del ejercicio físico o el deporte en sus hábitos diarios, consciente de que esta praxis es una necesidad para lograr el mejor estado de bienestar en el decurso de la vida.

El desarrollo de programas de ejercicio físico en las personas mayores permitirá alcanzar y/o mantener una conducta basada en hábitos saludables, que favorecerá, en mayor medida, la vida independiente, condición básica tanto para la realización de las actividades de la vida diaria, como para facilitar la actividad y la participación social; planteándose el juego motriz como una de las mejores herramientas para lograr el mantenimiento de ese modus vivendi activo y saludable en este colectivo.

Con esta obra, el autor pretende aportar sus amplios conocimientos en este campo, que sin duda redundarán en una sociedad mejor.

Jose Carlos Millán Calenti

Catedrático de Geriatría

Universidad de A Coruña

Introducción

El libro que sostienes entre tus manos, ya sea en papel o en tu dispositivo electrónico, quiere ser una herramienta de trabajo para los profesionales del ejercicio físico que trabajan con personas mayores. En él se plantea una nueva propuesta de intervención física basada en el juego motriz y la dinámica de grupo cuyo objetivo es colaborar en el éxito del programa de intervención desarrollado.

Está estructurado en dos partes claramente diferenciadas. En la primera se exponen los principios teóricos en los que se basa el desarrollo de las propuestas prácticas posteriores. En esta sección, que lleva por título «Fundamentos», se aborda inicialmente el cambio conceptual que ha operado la ancianidad y el envejecimiento a causa del progreso de la sociedad y los recursos de esta, y cómo estos cambios han repercutido en las capacidades condicionales durante el proceso de envejecer, para, a continuación, acreditar el uso del juego motriz como un medio para el desarrollo y mantenimiento de aquellas capacidades físicas, cognitivas o sociales que han quedado –o pueden quedar– mermadas en el propio curso del envejecimiento del ser humano y de la sociedad. Por su parte, en el tercer apartado («Dinámica de grupo y juegos para la tercera edad») se analiza la importancia de aplicar dinámica de grupo en población mayor, con el fin de presentar una nueva forma de intervención que responda a la demanda de la tercera edad y crear un ambiente distendido, integrador, respetuoso, coherente y consensuado. Por último, en este bloque de contenidos, se identifican los efectos que la práctica física a través del juego procura en las personas mayores y cómo estos beneficios repercuten en su vida.

La segunda parte del libro –que lleva por título «Propuestas prácticas»– se organiza en cuatro apartados, en los cuales se presentan diferentes juegos destinados a trabajar la desinhibición, el calentamiento y la activación y el desarrollo de las capacidades físicas y coordinativas. Toda esta segunda parte de la obra se ha articulado a través de fichas de juegos. Cada ficha recoge información relativa a los objetivos, materiales, ejecución y coste económico necesarios para implementar la actividad, así como posibles variantes de la misma y anécdotas y problemas que han surgido durante el desarrollo de los juegos con las personas de la tercera edad.

Primera parte. Fundamentos

1

Concepto de persona mayor y envejecimiento

1.1.Introducción

El porcentaje de población mayor de 65 años se ha ido incrementando con el devenir del tiempo, pasando de ser del 13,79% en 1991 al 18,40% en 2016. Desde 1900, las personas mayores se han multiplicado por ocho en términos absolutos, siendo más fuerte el incremento de los mayores de 80 años, que entre 1991 y 2001 aumentaron en un 42% (Teófilo et al., 2011; Abellán y Pujol, 2015; INE, 2016). Al respecto, se estima que para 2025 casi uno de cada cuatro ciudadanos y ciudadanas tendrá más de 65 años.

El envejecimiento es un proceso progresivo de deterioro en el que nuestro cuerpo se modifica. Es una de las pocas características que nos unifican. No obstante, si bien todos envejecemos, el modo en que lo hacemos depende de numerosos factores. Envejecer es un proceso fisiológico influenciable. Las influencias que sobre él se ejerzan pueden ser positivas (retrasándolo) o negativas (acelerándolo). En este sentido, podemos retardarlo evitando factores de riesgo como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la sobreexposición al sol, el sedentarismo o la obesidad, y adoptando conductas que benefician al organismo como la práctica habitual de ejercicio.

Todos los estudios que han abordado de forma seria el proceso de envejecimiento coinciden en señalar un descenso de la capacidad funcional en los mayores de 60 años. Es a partir de la sexta década de vida cuando se produce una disminución acelerada de dicha capacidad (Matsudo y Matsudo, 2008). Esta merma fisiológica propia del proceso de envejecimiento, como decíamos más arriba, no necesariamente va en paralelo a la edad cronológica, presentando considerables variaciones individuales según el estilo de vida, los hábitos, la alimentación o las enfermedades sufridas. Si sumamos a esto la presencia de numerosas patologías y su interrelación en un mismo sujeto, se configura un enorme mosaico de posibilidades.

El envejecimiento asociado a la edad tiene una alta repercusión en el deterioro que se produce en las cualidades físicas humanas. A continuación, analizaremos su incidencia en cada una de estas.

1.2.Incidencia del envejecimiento en las cualidades físicas

Fuerza

Como evidencian diversas investigaciones, la fuerza de prensión manual se reduce tanto en mujeres (Tabernero et al., 2000; Forrest, Zmuda y Cauley, 2007) como en hombres (Forrest, Zmuda y Cauley, 2005). El estudio realizado por Tabernero et al. (2000) con mujeres de entre 20 y 84 años concluyó que solo a partir del rango de edad de los 50-60 se aprecia una reducción significativa de la fuerza de prensión manual, con independencia de la mano que sea dominante, en relación con las participantes más jóvenes. Además, esta disminución es ligeramente más importante en la mano dominante que en la no dominante. Por su parte, Forrest et al. (2005) realizaron un estudio transversal y longitudinal de siete años con hombres de entre 51 y 84 y encontraron que los mayores de 75 tenían un 27,6% menos de fuerza que los menores de 60, con una ratio media de descenso del 2,8% al año. A pesar de que todos los grupos de edad experimentaron una merma de la fuerza durante el seguimiento, la tasa de pérdida se aceleró con la edad, siendo un 2% en los menores de 60 y un 3,4% en los mayores de 75 años.

Goodpaster et al. (2006) efectuaron un estudio longitudinal de tres años para analizar la fuerza extensora de las piernas en mujeres y hombres de 70 a 79, y obtuvieron tasas anuales de descenso del 4,1% en hombres negros, del 3,4% en hombres blancos, del 3% en mujeres negras y del 2,6% en mujeres blancas, mientras que la tasa de pérdida de masa muscular anual fue del 1%.

A pesar de que la reducción de masa muscular está asociada con la disminución de la fuerza en las personas mayores, esta mengua de la fortaleza es mucho más rápida que la consiguiente pérdida de masa muscular. La edad, el nivel inicial de fuerza, la merma de la talla, un grado de actividad física bajo, estados patológicos de salud en enfermedades o caídas contribuyen a una pérdida paulatina de fuerza conforme avanzan los años.

Al respecto, varias investigaciones confirman que una baja fuerza muscular, tanto de piernas como de prensión manual, se asocia independientemente con un riesgo de mortalidad en personas mayores (Ruiz et al., 2008; Newman et al., 2006).

Asimismo, una baja masa muscular (sección transversal muscular pequeña), un bajo nivel de fuerza en los músculos y un alto nivel de grasa en ellos se relacionan con limitaciones de la movilidad en personas mayores (Visser et al., 2005); de ahí la importancia de trabajar estas cualidades en los programas de actividad física, que nosotros propondremos a través de juegos motores.

Capacidad aeróbica

Utilizamos el término «consumo de oxígeno» () para expresar un parámetro fisiológico que indica la cantidad de oxígeno que se consume o utiliza en el organismo por unidad de tiempo; y el de «consumo máximo de oxígeno» ( máx.) como la cantidad de O2 que el organismo es capaz de absorber, transportar y consumir por unidad de tiempo (López y Fernández, 2006). El máx. aumenta gradualmente desde el nacimiento, paralelo a la ganancia de peso corporal. Los niños y niñas tienen un máx. elevado y normalizado con respecto al peso corporal, alcanzándose un máximo en el intervalo de los 18 a los 25 años. A partir de esa edad, el máx. va disminuyendo gradualmente. Existen datos para afirmar que se produce un descenso del 10% del máx. por década.

Numerosos estudios afirman que la tasa de descenso del máx. no es constante a lo largo de la edad, pero sí que se acelera marcadamente con cada década y es mayor en hombres que en mujeres (Fleg et al., 2005; Hollenberg et al., 2006).

Tras una investigación que duró seis años, Hollenberg et al. (2006) demostraron que la capacidad aeróbica se reduce en ambos sexos, siendo de un 18% para mujeres y de un 24% para hombres por década. La tasa de disminución fue independiente de factores de riesgo iniciales, tales como la constitución corporal, el tabaquismo, los medicamentos o las condiciones de salud, aunque estas variables influyen fuertemente en el rendimiento aeróbico.

El acelerado ritmo de reducción de la capacidad aeróbica máxima acarrea importantes consecuencias en lo que respecta a la independencia funcional y la calidad de vida, y no solo en personas mayores sanas, sino sobre todo cuando se dan enfermedades relacionadas con este déficit (Fleg et al., 2005), por lo que, al igual que la fuerza, la capacidad aeróbica debe trabajarse de forma prioritaria en la tercera edad.

Flexibilidad

La flexibilidad experimenta una reducción progresiva, pero no lineal, conforme avanza la edad (Araújo, 2008; Doriot y Wang, 2006). Los valores medios tienden a ser sistemáticamente mayores en mujeres que en varones, incluso a edades tempranas. Después de los 60 años esa diferencia aumenta, y la mujer es entre un 20% y un 40% más flexible que el hombre, si bien otros autores como Doriot y Wang (2006) concluyen que el efecto del sexo es más débil que el de la edad. En su estudio, llevado a cabo con adultos jóvenes (de 25 a 35 años) y adultos de edad avanzada (de 65 a 80), compararon los máximos rangos de movimiento de las articulaciones del tren superior y el movimiento específico, infiriendo que la máxima pérdida se observa en el cuello y tronco, especialmente en la extensión del cuello y en la flexión lateral y rotación axial del tronco. No encontraron diferencias de edad en las articulaciones del codo y la muñeca.

Equilibrio

La función del equilibrio es conservar el centro de gravedad en la base de sustentación, facilitar información de la posición del cuerpo y mantener una imagen clara de nuestro entorno cuando nos movemos.

El mantenimiento del equilibrio se consigue gracias a la integración armoniosa de la información del sistema vestibular (oído interno), la vista y los receptores del sistema neuromuscular. Los datos aportados por estos órganos son integrados por el sistema nervioso central, que ordena el movimiento de la cabeza, brazos, piernas y tronco para mantener la postura.

Un buen equilibrio es una habilidad imprescindible para la vida diaria que requiere una compleja integración de la información sensorial con respecto a la posición del cuerpo en relación con el entorno y la capacidad de generar las respuestas apropiadas del sistema motor para controlar el movimiento corporal. Un grave problema consecuencia del envejecimiento es la susceptibilidad de sufrir una caída debido a la pérdida progresiva de rendimiento de estos sistemas. Cerca de un 40% de personas mayores tienen por lo menos una caída al año (Rubenstein, 2006) y el 10-15% de estas están asociadas con lesiones graves (Sturnieks, Gerofe y Lord, 2008).

Numerosas investigaciones epidemiológicas han identificado un gran número de factores de riesgo de caerse: Rubenstein (2006), por ejemplo, revisó numerosos estudios y concluyó que la causa más frecuente de caída (un 30%) son los accidentes provocados por circunstancias ambientales (escasa iluminación, tropiezo con obstáculos...), seguida de debilidades o alteraciones de la marcha (17%), asociando la edad avanzada con un mayor riesgo de caídas.

Una edad avanzada, en efecto, es un factor relacionado con el deterioro físico funcional y una serie de condiciones crónicas, las cuales están asociadas con el riesgo de caídas. En este sentido, en el estudio realizado por Yamashita, Noe y Bailer (2012) se muestra que es en los grupos en torno a los 77 años en donde radica el mayor peligro de sufrir caídas.

En la revisión realizada por Carbonell, Aparicio y Delgado (2009) se apunta que el sentido dinámico de la posición disminuye con la edad, modificándose el patrón de locomoción: ello supone una reducción de la velocidad de la marcha, un incremento del tiempo de apoyo bipodal, una disminución de la longitud de zancada y una dorsiflexión reducida de tobillo durante la fase aérea en comparación con jóvenes. Esto implica graves riegos de que el pie contacte con obstáculos. Si a la marcha se le añade la realización de una tarea cognitiva, su velocidad decrece aún más.

Trabajar el equilibrio es fundamental pues, como acabamos de ver, las caídas en los mayores son muy frecuentes y las consecuencias más habituales y graves de este problema son las lesiones, las fracturas óseas y los traumas psicológicos que tales accidentes pueden conllevar. Su prevención es posible mediante la práctica regular de actividad física. Al respecto, los juegos motores que proponemos están adaptados para que los factores de riesgo ambientales sean mínimos.

Constitución corporal

La constitución corporal es un componente clave de la salud y la aptitud física del individuo. En este sentido, la obesidad es un problema grave de salud que reduce la expectativa de vida por el incremento de las posibilidades de sufrir dolencias coronarias, hipertensión, diabetes tipo II, afección pulmonar obstructiva, artrosis y algunos tipos de cáncer.

Desde 1980, la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo (OMS, 2014). En 2008, 1.400 millones de adultos (de más de 20 años) tenían sobrepeso y, de estos, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos. El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia de ello.

Según un estudio realizado por Andreyeva, Michaud y Van Soest (2007) en diez países europeos, España tiene la prevalencia más alta de obesidad entre varones (20,2%) y mujeres (25,6%) mayores de 50 años. Asimismo, estos autores hallaron que tanto la obesidad como el sobrepeso están asociados con condiciones crónicas de salud como diabetes, concentraciones altas de colesterol en sangre, hipertensión y artritis.

Este rápido crecimiento de la obesidad frente a décadas pasadas, así como las diferencias encontradas entre diferentes países con poblaciones similares, indica que las pautas de este grave problema de salud son ambientales y que la causa de su extensión es social. Al respecto, la OMS reconoce que la mejora de la dieta y la promoción de la actividad física representan una oportunidad única para reducir la mortalidad y la carga de morbilidad mundial.

2

La pedagogía del juego motriz en la tercera edad

2.1.Introducción

No existen muchos estudios relativos a la metodología de trabajo con personas mayores y, los que hay, son imprecisos; así pues, teniendo muy en cuenta los métodos propios del ámbito de la Educación Física, desarrollaremos el modus operandi más apropiado para trabajar con este colectivo.

Los métodos de trabajo a los que vamos a hacer referencia están basados en modelos pedagógicos que van desde la pedagogía directiva hasta la pedagogía libertaria.

El conjunto de todas estas estrategias de enseñanza puede ser reunido en tres grandes grupos: métodos instructivos, métodos participativos y métodos basados en la búsqueda (emancipativos).

Lo más conveniente es no focalizar el desarrollo del trabajo en un único método. El uso de uno u otro dependerá de varios factores: por ejemplo, de la parte de la sesión o la época del año, ya que, seguramente, al inicio del curso es mejor dirigir más la sesión, y, a medida que este avanza, ir dando una mayor amplitud de autonomía, más libertad para desarrollar la creatividad. También dependerá de los objetivos propuestos para cada juego motor: si estamos utilizando juegos en los que trabajamos la movilidad articular, emplearemos un método más dirigido, mientras que si trabajamos con actividades más lúdicas, o más de expresión, la manera de operar será menos directiva.

2.2.Métodos de enseñanza

Métodos instructivos

Según Mosston y Ashworth (1982) existen varios métodos de este tipo: entre otros, los de mando directo, asignación de tareas, enseñanza por grupos, programas individuales o enseñanza recíproca.

En ellos es el profesor/a quien propone los juegos, adoptando una actitud directiva e indicando los factores y elementos necesarios para realizar el ejercicio. Es él quien imparte la información, el conocimiento de los resultados, la organización y las dinámicas de la ejecución, basadas en su control constante y en una distribución programada del juego.

Lo que se intenta con esta clase de métodos es la reproducción de unos esquemas de movimiento, sin dar cabida a la creatividad que tanto caracteriza al juego: todo debe estar controlado.

Visto así puede parecer una metodología incompatible con los juegos motores, pero hemos de decir que ofrece bastantes posibilidades de éxito, ya que el objetivo a conseguir está claramente definido y puede ayudar a la persona mayor a aumentar su confianza y a perder ciertos miedos al ridículo, así como a tomar conciencia de sus limitaciones y posibilidades, que en muchos casos se han ido perdiendo a lo largo de los años.

Métodos participativos

En cuanto a estos tipos de métodos son aplicables a los juegos motores las dinámicas propias de los juegos de roles o de fantasía, así como las de animación de grupos, entre otras, y la microenseñanza, mediante el aprendizaje de juegos desconocidos por parte de los jugadores o el intercambio de juegos entre los participantes.

Los métodos participativos tienen una gran cantidad de aspectos positivos, aunque tal vez el más importante de esta metodología sea que desarrolla el concepto de dinámica vivencial y el desarrollo personal.

No debemos olvidar que todo método es un instrumento al servicio de los objetivos que queremos conseguir, no un fin en sí mismo; de hecho, no siempre será la metodología participativa la más idónea para todas las sesiones.

Métodos basados en la búsqueda o emancipativos

Por último, los métodos de esta clase que podemos aplicar a los juegos motores son los de resolución de problemas y, en el aspecto de la progresión de un juego a través de la reflexión de las situaciones, los basados en la investigación-acción.

El juego motor plantea un problema, un reto que hay que lograr salvar, para lo cual los participantes disponen de distintas opciones y estrategias de acción que deben adoptar y poner en práctica. La solución no existe de antemano, sino más bien alternativas que permiten la consecución de un logro, ya sea de simulación ante uno mismo (o los demás), o alcanzar la meta mencionada en las reglas.

En esta metodología, la enseñanza es completamente distinta, pues se integran aspectos cognitivos dentro de la propia actividad física que favorecen la autosuficiencia de las personas mayores, ya que ellas mismas son las que se plantean aquello que pueden realizar, adquiriendo capacidad de decisión.

Con el uso de estos métodos se fomenta la creatividad, un aspecto fundamental en el trabajo con este grupo de población pues ayuda a ejercitar y mantener en forma sus capacidades intelectuales.

Como inconveniente cabe señalar la falta de hábito de las personas mayores para realizar este tipo de actividades, ya que han recibido una educación tradicional en la que era el profesor el que explicaba el camino a seguir.

2.3.Partes de una sesión

Aunque la metodología utilizada pueda variar en función de lo que queramos trabajar, cada sesión tiene una estructura prácticamente invariable para su desarrollo que aconsejamos seguir, y que consta de las siguientes partes:

Calentamiento

El tiempo destinado a esta fase será de unos 10-15 minutos aproximadamente. Es la primera parte de la sesión. En ella se llevan a cabo juegos motores que garanticen un calentamiento y una movilización genérica de los grupos musculares con objeto de prevenir posibles lesiones. Es por tanto imprescindible y necesario iniciar la sesión con un buen calentamiento. Son propios de esta fase los ejercicios de movilidad articular, los desplazamientos, la utilización libre del material que usarán posteriormente, los estiramientos, etc.

Parte principal

Es la parte que ocupa más tiempo: entre 30-40 minutos aproximadamente. En ella desarrollamos los objetivos específicos de la sesión, siendo el ritmo de trabajo de una intensidad más alta que en el calentamiento, durante un tiempo más prolongado. La tarea a trabajar puede ser menos dirigida, presentada de manera que cada persona la realice según sus posibilidades.

Vuelta a la calma

Es la última parte de la sesión, con una duración de unos 10-15 minutos. El principal objetivo es acabar la sesión con la misma intensidad con que se ha comenzado, volviendo a las pulsaciones óptimas de reposo. Se aconseja que el trabajo sea dirigido y a muy baja intensidad, para finalizar la sesión en calma.

2.4.Recomendaciones para la práctica de actividad física en personas mayores

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) para mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares y la salud ósea y funcional, reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT), la depresión y el deterioro cognitivo en personas sanas mayores de 65 años existen una serie de recomendaciones:

Estas personas deben dedicar 150 minutos semanales a realizar actividades físicas aeróbicas, que pueden estar distribuidas de diversas formas. Por ejemplo, en 5 sesiones semanales de 30 minutos cada una.

Dependiendo de la capacidad de cada uno la actividad física será practicada como mínimo en sesiones de 10 minutos semanales.

A fin de obtener mayores beneficios para la salud, los adultos de este grupo de edad deben dedicar hasta 300 minutos semanales a la práctica de actividad física moderada aeróbica, o bien 150 minutos semanales de actividad física aeróbica vigorosa, o una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa. Así, podemos distribuir la actividad física en 5 sesiones semanales de 45 minutos cada una.

Los adultos con movilidad reducida deben realizar actividad física para mejorar su equilibrio e impedir caídas 3 días o más a la semana.

Se han de realizar actividades que fortalezcan los principales grupos de músculos 2 o más días a la semana.

Cuando los adultos de mayor edad no puedan realizar actividad física recomendada debido a su estado de salud, se mantendrán físicamente activos en la medida en que se lo permita su estado.

Estas directrices son válidas para todos los adultos sanos de más de 65 años, pero también se aplican a personas de esas edades con dolencias crónicas. Las personas con determinados problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares y diabetes, han de tomar más precauciones y consultar al médico antes de intentar alcanzar los niveles recomendados de actividad física para la tercera edad.

Además, estas recomendaciones son extensivas a los adultos mayores con discapacidad, siempre y cuando los juegos motores se adapten a cada persona en función de su capacidad de ejercicio, de sus limitaciones y de los riesgos específicos para su salud.

Asimismo, la OMS nos aclara que los adultos mayores inactivos o con enfermedades limitantes verán mejorada también su salud en alguna medida si pasan de una vida inactiva a la práctica de cierto nivel de actividad.

3

Dinámica de grupo y juegos para la tercera edad

3.1.Introducción

El crecimiento de la población de personas mayores exige la creación de nuevas formas de intervención social que intenten responder a la demanda de sus numerosas necesidades tanto fisiológicas como psicológicas y sociales. Al respecto, la dinámica de grupo es un procedimiento básico de trabajo en los juegos motrices destinados a este colectivo, pues ayuda a cubrir tales requerimientos.

Como decíamos, la animación mediante la utilización de dinámica de grupo en la tercera edad supone un cambio en el planteamiento de los programas que van dirigidos a esta franja de población.

En este sentido, las exigencias más importantes durante el trabajo en grupos son las siguientes:

Creación de una atmósfera distendida, de un clima agradable de trabajo, que propicie la libre expresión y el intercambio de opiniones, criterios y experiencias de todos los participantes.

La totalidad de integrantes del grupo debe conocer, comprender y aceptar los objetivos del trabajo; asimismo, tiene que haber una correcta distribución de tareas y contenidos entre los participantes.

Las aportaciones de cada miembro del grupo deben ser acogidas con respeto.

Las discusiones que surjan han de acotarse a cuestiones, criterios u opiniones concretas, y nunca centrarse en las personas.

Las decisiones finales deben ser adoptadas colectivamente, por consenso.

Este tipo de trabajo con personas mayores es fundamental para que sean capaces de tomar alternativas, de abrirse a los demás y de ilusionarse con sus actividades diarias, aunque muchas veces las circunstancias no sean las más favorables (soledad, aburrimiento, depresión, abandono, pasividad, mala salud física, etc.).

En un metaanálisis realizado por Johnson, Johnson y Stanne (2000) sobre 374 estudios publicados a partir de 1897 se afirma que la productividad y el rendimiento de los participantes cuando se realizan trabajos cooperativos es superior a cuando se compite individualmente. Además, la cooperación, frente a la competición o la individualidad, lleva con más frecuencia a los participantes a utilizar razonamientos de más alto nivel para solucionar una determinada tarea.

Que existe una clara superioridad de las estructuras cooperativas en cuanto a productividad y rendimiento con respecto a las estructuras competitivas o individuales es algo que comprobamos a diario en nuestra actividad profesional, pero, además, de este estudio se desprende que el aprendizaje basado en la cooperación no solo tiene consecuencias beneficiosas sobre el rendimiento, sino también sobre variables afectivas, interpersonales y sociales.

Por todo esto recomendamos el uso de la dinámica de grupo en la tercera edad, ya que, en este tipo de trabajo, las respuestas solo tienen lugar a través de la experiencia del otro y de la vivencia grupal. En este sentido, se pueden considerar como una respuesta social a la necesidad de adquirir conocimientos y habilidades por medio de la práctica y de la participación en el grupo.

3.2.El juego como una técnica de dinámica de grupo

Para llevar a cabo la dinámica de grupo será necesario disponer de unas técnicas; en este sentido, presentaremos la dinámica de grupo bajo la forma de juegos motores.

Las estructuras de los juegos motores y su organización nos llevan a un modelo en el que las personas mayores que participan en el grupo se fijan un objetivo común, asumen roles espontáneos o producto de las reglas, dependiendo de si la metodología utilizada es más directiva o por el contrario más libre, desarrollan unas relaciones en las que generan vínculos afectivos y, en definitiva, conviven intensamente en una experiencia agradable.

A continuación exponemos una tabla adaptada de Navarro (2002) en la que se aclaran las condiciones que debe cumplir una técnica de dinámica de grupo y su correspondencia con el juego motor.

Son muchos los beneficios que generan las técnicas de dinámica de grupo. Aunque estas consecuencias positivas son beneficiosas para la tercera edad por sí mismas, también actúan como reforzadoras de la interacción grupal facilitando en encuentros posteriores la eficacia y el aumento de las mismas.